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Agua de timónCarmen Martínez Castro

Charo y el Ministerio de la Propaganda

Si la culpa del fracaso de la ley del 'solo sí es sí', la tuvieron los jueces machistas ahora han endosado al Ministerio del Interior las supuestas deficiencias en sus protocolos de prevención

Actualizada 10:15

El Ministerio de Igualdad comenzó las Navidades con una de sus campañas absurdas y frentistas; era aquella Charo que, harta de trabajar, se pilla la gran cogorza en Nochebuena mientras los hombres de la casa, unos remedos de Homer Simpson, demuestran su absoluta incompetencia en labores domésticas y todo acaba siendo un desastre. El anuncio era el compendio de todos los topicazos que componen el imaginario feminista de la pandilla que Sánchez tiene colocada en el Ministerio. Charo, la víctima de la insolidaridad masculina, luce desastrosa en bata de boatiné, el árbol de Navidad no puede ser más cutre y todo resulta tan rancio que parece sacado de la primera temporada de Cuéntame.

El anuncio que el Ministerio nos sirvió como aperitivo de las Navidades ha devenido en apenas unos días en un sarcasmo hiriente frente a la durísima cifra de más de una docena de mujeres asesinadas en el mes de diciembre. La realidad, de un manotazo brutal, se ha llevado por delante todas las chorradas demagógicas en las que invierten su tiempo y nuestro dinero las responsables del Ministerio de Igualdad para poner el acento en la principal tarea de la que deberían ocuparse, el problema dramático de la violencia de género para el que seguimos sin encontrar la solución.

Cuando Montero y sus asesoras se han tenido que enfrentar a esa realidad que les ha desbordado han recurrido a su táctica favorita, buscar un culpable sobre el que descargar su responsabilidad; si la culpa del fracaso de la ley del 'solo sí es sí', la tuvieron los jueces machistas ahora han endosado al Ministerio del Interior las supuestas deficiencias en sus protocolos de prevención y estamos a cinco minutos de que el PP o Vox entren también en la pedrea del «a mí que me registren».

Podemos llegó al Ministerio de Igualdad para enmendar la plana a todo lo que se había hecho hasta entonces, que no fue poco. Su único logro en estos tres años de gestión es haber reventado todos los consensos en la materia y haber convertido las políticas de género un instrumento más para la polarización de la sociedad. De ahí esas carísimas campañas –20 millones el año pasado– en las que la mujer siempre es la víctima desvalida y el hombre un malvado agresor. Lo ocurrido con este Ministerio dedicado a la publicidad idiota, cuando no ofensiva, mientras el drama de la violencia de género se mantiene indiferente a la demagogia feminista y progresista es una paradoja muy inspiradora ante el año electoral que tenemos por delante.

Una vez que a Charo se le haya pasado la resaca de Nochebuena tendrá que enfrentarse a los números rojos que le han dejado la cuenta las compras y los regalos navideños. El inútil del hijo que no es capaz ni de ayudarle a poner la mesa habrá cobrado 400 euros para videojuegos pero ella tendrá que tendrá que buscar a un cuñado listo que le explique si tiene derecho a cobrar 200 euros y cómo hacerlo. Se quedará tan espantada como todos nosotros ante el último asesinato machista y se preguntará, con bastante razón: «¿Y el Ministerio de Irene Montero, para qué sirve?».

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