La Liga de las Palancas (2) debe esperar
Han pasado los meses y no ha habido manera de darle vuelta. Hubo momentos de sí, ¡anda, se está moviendo! Pero nada. Volvía a quedarse quieto. ¿’Pog’ qué? Podríamos hablar horas y horas, habrá que hacerlo corto.
El mundo está loco, loco, loco fue una película cómica, divertida, Spencer Tracy y tal. 1963. El Madrid llevaba ya cinco Copas de Europa por cierto. Me acordé de ella viendo el Barça-Betis, la coña venía de media tarde cuando el Real tuvo la ocurrencia de palmar con el Valencia. Fútbol loco, loquísimo.
Resumen: el Barça, un punto más lejos. Pero no los seis que se presumía después de ‘lo’ del Bernabéu. ‘Quícir’: la Liga de las Palancas (2) debe esperar. Porque pinta que es cuestión de tiempo. ¿O no? Sí, claro.
Dado por sentado que nadie gana siempre, sorpresa puede considerarse lo del Betis, que en el minuto 7 perdía. No fue el Barça brillante y súper goleador de costumbre.
Lo del Madrid, pues miren ustedes: donde el Leganés perdió 3-2, y el Bernabéu pidiendo la hora, y la Real ganó en los 90 minutos -llegaron 3-4, recuerden- podía suceder que el Valencia diera guerra. Lleva una buena segunda vuelta, no tiene nada que ver con aquel que perdió unos 3.000 a cero con el Barça tampoco hace tanto.
No es el de Kempes ni se le pide con el dueño que tiene. Pero para probar en el Bernabéu ahora le da. No debió ser casualidad que un ex de la casa, Hugo Duro, acertara en el minuto 95: lo llevan de serie.
Total, que pasó. Rondaba el momento del se veía venir, esto no aguantará, vivir en el alambre es divertido, pero al final te caes. El empate en Montjuïc amortiguó el trompazo. El 1-2 llegó confirmando lo que les comenté en septiembre: las primeras ecografías señalaban que este niño madridista venía de nalgas.
Han pasado los meses y no ha habido manera de darle vuelta. Hubo momentos de sí, ¡anda, se está moviendo! Pero nada. Volvía a quedarse quieto. ¿’Pog’ qué? Podríamos hablar horas y horas, habrá que hacerlo corto.
Ocho goles encajó en casa estos tres últimos partidos. Es una perfecta muestra de que ha perdido una de las virtudes que le llevaron a proclamarse campeón invicto de la última Copa de Europa y conquistar la pasada Liga con una sola derrota: su fortaleza defensiva. La que da el bloque.
No ha sabido resolver el gran problema de las lesiones de Carvajal y Militao, sin solución este curso, ni las de Mendy: tres de sus cuatro titulares. Y los recambios, pues bien gracias. Tampoco el adiós de Kroos, claro. Que parecía poder disimular la última versión de Ceballos por el que suspira la afición, fíjense.
Nunca ha sido entre pitos y flautas un equipo ordenado, equilibrado, seguro. Ver penalti lanzado por Vinicius. Le ha mantenido su afán. Y la camiseta. Y la enorme calidad de muchos de sus futbolistas, gente capaz de sacarte de mil apuros.
No es tanto un problema de actitud, no estuvo lejos de otra remontada, como de capacidad para jugar bien al fútbol. Un misterio. Ahí le duele. Me dijo un día Menottti hablando de jugadores, sistemas y esas cosas: no le des vueltas, al fútbol se juega bien o mal. El Madrid pongamos que bien no juega. En lo que va de curso, concretamente.
Ahora mismo es Mbappé y lo que queda de Valverde, Bellingham… Sólo con Kylian no le llega. Los brasileños han desaparecido. Laterales y volantes están y no están. Y como no hay un cuerpo de equipo que les sostenga, nada de lo que ha venido sucedido es casualidad.
¿Y ahora? Pues Europa. Estando lejos de un buen Real Madrid, cuando el señor de las alineaciones enchufa el micrófono dice eso, Real Madrid. Y nombra once tíos. Esté como esté. Otro en su piel sería cadáver. Definitivamente. Real Madrid… Recen. Recen mucho. Y cuantas más velas les acompañen, mejor.