Siempre en apoyo de sus dos hijas

Vidas tan extraordinariamente largas y especiales como ha sido la de Soledad García-Conde Tartière, viuda de Guillermo Luca de Tena y Brunet, marqués del Valle de Tena, que murió este domingo en Madrid a los 97 años de edad, pueden parecer a las generaciones jóvenes de la actualidad como improbables historias de tiempos remotos. Algo de eso hay porque de hecho se unen en Soledad García-Conde unas circunstancias que convierten en extraordinaria la vida de una madre de familia que se volcó en sus dos hijas Catalina y Soledad. Ambas estaban presentes cuando le llegó el final de forma plácida.

Nacida de la unión de dos conocidas familias asturianas con un padre diplomático y un abuelo, nada menos que José Tartière, bilbaíno de nacimiento, francés de origen y asturiano de apasionada adopción, el gran pionero de la industria siderúrgica, de la generación hidroeléctrica y la banca en Asturias.

Con su matrimonio con Guillermo, segundo varón de los nueve hijos de Juan Ignacio Luca de Tena, un gigante de la prensa española del siglo XX, entró en la familia propietaria de ABC que es también un nombre que define como pocos las venturas y los reveses de la libertad y la defensa de valores conservadores y monárquicos en la historia de España. La familia Luca de Tena ha representado durante cuatro generaciones los triunfos y los sinsabores de la prensa española y los editores de medios. La culta y empedernida lectora Soledad siempre estuvo atenta tras la muerte de su marido en 2010 en el apoyo a sus dos hijas, Catalina presidente de ABC hasta 2020 y ambas accionistas del grupo Vocento en el que se integró ABC.

Su gran pasión fueron los deportes y especialmente la equitación que practicó hasta pasados los setenta años. Y que después continuó con su puntual presencia en toda la temporada de carreras en Madrid. Más allá de labores representativas, que su independencia y carácter pronto dejaron de lado, eran los caballos y el tenis las disciplinas favoritas de esta gran deportista que conservó su agilidad hasta bien entrados los noventa años.

Soledad García-Conde y Tartière, marquesa viuda del Valle de Tena, deja una indeleble huella de gratitud por su inmensa generosidad hacia toda su familia y ha sido incinerada por deseo propio y reposará junto a su marido Guillermo Luca de Tena, en la cripta de la Parroquia de la Concepción en la calle Goya de Madrid.