Techo Liceu Ópera

Techo del Teatre del Liceu, en Barcelona

Historia de Barcelona

El Liceu de Barcelona y la maldición que pesa sobre él

Desde incendios hasta atentados, el Liceu tiene una larga historia de tragedias

El Gran Teatre del Liceu de Barcelona es el teatro de ópera en activo más antiguo de la ciudad. Fundado en 1837, este lugar tiene una historia bastante acontecida. El teatro ha sido lugar de atentados e incendios, el más reciente en 1994.

La historia de este lugar y todos los eventos negativos que ocurrieron en él comienza en el siglo XIX, cuando llegaron las tropas napoleónicas a Barcelona. Por aquel entonces, en el lugar no se encontraba un teatro, sino un convento de los trinitarios descalzos, y al llegar los soldados franceses lo tomaron y lo usaron como almacén.

Más tarde, en 1835, estalló en Barcelona la primera bullanga, revueltas liberales, que resultaron en que el convento se quemara. Para no dejar el espacio vacío, posteriormente se levantó un pequeño teatro para conciertos y bailes. Tenía un aforo de 600 personas y se inauguró el 21 de agosto de 1837.

En 1861, en plena celebración de carnaval, y entre el bullicio y la multitud, el teatro fue arrasado por las llamas. La leyenda cuenta que después de este incendio se encontró en los escombros un papelito en el que se leía: «soy un búho y voy a solas, si lo volvéis a levantar, lo volveré a quemar».

A pesar de lo ocurrido, se levantó un nuevo edificio, pero esta vez el lugar era solo frecuentado por las clases más altas de la ciudad. Además, ya no se hacían fiestas ni espectáculos, sino que solo se realizaban óperas.

Sin embargo, este nuevo edificio y su selecto público no se salvaron de la mala suerte del lugar, ya que en 1893 un anarquista español, Santiago Salvador, lanzó dos explosivos en el Liceu. Ese día se estrenaba el «Guillermo Tell» de Rossini, el estreno de la temporada de invierno, y se encontraban en el lugar grandes familias catalanas.

Salvador se camufló entre las butacas y al iniciar el segundo acto arrojó dos bombas. La primera estalló y ocasionó la muerte de 20 personas y la segunda no logró estallar. Después de esto, Salvador fue capturado en Zaragoza y condenado a muerte.

Casi un siglo después, en 1994, ocurrió el último incidente en el Liceu. Durante unas tareas de mantenimiento en el edificio, una chispa alcanzó el telón del escenario y provocó que el teatro entero se quemara, continuando la maldición que se dice que tiene el lugar. Se iniciaron obras de reconstrucción siguiendo el plan de diseño que se planteó en el siglo XIX. La reconstrucción duró unos cinco años.

Algunos atribuyen esta serie de eventos a que en el pasado se realizaron rituales paganos en el lugar y que todas las tragedias son los monjes castigando el lugar.

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