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HorizonteRamón Pérez-Maura

Las mentiras de Yolanda

Lleva casi dos décadas promoviendo el cambio y lo único que ha cambiado en este largo peregrinar es su propio look. Eso sí, radicalmente

Actualizada 09:43

El lanzamiento dominical de la candidatura de Yolanda Díaz a «la Presidencia de España» no pudo estar más llena de mentiras. Empezando por ese anuncio de candidatura. Como cualquiera sabe, no existe la Presidencia de España porque España es un Reino. Así que o Yolanda no se entera de nada, o miente para darse ínfulas o con esa dulzura de merengue que le caracteriza está anunciando una revolución. Sería de agradecer una clarificación a la brevedad posible.

Los muchos medios afines a la coalición gobernante nos exaltaron el acto destacando la presencia de «miles» de personas en el Polideportivo Antonio Magariños. Lo que a mí me llamó la atención fue que se escogiera ese lugar en el corazón del Madrid más exclusivo. Tiene cierta lógica porque cualquiera que vea a la vicepresidente Díaz comprende que a ella lo de mezclarse con la clase obrera no le va nada. Tiene gracia que esta supuestamente «nueva» izquierda –que es exactamente la misma de siempre, sin matices– escoja un pabellón que lleva el nombre de un pedagogo que hizo una gran carrera durante la oprobiosa dictadura franquista. Tanto, que tras morir Magariños en 1966 se decidió otorgar su nombre al pabellón que se empezó a construir entonces y se inauguró en 1971. Todavía es posible que hayan caído en la cuenta de quién era Magariños con motivo de la concentración dominical y antes de las elecciones generales le apliquen alguna derivada de la ley de la anti memoria y le quiten el nombre. Todo es posible.

Pero lo que no van a poder hacer es disimular las mentiras sobre los supuestos «varios miles» de asistentes al acto de los que hablo Alberto Garzón, el ministro de la nada. Porque la capacidad oficial del pabellón son 600 personas. Así que, si metieron miles, espero que les caiga la correspondiente sanción administrativa. No se preocupen: espero sentado.

El nomadeo político de la hoy vicepresidente segunda del Gobierno por designación de su nueva némesis política, Pablo Iglesias, arranca con su ingreso en el Partido Comunista de España en 1986. Es decir, ella era de los que creían en el comunismo antes de la caída del Muro de Berlín. Y no parece que el derrumbe de aquella infamia le hiciera reflexionar mucho. Claro que en aquella época todavía no era rubia ni pretendía pasar por ser izquierda caviar. Su carrera en Galicia se cuenta por fracasos: candidata de Izquierda Unida a la Presidencia de la Junta de Galicia en 2005. Resultado un 0,8 por ciento de los votos y ninguna representación. Repitió candidatura y resultados en las elecciones gallegas de 2009. Nada. Finalmente en las de 2012 hizo su primer «Sumar» en Galicia donde Izquierda Unida se coaligó con Anova-Irmandade Nacionalista, Espazo Ecosocialista Galego y Equo-Galicia, constituyendo una lista única denominada Alternativa Galega de Esquerda (AGE), que consiguió 9 diputados. O sea que lleva casi dos décadas promoviendo el cambio y lo único que ha cambiado en este largo peregrinar es su propio look. Eso sí, radicalmente.

Ahora hemos visto en el acto del Magariños cómo merodean a su alrededor en el estrado un pijo quinceañero –lo que tiene lógica en este caso– un chamán bolivariano, que tiene más lógica todavía y Ada Colau a la que la vicepresidente presentó diciendo que «has convertido a Barcelona en un referente internacional». Lo que no es mentira, pero tampoco es verdad. Aunque Díaz no se lo crea, Barcelona se convirtió en un referente internacional en 1992 gracias a la gestión del Gobierno de Felipe González, el carisma del Rey Juan Carlos y el apoyo de todos los españoles. Desde la llegada de Colau a la alcaldía en junio de 2015 la decrepitud de Barcelona se acelera exponencialmente y hoy sólo es una referencia internacional por el lamentable estado de la ciudad. Tan decrépita como la ideología de Yolanda Díaz y Sumar. Más de lo mismo de siempre.

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