Corchos
Federico Mayor Zaragoza es el más resistente y navegante de los últimos sesenta años. Ha ganado más Grand Slam de enchufes trepadores que Rafael Nadal en el tenis
Hay personas que son como los corchos. Siempre flotan. El corcho viene del alcornoque, como los tarugos, pero este tipo de personajes nada tienen que ver con las comparaciones peyorativas de tarugos y alcornoques. Su misión en la vida no es otra que la de flotar en cualquier modalidad de aguas, incluidas las fecales. Aguas bravas, aguas mansas, aguas saladas y aguas dulces, aguas limpias y aguas sucias. En el Banco Central que presidía Ignacio Villalonga, el presidente que precedió a Alfonso Escámez, trabajaba o lo que fuera, un tipo muy simpático que no era ni consejero ni desempeñaba cargo ejecutivo alguno, pero, al igual que las Segrelles y el escultor Santiago de Santiago, salía en todas las fotos. Un día le preguntaron por su cometido en la entidad y respondió con una sonrisa de oreja a oreja: «Soy el corcho preferido de don Ignacio». Y se jubiló de corcho con Escámez de presidente, que respetó su insuperable habilidad flotante.
La política, las grandes empresas y muchas profesiones dan cobijo a corchos flotadores que jamás se hunden. También las fundaciones y foros. He leído que un foro, importantísimo como todos los foros, denominado Foro Patrimonio Mundial de España, –¡toma Jeroma pastillas de goma!–, ha designado a la escritora Carmen Posadas «embajadora del Patrimonio Cultural de España». Una responsabilidad muy seria, de altura inalcanzable. El presidente de tan importante foro no es otro que Ignacio Buqueras, que preside muchas más ocurrencias. Algo así le sucedió a mi respetado Gregorio Marañón Moya con Franco. El jefe del Estado recibía en audiencia los miércoles. De menor a mayor importancia. La primera audiencia de la mañana, es un decir, a los Amigos de los Castillos, presidida por Gregorio Marañón Moya. Breve discurso, y a paseo. La segunda, a la recién establecida Asociación de Amigos de la Capa, otro supuesto, presidida por Gregorio Marañón Moya. Sintética prédica, y a paseo. Después recibía al consejo de una gran empresa, al embajador de turno, a una comisión militar y, finalmente, a una institución nacional, el Instituto de Cultura Hispánica, presidido por Gregorio Marañón Moya. Al ser saludado por tercera vez en una mañana por Marañón Moya, el generalísimo, que al hablar ceceaba, mantuvo la mano de Marañón en la suya, le miró fijamente a los ojos y le preguntó: «Una curiozidad, Marañón. Uzted, ¿cuándo trabaja?». Si no es cierto, está estupendamente contado. Gracias.
He leído que entre los patronos del Foro que ha nombrado a Carmen Posadas «embajadora del Patrimonio Mundial de España» destaca Federico Mayor Zaragoza. Este hombre sí que ha flotado en todas las aguas. Fue, durante el franquismo, rector obediente de la Universidad de Granada. Ministro con UCD. Director general de la Unesco, ya en su etapa de izquierdista de toda la vida. Y cuando se quedó sin nada que hacer, como buen corcho, flotó en las aguas turbias de la Alianza de Civilizaciones, aquella carísima estupidez de Zapatero. Y en la actualidad, el corcho flota en el universalmente conocido y prestigiado Foro Patrimonio Mundial de España. Y me dejo en el tintero decenas de cargos más.
Se trata pues, del corcho más resistente y navegante de los últimos sesenta años. Ha ganado más Grand Slam de enchufes trepadores que Rafael Nadal en el tenis. Mi enhorabuena a su línea de flotación, que acompaño con un deseo de triunfo a Carmen Posadas, nuestra sencilla embajadora honoraria del Patrimonio Mundial de España.
Corchos.