Y ahora, todos a Cibeles
Nos queda nuestro aliento y nuestra voluntad, nuestras ansias de seguir siendo libres y nuestra capacidad crítica para no resignarnos ante quienes quieren dividir España, emocional y físicamente
Ya se consumó lo que nos temíamos: la investidura de un presidente del Gobierno de España a base de pactos que quieren destruirla. Y en esto no hay ninguna duda, aunque se pongan a retorcer argumentos los insultadores del régimen. Míriam Nogueras dejó el asunto bien claro y el temeroso Sánchez subió tembloroso a la tribuna mostrando una humildad infrecuente en él. Nogueras le enseñó la posible ruptura. Así que tenemos claro que este será el primer Ejecutivo –ni siquiera en la desastrosa República se llegó a tanto– que pondrá en marcha un plan para desmontar la unidad de la nación española y para hacer desaparecer el Estado de derecho. Insisto en que en Europa y Estados Unidos están comenzando a darse cuenta de la dramática realidad que vive España. Vamos a pasos acelerados hacia el chavismo.
Por todo lo anterior, tenemos que estar mañana, sábado, en la plaza de la Cibeles en Madrid. Porque nos queda nuestro aliento y nuestra voluntad, nuestras ansias de seguir siendo libres y nuestra capacidad crítica para no resignarnos ante quienes quieren dividir España, emocional y físicamente. Lo haremos en paz, civilizadamente, como siempre. Esperemos que los policías convertidos en provocadores, como revelan las imágenes que ofrece hoy El Debate, no revienten la manifestación de mañana, que debería ser de las que quedan para el recuerdo.
Mención aparte merece el comportamiento violento y desproporcionado que la Policía Nacional está teniendo con los manifestantes de estas noches ante la sede del PSOE en Madrid. Vaya por delante que yo no soy partidario de esa concentración y menos de mantenerla en el tiempo, pero este es un país libre y cada uno hace lo que quiere, o eso creíamos, mientras no se incumplan las leyes, o eso creíamos.
Hay que elevar una protesta seria ante la desproporcionada actuación de la Policía Nacional. Más allá de las consignas políticas que reciban de un delegado del Gobierno que prefiere antes a los terroristas de Bildu que a los pacíficos votantes del PP, más allá de ello, lo cierto es que determinados policías están actuando con una violencia absolutamente desproporcionada y parece que se trata más de conducta personal que de consigna. Sea una u otra, lo cierto es que los españoles no merecemos la represión que ya va anticipando los modos dictatoriales que confiemos queden reducidos a anécdota; aunque después de la violencia verbal de Sánchez y López, ¡qué podemos esperar!