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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Parados, necios, ofendidos y vagos

Sánchez es un NODO perpetuo que solo fabrica sociedades sumisas y subsidiadas que se creen víctimas de algo

Actualizada 01:30

Pedro Sánchez se fue a Fuenlabrada a grabar el siguiente capítulo del NODO, con otros cuatro seguidores de las Juventudes Sanchistas que no suelen ser vistos en comedores sociales, pero no faltan allá donde el presidente les reclama y hay pastas y té.

Creíamos que en la cantera socialista eran cuatro gatos, pero a juzgar por la facilidad para encontrar extras en los folletines de Pedro debemos rectificar: hay una nueva hornada de talentosos chavalines dispuestos a inmolarse como Adriana Lastra o Miquel Iceta y dejar los estudios y cualquier trabajo de verdad para asumir la heroica tarea de convertirse en cargo público desde la infancia hasta la jubilación, en estresantes jornadas de cuatro horas de indolencia y veinte de extenuante absentismo.

De la contumacia del líder para rodar una serie eterna con risas y aplausos enlatados versarán algunas tesis doctorales del futuro, pero al corto plazo denotan una perversa convicción del actor en cuestión.

Sabe que son productos para sus cheerleaders o para gente poco instruida, y cree, por tanto, que hay la suficiente gente sin preparación como para comerse el sapo y que le sepa a filete del bueno, ése que alguna vez pudo comerse en las mismas mesas españolas donde ahora se sirve un pollo ocasional.

Para que el sanchismo funcione, necesita que la gente sea idiota y esté arruinada, dos misiones a las que el Gobierno dedica todo su tiempo, toda su maldad y todos sus recursos, que son los nuestros.

El socialismo ha sido, desde que lo dejó Felipe y sobrevino la primera plaga de Zapatero, duplicar o triplicar el precio de todo, exprimir la menguante economía productiva que componen los trabajadores por cuenta ajena, los autónomos, el pequeño comercio y las empresas familiares y, finalmente, repartir en forma de dádivas una parte del botín hurtado.

Para eso necesita que una mayoría se sienta víctima de algo, no tenga demasiadas lecturas y sea razonablemente pobre; tres características que funcionan cuando se rematan con una apuesta decidida por fabricar vagos y perezosos convencidos de que la sociedad les debe siempre algo y que ahí está Sánchez para abonar la factura si a cambio le venden su alma y su voto.

En Fuenlabrada, que forma parte de ese cinturón rojo residual que Gallardón y Aguirre convirtieron en un lugar decente con universidades, transporte, zonas residenciales y un desarrollo industrial aún vigente, Sánchez ha desvelado su truco para engañar a los chavales: dedicar una parte de lo que les confisca a sus padres a intentar comprar a su hijos con una beca que perpetuará estudios innecesarios como preludio de ingresos masivos en las listas del paro.

España tiene el mayor paro juvenil de Europa, uno de los peores rendimientos educativos del mundo civilizado y una falta galopante de empresas competitivas capaces de albergar a quienes hoy acuden a facultades inútiles cuya existencia solo se explica por el negocio político que representan.

Las becas son para alimentar ese sistema perverso que solo sirve para retrasar el choque con la vida real de tanto joven despistado que quiere ser licenciado, aunque no sabe para qué, y acaba desarrollando la idea plañidera de que el mundo le maltrata y está en deuda con él.

Sánchez necesita el GPS para ir a Fuenlabrada, de donde huyen los cargos socialistas en cuanto encuentran habitáculo en la fascista sierra madrileña, pero el resto necesitamos una brújula para entender que el estado de bienestar no existe ni sobrevivirá por el buen corazón de nadie, sino por la abundancia de recursos y la contribución razonable a su sostenimiento del mayor número de personas posibles.

Un país con becarios, subsidiados, pensionados y ofendidos tiene el mismo futuro que un tren diseñado por el Ministerio de Transportes para Cantabria o una ley perpetrada por el Ministerio de Igualdad. Pero el NODO de Sánchez está a nada de emocionarnos con el estreno de un nuevo pantano en esta charca que ya somos.

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