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Ilustración Lu Sánchez legislatura

Lu Tolstova

La hora de la verdad

Pedro Sánchez se juega la legislatura en una partida de seis días y sin red

El presidente afronta horas cruciales para su Presidencia, con varios incendios desatados en la Moncloa: la inflación, el Sáhara, las desavenencias con sus socios y la inflamación de la calle

Gabriel Rufián no pudo decírselo más claro a Pedro Sánchez este miércoles, mirándole a la cara durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso: «A la izquierda no nos entiende nadie, no nos sabemos explicar. Hablamos de temas que no le interesan a nadie. ¿Saben qué le interesa a la gente? Que la luz ha subido un 80 % el último año, el butano un 33 % y la gasolina un 30 %».

Hasta los socios del Gobierno tienen la sensación de que el presidente y su guardia de corps han perdido la noción de la realidad, atrapados en el laberinto inflacionista.

Solo así se explica que el martes, mientras nuevas patronales de transportistas se sumaban al paro insatisfechos por la falta de concreción del Ministerio de Transportes, el Consejo de Ministros aprobaba definitivamente el Bono Cultural Joven: 210 millones de euros para que los jóvenes de 18 años gasten en revistas, entradas a espectáculos y música. Enviando el mensaje de que para unas cosas sí hay y para otras no.

El propio presidente mostró en el Congreso una escasa sensibilidad con los sectores más afectados por la crisis energética y la espiral inflacionista. Solo se compadeció de sí mismo cuando destacó, tras una pregunta de la popular Cuca Gamarra, que le está tocando gestionar una pandemia, las consecuencias económicas del volcán de La Palma y ahora una guerra. En el hemiciclo se oyeron murmullos.

Sánchez afronta horas cruciales para su Presidencia, con varios incendios desatados en la Moncloa: la inflación, la crisis del Sáhara, las constantes desavenencias con sus socios y la inflamación de la calle. Las llamas atacan desde todos los frentes.

La ministra de Transportes, en soledad

La ministra de Transportes, en soledadEFE

El presidente viaja este jueves a Bruselas para jugar dos partidos capitales. El primero por la mañana, en la cumbre de la OTAN. Allí el secretario general de la alianza, Jens Stoltenberg, urgirá a los países miembro a tener listo de aquí a junio un calendario sobre el compromiso de alcanzar un gasto en defensa del 2 % del PIB.

Sánchez oficializó ese compromiso la semana pasada en La Sexta, en contra de la postura de Unidas Podemos. Fuentes gubernamentales matizan que España está cumpliendo sobradamente con la OTAN y que se trata de ir aproximando el presupuesto al 2 %, no de alcanzarlo en 2024.

El Consejo Europeo

Seguidamente tendrá lugar el Consejo Europeo, aunque el debate sobre la energía se ha fijado para la jornada del viernes (se prevé muy largo). Durante la última semana, Sánchez se ha entrevistado con diez jefes de Estado y de Gobierno de la UE. Los de Croacia, Eslovaquia, Rumanía, Italia, Portugal, Grecia, Alemania, Bélgica, Irlanda y Francia. También con los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión, Charles Michel y Ursula von der Leyen.

Y, sin embargo, su propuesta de desligar el gas del precio de la electricidad no ha recabado los apoyos suficientes. Tal es así que, este miércoles, el Gobierno empezó a virar, a rebajar las expectativas, para que Sánchez no vuelva a Madrid con la etiqueta de derrotado. Ahora, fuentes gubernamentales señalan que el objetivo ya no es que la UE aprueba unas reglas para obligar a todos, sino que al menos fije un marco común voluntario. Y que cada país decida si aplicarlo o no.

Una línea de flotación que choca con la máxima que defendió el pasado viernes Sánchez tras reunirse con Mario Draghi, Antonio Costa y Kyriakos Mitsotakis: «Necesitamos una respuesta europea (a la crisis energética) y no 27», sostuvo entonces.

El presidente español se dará por satisfecho si Bruselas deja que los países topen el precio del gas y, a cambio, establezcan un mecanismo de compensación para las empresas productoras. Bien a través de los Presupuestos Generales del Estado, del déficit de tarifa… la fórmula aún no está decidida.

Del resultado de esa cumbre dependerán las medidas del paquete que el Ejecutivo tiene previsto aprobar en el Consejo de Ministros del martes próximo, aunque cabe la posibilidad de que Sánchez adelante el anuncio de algunas al lunes.

Ni las sabe Unidas Podemos ni las saben los socios parlamentarios ni mucho menos la oposición. Nadia Calviño, Yolanda Díaz, Teresa Ribera y Félix Bolaños concluyeron este miércoles la ronda de contactos con los grupos parlamentarios en busca de un «acuerdo de país». Y ni uno solo de sus interlocutores consiguió saber qué tiene en mente Sánchez para el próximo martes. Como para garantizar su apoyo a ciegas una vez que el real decreto ley tenga que ser convalidado en el Parlamento.

El órdago de los transportistas

Mientras Sánchez se bate el cobre en el corazón de la UE, la vicepresidenta Calviño y las ministras de Transportes y Hacienda tienen orden de solucionar de una vez por todas un conflicto con los transportistas que el Gobierno primero minusvaloró y después demonizó. Aun este jueves, las tres interlocutoras del Ejecutivo siguen negándose a reunirse con otros que no sean el Comité Nacional de Transporte por Carretera.

«Haremos todo lo que esté en nuestras manos para que mañana (por este jueves) se alcance un acuerdo. Nos vamos a sentar y no nos vamos a levantar hasta que lo logremos», señaló Sánchez, en lo que sonó más a una orden.

Pero no ha resuelto lo de los transportistas y ya tiene llamando a la puerta a los pescadores y los taxistas. Todos miran al súpermartes.

Y mientras, en el Congreso todos los partidos políticos, con la única excepción del PSOE, escenificaron este miércoles en el Congreso su enfado por el volantazo de Sánchez con el Sáhara. «Ustedes están solos. No tienen el respaldo del Congreso de los Diputados. No tienen el respaldo ni de su Gobierno», le espetó al ministro José Manuel Albares la diputada de ERC Marta Rosique.

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