La diferencia entre tener la etiqueta C o Eco es cada día más importante

La diferencia entre tener la etiqueta C o Eco es cada día más importante

Ventajas

¿Por qué es mentira que un coche con etiqueta Eco contamina menos que uno con etiqueta C?

Las ventajas que ofrece cada etiqueta no está justificada por la diferencia de emisiones que suele haber entre los coches de una y otra categoría

El actual sistema de etiquetas fue diseñado por la Dirección General de Tráfico en 2016, por lo cual no es extraño que siete años después la clasificación esté obsoleta en varias de sus categorías, y que los fabricantes hayan movido hilos en el desarrollo de sus coches para hacerlos entrar con calzador en las etiquetas más ventajosas.

Este es el caso de los coches con etiqueta Eco, a día de hoy uno de los distintivos medioambientales más ventajosos que hay pero que en muchos casos lucen coches que en absoluto serían merecedores del mismo, de hecho serían coches que deberían estar en la categoría C por pleno derecho.

Etiqueta Eco, un coladero

Para empezar conviene definir qué coches tienen acceso a la etiqueta Eco y que coches disponen de etiqueta C.

  • Etiqueta C: coches y furgonetas de gasolina matriculadas a partir de enero de 2006 y diésel a partir de 2014.

  • Etiqueta Eco: este distintivo hace referencia a coches híbridos, microhíbridos y coches de gas GNC o GLP.

En su momento la etiqueta Eco dio cabida a cualquier coche con motor de combustión que contara con cualquier tipo de asistencia eléctrica. Son los denominados mild hybrid, o híbridos ligeros, coches que cuentan con una pequeña batería y un generador eléctrico para recargarla.

Muchos de los coches híbridos disfrutan de ventajas que no les corresponden

Tras este nombre se esconden muchas alternativas

La mayor parte de las veces, en este tipo de automóviles el sistema eléctrico no se hace cargo de mover el vehículo en ningún momento, sino que simplemente sirve para alimentar determinados órganos eléctricos, como puede ser el sistema de arranque y parada start&stop.

Mejor un ejemplo

De esta forma el ahorro de emisiones y de consumo es más simbólico que real. Por ejemplo, si tomamos como muestra un Kia Sportage en versión gasolina 1.6 T-GDi y su equivalente híbrido 1.6 T-GDi MHEV, ambos de 150 caballos, descubrimos una diferencia de consumo de sólo 0,2 litros a los 100 kilómetros a favor del híbrido.

En este caso el normal homologa 6,7 litros a los 100 kilómetros, con unas emisiones de CO2 de 152 gramos/kilómetro, mientras que su equivalente híbrido ligero firma 6,5 litros a los 100kilómetros y 148 gramos.

El modelo más vendido de la marca en España se llama Sportage

El Kia Sportage es un ejemplo perfecto, pero en el mercado hay decenas

Este ejemplo es extensible a decenas de modelos del mercado que utilizan denominaciones híbridas ambiguas que les permite disponer de ventajas más allá de las que deberían tener. El problema es que el calificativo híbrido ha perdido gran parte de su significado para transformarse en un término ambiguo o un argumento de marketing.

En el día a día un coche con etiqueta Eco te permite disponer de ventajas como aparcar en las zonas de estacionamiento regulado con un 50 % de descuento o circular prácticamente sin limitaciones por cualquier ciudad. Nada que ver con un etiqueta C, que por ejemplo en Madrid está obligado a estacionar en un parking en caso de entrar en la zona Centro.

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