Ejército de Tierra El alcalde de Madrid y la estatua olvidada del legionario
El bronce de la estatua está fundido con la sangre que los legionarios han derramado a raudales al servicio de España
Hace ocho meses, en estas mismas páginas, preguntábamos cuándo iba a estar colocada en su pedestal la estatua en recuerdo de los cien años de la fundación de La Legión Española, que ya entonces dormía desde hace demasiado tiempo el sueño de los justos en un almacén.
Nuestro alcalde, Martínez Almeida, siempre que se le pregunta por el tema dice que pronto, que muy pronto estará puesta en una calle de Madrid. Pero la verdad es que la estatua sigue sin poder ser disfrutada por los madrileños y por todas las personas que visitan la ciudad.
En estos días se cumple el 102 aniversario de la fundación del Tercio de Extranjeros, luego Legión Española. Parece un buen momento para recodarle al alcalde su promesa. El bronce de la estatua está fundido con la sangre que los legionarios han derramado a raudales al servicio de España y de los españoles: 9.722 muertos, 35.200 heridos, más de 1.000 desaparecidos… en total 46.000 bajas, 7 Laureadas de San Fernando Colectivas y 22 Medallas Militares, 23 Laureadas de San Fernando individuales y 211 Medallas Militares. Debemos recordar que los legionarios, nuestros legionarios, van donde nosotros les ordenamos que vayan.
En los últimos años han estado recorriendo medio mundo llevando en su hombro el parche con la bandera española. Desde 2017 han ido a Irak, a Mali tres veces y a Líbano.
Los legionarios han cambiado mucho a lo largo de su ya siglo de vida. A simple vista poco tiene que ver un legionario de los tiempos fundacionales de la guerra de Marruecos con los legionarios del siglo XXI, como es mi antiguo alumno, graduado en Historia, Eusebio, pero los legionarios siguen siendo los mismos, ha cambiado su armamento, sus medios de transporte y han mejorado sus condiciones de vida, pero solo eso.
Credo legionario
El credo legionario sigue marcando las 24 horas de cada uno de sus días. Es lo primero que se aprende al llegar a una bandera de La Legión:
- El espíritu del legionario, es único y sin igual, es de ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta.
- El espíritu de compañerismo, con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos.
- El espíritu de amistad, de juramento entre cada dos hombres.
- El espíritu de unión y socorro a la voz de «A mí la Legión», sea donde sea, acudirán todos, y con razón o sin ella defenderán al legionario que pide auxilio.
- El espíritu de marcha: jamás un Legionario dirá que está cansado, hasta caer reventado, será el Cuerpo más veloz y resistente.
- El espíritu de sufrimiento y dureza, no se quejará: de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed ni de sueño; hará todos los trabajos: cavará, arrastrará cañones, carros, estará destacado, hará convoyes trabajará en lo que le manden.
- El espíritu de acudir al fuego: La Legión, desde el hombre solo hasta la Legión entera acudirá siempre a donde oiga fuego, de día, de noche, siempre, siempre, aunque no tenga orden para ello.
- El espíritu de disciplina, cumplirá su deber, obedecerá hasta morir.
- El espíritu de combate: La Legión pedirá siempre, siempre combatir, sin turno, sin contar los días, ni los meses ni los años.
- El espíritu de la muerte, el morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde.
- La bandera de La Legión; la Bandera de La Legión será la más gloriosa porque la teñirá la sangre de sus legionarios.
A pesar de que la tecnología ha llegado a La Legión, y con ella la guerra moderna, sus valores hacen del legionario un soldado único y sin igual. El ya fallecido teniente coronel Recena contaba que siendo brigada en Bosnia fue enviado con una sección a intentar para un tiroteo entre serbios y musulmanes. Nadie les hacia caso y los tiros rebotaban en el blindaje de sus BMR dando ritmo a la escena. Las peticiones con altavoces para pedir paz eran ignoradas. Encerrados en sus vehículos blindados un cabo le dijo a Recena si le parecía bien poner en los altavoces algo de música. ¡Haz lo que te salga de...! El cabo conecto su walkman y empezó a sonar El Fari cantando patrullando la ciudad. Se paró el tiroteo.
Los legionarios de ayer, de hoy y de mañana siguen siendo eso, legionarios y merece nuestro cariño y respeto pues nacen de nosotros. ¿Señor Alcalde, para cuándo la estatua en homenaje de nuestros legionarios en Madrid?