Los tercios nacieron en Italia
Una sólida e interesante investigación de Idan Sherer convertida en libro sobre el soldado español y la foja de la infantería más solvente en el campo de batalla de la Europa moderna
«España mi natura, Italia mi ventura, Flandes mi sepultura». Con estos versillos anónimos que corrían entre la soldadesca española del siglo XVI comienza la descripción de la contraportada del libro, recientemente aparecido en castellano, titulado Italia mi ventura. El soldado español en las guerras de Italia, de Idan Sherer. Pocas palabras mejores podían hallarse para una obra de esta temática. Estos versillos resumen a la perfección la carrera militar que solían llevar a cabo aquellos hombres que salían de la península ibérica buscando fortuna, y la encontraban en Italia, para luego perderla toda en los Países Bajos (si se daba el caso). Pero lo principal de esos versos, y que articula el presente libro, es que, en efecto, la ventura, la buena suerte, o la fortuna esperaba a esos hombres en los conflictos de Italia, especialmente en el Milanesado y Nápoles. El principal enemigo por batir: la Francia de los Valois.
Desperta Ferro (2024). 360 Páginas
Italia mi ventura. El soldado español en las guerras de Italia
Lo primero que es de justicia señalar del libro, como principal punto fuerte, es que no es una obra dedicada a los grandes generales de las fuerzas de la Monarquía Hispánica, tales como Gonzalo Fernández de Córdoba o Alejandro Farnesio. Idan Sherer pone el foco en los soldados, en todos aquellos hombres (en su mayoría anónimos para nosotros) reclutados a lo largo y ancho de los territorios de la Monarquía Hispánica en la Península que procedían de las ciudades más prominentes, como Madrid, Salamanca, Toledo, Sevilla, Barcelona, Granada, Valencia o Burgos, u otras más modestas por entonces, como Bilbao, Cuenca o Calatayud. Algunos de esos protagonistas, de hecho, no son anónimos, como es el caso de Martín García de Cerezeda, «que luchó en el ejército de Italia durante más de veinte años» y que consignó sus vivencias de soldado en su Tratado de las campañas y otros acontecimientos de los ejércitos del emperador Carlos V desde 1521 hasta 1545. También hacen acto de aparición en no pocas ocasiones soldados muy afamados como Diego García de Paredes «el Sansón de Extremadura», o el famoso Alonso de Contreras, soldado en Flandes y más tarde miembro de la Orden de San Juan (Caballeros de Malta) e inspirador de las aventuras del revertiano Diego Alatriste.
Mención destacada merece la atención que Sherer presta a los cambios producidos en la ciencia militar durante el siglo XVI. Afirma el autor en la introducción, con mucha razón, que «la convergencia generalizada de soldados y nueva tecnología militar en numerosos teatros bélicos a través de toda Europa durante el siglo XVI trajo cambios significativos que constituyeron la base sobre la cual se construyeron aspectos centrales y normativos de la guerra moderna, estableciéndose de ese modo el siglo XVI como el punto de ruptura entre la historia militar medieval y la historia militar moderna». Así, en el quinto capítulo, denominado «El combate», Sherer dedica un importante espacio, lo que es muy de agradecer, a un tema al que siempre merece la pena volver: la conocida como «revolución militar» del siglo XVI, y la importancia de las Guerras de Italia en su eclosión. Aquí, la irrupción del arma de fuego ocupa el centro, y la utilización que de esta (ya mediante artillería, ya mediante armamento de infantería) hicieron generales visionarios como Gonzalo Fernández de Córdoba. Afirma Sherer que «la creación de los tercios fue la etapa final de la transformación de la infantería española en el siglo XVI». La Monarquía Hispánico se colocó, en menos de tres décadas (1495-1525), en la vanguardia de la revolución militar europea.
Finalmente, las conclusiones del autor, tan honestas con el trabajo realizado como valiosas para el lector interesado en la historia militar, plantean interesantes revisiones de teorías ya muy asentadas en la historiografía como «la idea de que el soldado profesional, avaricioso y poco fiable, era inferior al ciudadano-soldado, reclutado obligatoriamente para proteger su propia tierra y a sus conciudadanos». Frente a esta idea, el trabajo de Sherer le lleva a afirmar que «el hecho de que muchos españoles se unieran al Ejército a causa de las dificultades financieras y personales, en ningún modo indica que estuvieran menos inclinados o comprometidos a actuar adecuadamente en el campo de batalla». Hasta aquí podemos contar. El resto, no duden en acudir a Italia mi ventura. El soldado español en las guerras de Italia, de Idan Sherer, una importante aportación que habrá de tenerse en cuenta para el conocimiento de la historia militar occidental.