De Pasionaria a Óscar Puente
Ayer dos ministras salieron a arremeter contra Juan Carlos Rodríguez Ibarra, un socialista que fue 24 años presidente de la Junta de Extremadura. Y que ahora también debe de ser un «fascista» por defender la Constitución
Así que, en un día normal, sin ninguna escenificación especialmente relevante del proceso de investidura de Pedro Sánchez y sólo 24 horas después de que el Rey encargara la formación de Gobierno al candidato del PSOE, nos encontramos con que el prófugo del que depende la elección de Sánchez ha publicado en su cuenta de Instagram una foto del Rey pronunciando el discurso del 3 de septiembre de 2017. Pero la imagen aparece invertida y acompañada del siguiente texto: «Hoy hace seis años, de noche, Felipe VI decidió poner a la Corona al frente de la represión, y envió en directo un mensaje claro a la población catalana: que iría 'a por ellos'». Con este personaje es con quien quiere pactar Sánchez para sobrevivir políticamente. Esto es lo que Sánchez llama «pacificar» y «normalizar» la situación en Cataluña. Y va a negociar con todos los partidos políticos del arco parlamentario menos con Vox. Para Sánchez Vox es un partido antidemócrata y anticonstitucional, pero Bildu, Junts y Esquerra, entre otros, son demócratas ejemplares. Con un par.
Lo más increíble de este deterioro institucional es que Puigdemont, Junqueras y compañía se saben a punto de cobrar sus grandes piezas cuando el pasado domingo 1 de octubre, apenas consiguieron reunir a un millar de personas en las calles de Barcelona para conmemorar la pantomima electoral de 2017.
Y en paralelo con esta declaración, teniendo los socialistas mayoría absoluta en la alcaldía de Sabadell, 14 concejales de 17, los socialistas, han pactado con Junts para que sus dos concejales sean, uno teniente de alcalde y responsable de promoción económica y proyección de la ciudad, y la otra responsable de turismo. No son negociados menores. Pero la muestra más relevante de cómo es la democracia en la ciudad vallesana, es que Sabadell tiene un equipo de gobierno con 16 concejales y la oposición tiene uno. Ni en la Bulgaria de Teodor Yivkov se armaban mayorías así. Pero el posicionamiento político del prófugo de la Justicia no parece ameritar mayor interés informativo para el Telediario de TVE1 el 4 de octubre de 2023.
Sánchez ha incorporado a su equipo de negociación con otras fuerzas a Óscar Puente, el macarra del 26 de septiembre que sostiene que «trataremos de que en este país se hable de concordia, de diálogo, de paz. Ésa es nuestra agenda». Y lo dice tras el discurso más humillante y vejatorio que han escuchado las Cortes Españolas desde que en junio de 1936 Dolores Ibarruri, Pasionaria, sentenciara a José Calvo Sotelo en las Cortes diciéndole «Este hombre ha hablado por última vez». Un mes después, José Calvo Sotelo era asesinado. Resulta repulsivo que Puente hable de concordia tras verle actuar como lo ha hecho. Y me duele todavía más, porque me trae a la memoria el proyecto de Ley de Concordia que Adolfo Suárez Illana preparó en la pasada legislatura, pero que Pablo Casado nunca le autorizó a presentar tras animarle a redactarlo. En esta España la concordia la promueve Óscar Puente y Adolfo Suárez se ha ido a su casa. Así nos luce el pelo.
Y por no hacer esto excesivamente cansino, me limitaré a concluir recordando que ayer dos ministras salieron a arremeter contra Juan Carlos Rodríguez Ibarra, un socialista que fue 24 años presidente de la Junta de Extremadura. Y que ahora también debe de ser un «fascista» por defender la Constitución. Yo sigo creyendo que la única posibilidad de que Sánchez no sea de nuevo presidente del Gobierno es que tenga alguna grave afección de salud -que no le deseo. Y aún si la tuviera, las Brigadas Internacionales Mediáticas procurarían ocultarla con enorme éxito. Se admiten apuestas.