
Tortilla de patata
La tortilla típica de un municipio gallego que nada tiene que ver con Betanzos: es dulce y de origen italiano
Su elaboración es sencilla, pero requiere de precisión para lograr la textura adecuada
La gastronomía gallega es conocida especialmente por sus platos de mariscos, empanadas y postres tradicionales, pero hay una especialidad dulce que destaca por su sabor y su origen. Se trata de una tortilla pero en esta ocasión dulce y con origen italiano.
Una tortilla muy peculiar por su origen
Se trata de la tortilla romana. Es un postre típico de Muros, en la provincia de La Coruña, que tiene un origen que se remonta a mediados del siglo XX y está vinculado a la llegada de un barco italiano a la ría de Muros.
Muros es un puerto pesquero de la Costa de la Muerte que históricamente ha sido un enclave estratégico para la navegación y el comercio marítimo. Y es en este punto en donde entra en juego la tortilla romana.

Esta es la tortilla romana
En agradecimiento por la hospitalidad recibida, el capitán italiano compartió con la dueña del establecimiento la receta de un postre que él conocía: la frittata dolce soufflé.
Con el tiempo, esta receta se fue adaptando a los ingredientes locales hasta convertirse en la tortilla romana que terminó por convertirse en un clásico en las celebraciones de la zona y, posteriormente, su popularidad se extendió a otras localidades cercanas.
Una receta convertida en un clásico
Durante décadas, la receta se mantuvo en secreto en las cocinas de Muros. Aunque el negocio de Casa Petra desapareció en 1955 debido a un incendio, la receta sobrevivió gracias a que se había expandido, lo que permitió que la tortilla romana empezase a formar parte del menú de otros establecimientos.
La receta tradicional de la tortilla romana es sencilla, pero requiere de precisión en su elaboración para lograr la textura adecuada. Los ingredientes básicos son los huevos, azúcar, crema pastelera, licor, mantequilla y azúcar caramelizada.
La mezcla de huevos batidos con azúcar se vierte en un molde previamente engrasado y se cuece hasta que adquiere una consistencia firme. Luego, se rellena con crema pastelera y se espolvorea con azúcar, que se carameliza con un soplete o en el horno. La tortilla romana se hornea en lugar de freírse, lo que le otorga una textura ligera y esponjosa.
Hoy en día, se mantiene una receta que llegó por mar y se quedó en Galicia para siempre.