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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Sin putes no hay votes

Demostrado está que, en todas las regiones de España, los mejores clientes de puticlús son destacados militantes socialistas

Actualizada 01:30

Aquí, en mis lares norteños, lo primero que leo es El Debate, como es lógico. Después repaso otros medios digitales, y finalmente, me traen a casa dos periódicos impresos. ABC y El Mundo. Tres horas de lectura para estar al tanto de nuestros preocupantes acontecimientos patrios.

Y a las 10, aproximadamente, escribo mi artículo para El Debate. En el occidente de La Montaña nos sentimos muy unidos con el oriente de Asturias. Y leyendo El Mundo de hoy, cuando escribo, 9 de marzo de 2024, he recordado la sentencia de un militante socialista asturiano, que a pesar de serlo –a socialista, me refiero–, es tan simpático y divertido como desvergonzado. Nos contaba a sus amigos la discusión que mantuvo con su alcaldesa respecto a su excesiva afición a visitar los locales nocturnos de carretera. La alcaldesa le anunció su propósito de clausurar los que iluminaban las noches con sus palmeras y sus perfiles de mujeres en luces de neón de su municipio. Y la advertencia del militante: «Nina, ya sabes. Si nos dejas sin putes te quedas sin votes». Y ahí siguen todos los establecimientos del falso amor funcionando a todo tren.

Dos noticias leídas me animan a escribir que los socialistas se están quedando sin votos. Sucede que, con los que tienen ahora mismo más los votos que los apoyan desde el terrorismo y el separatismo, cuando se queden sin votos, España se habrá convertido en una nación desmembrada y enfrentada gracias a las traiciones interesadas de Sánchez. Leo que el 42 % de los socialistas está «decepcionado» tras votar a Sánchez en las elecciones del pasado 23 de julio. Y lo que es más grave, por cuanto demuestra el desconocimiento del socialismo que tienen las pesadas de sus dirigentes feministas de pega. Con motivo de las manifestaciones convocadas por sus feministas «por un día», en la jornada dedicada a la mujer, dos socialistas muy nombradas y curiosas, como la asturiana Lastra y la andaluza Díaz –sí, la hueca–, han pedido la expulsión del partido de todos los militantes socialistas que paguen por sexo. De cumplirse su advertencia, el PSOE se puede quedar sin votos, porque, demostrado está que, en todas las regiones de España, los mejores clientes de puticlús, casas de citas, bailongos puteriles y demás variaciones del negocio del amor confuso, son destacados militantes socialistas. Una buena parte del dinero de los ERE en Andalucía que no supo controlar nuestra ministra Choni o Chiqui Montero –más de 600 millones de euros–, y que correspondían a los trabajadores andaluces en paro o en grave situación económica, se derrocharon en putódromos y putofactorías. Ahí se hacían los negocios, se repartían los beneficios y se celebraban las ganancias. Las derechas en España también son puteras, pero en medida mucho más llevadera. Si algún día, las feministas socialistas de una sola jornada consiguen cerrar los prostibulámenes establecidos a lo ancho y largo del territorio todavía nacional, el PSOE se queda sin votos.

Visitó España un presidente de México, que además de llevarse el piano que había exigido para que su esposa, gran aficionada a las teclas mozartianas, pudiera mantener su destreza con los dedos en los tiempos libres de actos oficiales, se hizo acompañar por una muchedumbre de ministros, consejeros y asesores. Con el fin de entretenerlos, el ministerio de Asuntos Exteriores les organizó toda suerte de visitas a los museos más importantes y los restaurantes más prestigiosos de Madrid. El portavoz de todos ellos se quejó al diplomático español que les acompañaba. –Estamos cansaditos de tanto arte, tanta arquitectura y tanta gastronomía. Queremos que nos lleven a locales de palomitas güeras–. Es decir, de putitas rubias. Y el viaje oficial constituyó un éxito, y los visitantes mexicanos abandonaron España sin insultar a Hernán Cortés.

Las prostitutas tienen todo el derecho a vivir de su trabajo, que por otra parte, es un trabajo tan duro como desagradable. Y son las feministas por un día las que pretenden llevarlas al paro. De conseguirlo, las grandes perjudicadas serían unas mujeres obligadas a trabajar en condiciones muy desfavorables. Y esa es la parte negativa de la obsesión femicomunista. En los hoteles para extranjeros de la URSS, había más putas que abejas en un panal. Pero si lo pretenden y alcanzan su pretensión, el PSOE se iría a tomar vientos, y en mi opinión, en este caso, solo en este caso, hay que solidarizarse con esas pesadas.

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