La pregunta del verano
Si alguna pregunta merece el primer lugar del ranking es qué estará pasando estos días por la cabeza de Carles Puigdemont. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Esa es la auténtica cuestión
La pregunta del verano bien pudiera ser de qué se habló en el almuerzo que el director de El Debate, Bieito Rubido, organiza cada verano en Cedeira y al que asistieron Mariano Rajoy, Alberto Núñez Feijóo y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. Si hubiera estado Florentino, comensal fijo de otros años, podríamos aventurar que el tema hubiera sido el futuro de Mbappé en el Madrid, pero no ha sido el caso. O el colchonero alcalde de Madrid logró cambiar el guion o la tertulia futbolera de Cedeira hubo de limitarse este verano a la triste situación del Deportivo de La Coruña.
También podríamos preguntarnos por qué nadie habla ya del precio de la gasolina o hasta dónde va a llegar ante la indolencia de un Gobierno que hace unos meses se desvivía por la escalada de precios y ahora sestea en vacaciones sin dedicarle un momento a la cuestión. Lo mismo podríamos decir de otros productos básicos: hay que ir a comprar el aceite con la pastilla de cafinitrina para prevenir infartos que Tamames hizo famosa en su moción de censura o presentarse ante el lineal del aceite con las manos en alto, gesto apropiado al nivel del rejonazo que la botella de aceite supone en la factura semanal de la compra.
En el ranking de preguntas de este verano no puede faltar la que se refiere al futuro de la vicepresidenta en funciones del Gobierno, Nadia Calviño. ¿Conseguirá, por fin, su ansiada promoción a un alto cargo europeo? Después de su derrota en la carrera para presidir el Eurogrupo es lógico pensar que el anuncio de su candidatura venga precedido de un acuerdo previo que le garantice no volver a desempeñar el papelón de derrotada internacional. Pero, puestos a preguntar ¿es consciente Pedro Sánchez de la imagen que esta candidatura traslada dentro y fuera de España? La huida de Calviño pone en cuestión toda la propaganda que los socialistas han desplegado sobre la inevitable continuidad de Sánchez en Moncloa y deja el campo libre para que la comunista sonriente, Yolanda Díaz, haga y –sobre todo– deshaga a su antojo en la política económica del Gobierno si el Frankenstein 2.0 consigue echar a andar.
No puede faltar en esta lista de preguntas la incógnita sobre quién será el próximo dirigente de Vox en poner pies en polvorosa de un proyecto que empieza a asemejarse peligrosamente a otros partidos ya desaparecidos o en trance de hacerlo. La foto de la antigua dirección de Vox, que tanto vemos últimamente, es lo más parecido a la foto de Podemos en su primer Vistalegre, una colección de espectros, un reguero de dirigentes purgados o huidos de la purga dictada por una dirección cada vez más sectaria y enrocada en sus errores.
Aunque si alguna pregunta merece el primer lugar del ranking de este verano es qué estará pasando estos días por la cabeza de Carles Puigdemont. La próxima semana, con la constitución de la Cortes empezaremos a atisbar la respuesta a este enigma, aunque ya resulta bastante humillante que todo el destino de un país esté en manos de un prófugo de la Justicia y un político tan atrabiliario e irredento como su peinado. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Esa es la auténtica pregunta.