Pongamos que hablo de Madrid
Hasta Rita Maestre tuvo la oportunidad de mostrarse como una estadista, o al menos como una política con sentido común
Con todos los respetos para Feijóo y su plan de calidad institucional, para Sánchez y sus partidas de petanca o para Yolanda Díaz y sus respuestas de Miss Mundo a la cuestión del envío de tanques a Ucrania, creo que la batalla política por el Ayuntamiento de Madrid se está destapando como una de las más entretenidas en las próximas elecciones de mayo.
Esta semana ha demarrado Begoña Villacís con un movimiento audaz como es el de pedirle a su partido que le deje integrarse en las candidaturas del PP. Ignoro dónde dará con sus huesos políticos la actual vicealcaldesa, pero, de entrada, ha dinamitado el estreno de la nueva dirección de Ciudadanos. El movimiento de Villacís no debe ser criticado como una traición sino como el simple reconocimiento de la realidad dictada ya por los votantes: el único futuro de lo poco que queda de Ciudadanos es el Partido Popular.
Luego está lo de la candidata del PSOE, Reyes Maroto, a la que solo le falta encadenarse a las columnas del Ministerio como Tita Thyssen se encadenó en su día a los árboles del Paseo del Prado. Se comprende lo duro que debe ser abandonar el Ministerio, el reparto de los fondos europeos y el chollo de los Paradores por un incierto futuro político que oscila entre ser portavoz de la segunda o de la tercera fuerza política del Ayuntamiento. Pero haber perdido el favor del César no justifica una agresión tan cruel y gratuita a sus eventuales votantes como la que acaba de perpetrar la candidata socialista al ayuntamiento de la capital.
Todo viene a cuento del video promocional de Madrid que ha protagonizado Mario Vaquerizo. Como es habitual, TV3, que ha hecho del odio a España la única razón de su existencia, realizó una parodia en la que muestra a Madrid como aquel infierno del catecismo del Padre Ripalda, el conjunto de todos los males sin mezcla de bien alguno, pero que la candidata se apresuró a calificar como genial. Este despropósito nos lleva de nuevo a aquella certera profecía de Rubalcaba: pactas con los malos para hacerlos buenos y acabas convertido en otro malo más. Y no el más inteligente, cabría añadir.
Es difícil imaginar mayor despropósito para comenzar una campaña electoral a Madrid que utilizar como argumento los ataques del independentismo catalán contra Madrid. Hasta Rita Maestre tuvo la oportunidad de mostrarse como una estadista, o al menos como una política con sentido común, al reivindicar la ciudad de Madrid frente al derroche de prejuicios y dicterios lanzados por TV3.
Si a Sánchez le gritan «Que te vote Txapote» a Reyes Maroto bien pueden decirle «Para tu carrera, pídele el voto a Junqueras». Otra opción es que a partir de ahora traslade su campaña de Madrid a Barcelona, donde Collboni seguro que le puede sacar partido a tan estelar estrategia electoral.
Así las cosas a nadie puede extrañar el optimismo del alcalde Martínez-Almeida. Está tan eufórico que hasta se ha permitido el lujo de anunciar como primer punto de su programa que en la próxima legislatura tiene previsto casarse. Habrá que ver cómo se las ingenia para cumplir.