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Ramón del Valle-Inclán y Benito Pérez Galdós fueron dos de los escritores que dejaron su impronta en las calles e Madrid

Ramón del Valle-Inclán y Benito Pérez Galdós fueron dos de los escritores que dejaron su impronta en las calles e MadridEuropa Press

Este es el secreto literario que esconde el barrio más cultural de Madrid

En unas pocas calles de la capital de España se mantienen vivos los ecos de los pasos de Cervantes, Quevedo, Lope o Góngora

Madrid no es, precisamente, la capital más monumental de Europa. Es cierto que la villa y corte tiene destacados monumentos, como el Palacio Real, el Museo del Prado o la Plaza Mayor, que ya solo por ellos merece entrar entre las ciudades de mayor valor cultural del continente.

Con todo, para algunos, en conjunto, no está a la altura de ciudades como Roma, París, Viena o, sin ir más lejos, Lisboa.

Sin ir más lejos, el Barrio de las Letras de Madrid es un auténtico tesoro cultural y patrimonial único en Europa.

En unas pocas calles se concentran lugares históricos de la cultura hispana y universal. En la plaza de Santa Ana se alza el Teatro Español donde en el siglo XVI se alzaba el Corral del Príncipe.

Placa que recuerda el lugar de enterramiento de Cervantes

Placa que recuerda el lugar de enterramiento de Cervantes

Un poco más lejos encontramos el Teatro de la Comedia, sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, custodio y guardián de la herencia teatral española del Siglo de Oro donde resuenan con fuerza los versos de Lope, Tirso o Calderón.

En la calle Cervantes se conserva la Casa de Lope de Vega, hoy musealizada. En la misma calle, un poco más adelante, una placa recuerda el lugar donde se encontraba la casa de Cervantes.

No muy lejos de allí, y dejando atrás la sede de la Real Academia de la Historia, se alza el convento de las Trinitarias Descalzas, donde una placa recuerda que en su cripta se encuentra enterrado el autor de El Quijote.

También por la zona se encuentra el Callejón del Gato, con sus espejos cóncavos y convexos inmortalizado por Valle-Inclán en Luces de Bohemia.

Las huellas literarias de este barrio son mucho más numerosas y su calle principal, Huertas, lo recuerda con versos y citas de algunos de los principales escritores españoles inmortalizadas en el suelo en letras de bronce.

Tomando la calle Huertas desde el Paseo del Prado encontramos, en primer lugar, los célebres versos iniciales de la Canción del Pirata de José de Espronceda:

  • «Con diez cañones por banda,
    viento en popa a toda vela,
    no corta el mar, sino vuela,
    un velero bergantín…».

A continuación, la Carta a Andrés de Mariano José de Larra:

  • «¿No se lee en este país porque no se escribe, o no se escribe porque no se lee? Esa breve dudilla se me ofrece hoy, y nada más. Terrible y triste cosa me parece escribir lo que no ha de ser leído…».

Subiendo la calle los pasos dan con los versos de la Fiesta de Toros en Madrid, de Nicolás Fernández de Moratín:

  • «Madrid, castillo famoso
    que al rey moro alivia el miedo,
    arde en fiestas en su coso,
    por ser el natal dichoso
    de Alimenón de Toledo».

La siguiente cita literaria es con Leandro Fernández de Moratín y un extracto de El Sí de las niñas:

  • «Ve aquí los frutos de la educación. Esto es lo que se llama criar bien a una niña: enseñarla a que desmienta y oculte las pasiones más inocentes con una pérfida disimulación».

Más arriba, los Versos y oraciones del caminante de León Felipe:

  • «…y fui nace en un pueblo del que no recuerdo nada,
    pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
    y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
    Después…, ya no he vuelto a echar el ancla…».

Y no podía faltar Lope de Vega y los famosos versos de Fuenteovejuna:

  • «Ya está de cólera ciego.
    Que os he de matar, creed,
    en ese potro, villanos.
    ¿Quién mató al Comendador?
    Fuenteovejuna, señor».
Los versos de Fuenteovejuna de Lope de Vega

Los versos de Fuenteovejuna de Lope de Vega

Tampoco falta Francisco de Quevedo y uno de sus Sonetos más famosos:

  • «Miré los muros de la patria mía,
    si un tiempo fuerte, ya desmoronados,
    de la carrera de la edad cansados,
    por quien caduca ya su valentía».

Siguiendo calle arriba se encuentra un fragmento de la antología de textos periodísticos de Emilia Pardo Bazán, La vida contemporánea:

  • «Vivir es tener opiniones, deberes, aspiraciones, ideas…».

El siguiente plato es el principal: el comienzo del Quijote de Cervantes, obra maestra universal:

  • «En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor…».

Tampoco falta María Zayas y una cita de sus Novelas amorosas y ejemplares:

  • «…porque las almas ni son hombres ni mujeres, ¿qué razón ha para que ellos sean sabios y presuman que nosotras no podemos serlo?».

Tras Zayas, aparece un fragmento del discurso de ingreso en la Real Academia Española de José Echegaray donde reflexiona sobre la belleza:

  • «¡La belleza! Lo que es no lo sabemos por ahora con certidumbre matemática; quizá no lo sepamos nunca, pero que la belleza es algo, que existe, que palpita en la naturaleza, y que, así como la ola que llega a la playa rompe en espuma…».

También se puede leer en el suelo de la calle Huertas los famosos versos del Don Juan Tenorio de José Zorrilla:

  • «¡Ah! ¿No es cierto ángel de amor,
    que en esta apartada orilla
    más pura la luna brilla
    y se respira mejor?».
Los pasos del Tenorio resuenan en el Barrio de las Letras de Madrid

Los pasos del Tenorio resuenan en el Barrio de las Letras de Madrid

Asimismo, encontramos una de las Rimas más conocidas y populares de Gustavo Adolfo Bécquer:

  • «Volverán las oscuras golondrinas
    en tu balcón sus nidos a colgar,
    y otra vez con el ala en sus cristales
    jugando llamarán».

Ya llegando al final, hace acto de presencia el gran rival de Quevedo, Luis de Góngora, y su Ande yo caliente que en los turbulentos tiempos de polarización política de hoy están más de actualidad que nunca:

  • «Ande yo caliente
    y ríase la gente.
    Traten otros del gobierno
    del mundo y sus monarquías,
    mientras gobiernan mis días
    mantequillas y pan tierno…».

Y ya para terminar, justo delante de la iglesia de San Sebastián, las líneas que Benito Pérez Galdós le dedica al templo en su novela Misericordia:

  • «Dos caras…, tiene la parroquia de San Sebastián… Mejor será decir la iglesia… Dos caras que seguramente son más graciosas que bonitas: con la una mira a los barrios bajos, enfilándolos por la calle Cañizares; con la otra al señorío mercantil de la plaza del Ángel».

Termina el recorrido en la calle Atocha, vía que, volviendo a tomarla en dirección contraria conduce al edificio que acogió la imprenta de donde salió el primer ejemplar del Quijote de Cervantes. Un pequeño y sencillo edificio, reliquia del Madrid antiguo, que bien podría ser el gran templo de las letras universales.

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