Los horrores de la cárcel tailandesa de Koh Samui: «Pasé todo el tiempo con las piernas en el inodoro»
Varios presos han relatado las condiciones de insalubridad y humillación sufridas en el penal donde ha ingresado Daniel Sancho
Que la realidad supera a la ficción es una frase manida que, a buen seguro, Rodolfo Sancho jamás pensó que viviría de este modo. Han pasado apenas unos días desde que el hijo del actor confesase ser el autor de uno de los crímenes más polémicos e inexplicables de los últimos años. Un asesinato, el cometido por Daniel Sancho, que nadie de su entorno se explica y que ya ha supuesto la primera noche en la cárcel para el hijo del famoso intérprete español.
Las cárceles de Tailandia son famosas por su penosas condiciones para los presos. La prisión de Koh Samui, donde ha ingresado Sancho a espera de juicio, no es la peor considerada del país, pero el día a día es una pesadilla. En 2016 dos personas que habían estado encerrados en ella hablaron con la bloguera Mia Escobud e hicieron públicos los horrores que habían vivido intramuros del lugar.
Con una capacidad para 3.500 reos, se estima que el número de retenidos en la cárcel roce las 7.000 personas, es decir, el doble, reduciendo mucho los espacios personales de cada uno de los delincuentes allí retenidos. Sin camas en las celdas, los presos cuentan con tres mantas para dormir, una para poner sobre el suelo, otra para cubrirse y otra que haga de almohada. «Pasé todo el tiempo allí con las piernas en el inodoro, los pies de otros presos en mi cara. El ancho de mi espacio era de aproximadamente 14 pulgadas de ancho. En un momento de la celda no podías extender las piernas de lo lleno que estaba», aseguró uno de los exreclusos en la mencionada entrevista.
Caldo maloliente y huesos de pollo
La rutina de un día en esta cárcel comienza a las 6 de la mañana con un pitido de silbato. A las 6:45 se hace el primero de varios recuentos de prisioneros y pueden ir al baño para asearse. A las 08:30 y tras cantar el himno, los presos desayunan lo que se ha descrito como «arroz desagradable y caldo maloliente». Un plato muy similar al de la comida, compuesto por el mismo arroz y huesos de pollo. En este momento los criminales pueden pedir comida fuera por lo que al cambio son alrededor de 3€.
Entre las 2 y las 4 de la tarde los habitantes de Koh Samui tienen tiempo para hacer deporte, leer, charlar, o incluso jugara a juegos de mesa. También es en ese tramo horario cuando Daniel Sancho podrá ducharse. Un momento complicado ya que lo hará a la vez que otras 15 personas y a ritmo de un silbato que les marca cuando mojarse, cuando enjabonarse y cuando aclararse para salir, siendo el agua muy limitada. A partir de esa hora y hasta las 9 de la noche los presos deben permanecer en sus celdas. Habitáculos en los que no pueden ni estirarse debido a la falta de espacio y en los que se permite fumar a pesar de no tener disponibles mecheros.
Unas duras condiciones de vida a las que hay que añadir registros, cacheos e incluso abusos de autoridad, en las que a pesar de ya estar ahí el presunto criminal español todavía no se ha visto envuelto ya que, durante los primeros diez días, permanecerá aislado debido al protocolo COVID de la prisión.