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Agua de timónCarmen Martínez Castro

Sánchez y el indio meón

El contador de violadores beneficiados por la ley es el sismógrafo del terremoto causado por el choque entre la demagogia y la realidad

Actualizada 01:30

Por primera vez en esta legislatura Sánchez tiene cara de dormir mal a pesar de que Pablo Iglesias ya no está en el gobierno desde hace tiempo. El agujero que la ley del sí es sí está haciendo en el cántaro de sus ambiciones políticas no tiene reparación posible. La rectificación que ha anunciado no evitará el goteo de nuevas rebajas de penas a cientos de agresores sexuales en las próximas semanas y tampoco servirá para diluir su responsabilidad absoluta en el estropicio y en la alarma social que ha causado.

Pasará algún tiempo hasta que afloren las consecuencias de otras decisiones de este gobierno como la reforma del código penal, el aumento de la deuda pública o el agujero que se está creando en el sistema de pensiones con una gestión caótica e irresponsable. Nada de esto saldrá gratis, pero probablemente no será Sánchez quien haga frente a sus consecuencias. Sin embargo, la ley del sí es sí le está pasando su factura en el peor momento posible como es el año electoral. Nadie habla de la subida de las pensiones y todo el mundo comenta el caso del último depredador sexual beneficiado por la ley del gobierno.

A estas alturas no cabe duda sobre cuál será la aportación de Sánchez a la historia de España. Serán sus pactos con lo peor y lo más extremista de la política, su alianza con Podemos, ERC y Bildu, cuyas consecuencias esta ley explica mejor que ningún sesudo tratado de teoría política. El contador de violadores beneficiados por la ley es el sismógrafo del terremoto causado por el choque entre la demagogia y la realidad. Lo mismo se podría decir de los indicadores sobre pobreza y exclusión, la renta nacional, la calidad del empleo o el mercado del alquiler de vivienda. Toda la farfolla izquierdista naufraga frente a la realidad de los hechos: en España se vive hoy peor que hace cinco años

La lucha contra la violencia machista siempre fue una cuestión de consenso entre los grandes partidos; en 2017 se firmó un Pacto de Estado que pasó por el Parlamento sin un solo voto en contra y que comprometía hasta 600 millones de euros en ayudas a Comunidades Autónomas y Ayuntamientos para desarrollar medidas de protección a las mujeres. Pero la llegada de Podemos al Gobierno vino a dinamitar ese consenso como cualquier otro que pudiera existir en la política española. La lucha contra los crímenes machistas se convirtió en uno de los principales asuntos de polarización hasta que hemos llegado a la situación actual: la coalición de gobierno ya solo es un zombi con los socios apuñalándose sin recato alguno a la vista del personal.

El espectáculo que esta semana nos ha deparado el ejecutivo ha venido a reescribir una de las más famosas citas de la política moderna. El clásico indio meón no está ni dentro de la tienda meando hacia fuera, ni fuera de la tienda meando hacia dentro; está dentro de la tienda meando hacia dentro y poniéndolo todo perdido. Es lo que ocurre cuando escoges de compañero de viaje al más guarro e impresentable de todos los indios de la pradera. No me extraña que Sánchez luzca ojeras.

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