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HorizonteRamón Pérez-Maura

La Guardia Civil, en el estercolero

Aunque desde Moncloa se ningunee la trascendencia de este hilo de corrupción que captó a miembros de la Benemérita, lo cierto es que la trama que ha salpicado a la Guardia Civil se extiende y cada vez se acerca más al presidente del Gobierno del Reino de España

Actualizada 01:30

La Guardia Civil ha pasado por momentos muy difíciles en diferentes etapas de su historia. Todos recordamos el oprobio que supuso la actuación de Luis Roldán. Por supuesto que él no era guardia civil, pero sí era el director general del benemérito instituto y, por lo tanto, su actuación manchaba el buen nombre del instituto armado mucho más de lo que pudiera hacerlo un número del cuerpo.

Por lo que ha averiguado la Unidad Central Operativa de la propia Guardia Civil, la estructura corrupta de Víctor de Aldama contaba con la colaboración de varios guardias civiles que recibieron pagos en efectivo para proteger la impunidad de la trama y facilitarles celulares encriptados.

Entre ellos destaca el comandante de la Guardia Civil, Rubén Villalba, imputado por el «caso Koldo» al que la UCO denomina «Operación Delorme». Según el rastreo de sus cuentas, cuando arranca su relación con Víctor de Aldama, sus ingresos en efectivo disfrutaron un notable aumento. Eso sucedió entre 2021 y 2023. Se calcula que en esa época el comandante Villalba ingresaba 2.000 euros al mes en efectivo.

El Koldo del que hablamos aquí es Koldo García, la mano derecha de José Luis Ábalos. El tipo del que Sánchez ha dejado elogios por escrito y al que le confió la custodia de sus avales cuando se presentó a recuperar la secretaría general del PSOE, ha confesado a la UCO que fue el propio director general de la Guardia Civil, Leonardo Marcos, quien le dio el aviso de que esa unidad estaba investigando a los miembros de la trama. Y él avisó al comandante Rubén Villalba. Entonces el centro de la trama parece ser que estaba en las mascarillas. Pero hoy sabemos que el coordinador de la trama, Víctor de Aldama, estrecho colaborador de la Guardia Civil, ha tenido negocietes mucho más rentables, como ahora vemos que lo han sido para él los hidrocarburos. Ni los Príncipes saudíes han sacado al petróleo más rentabilidad per cápita que Aldama.

En medio de esta desgracia, que tiene una magnitud similar si no superior a la de la corrupción de Luis Roldán, al menos hay algo positivo: la Guardia Civil sigue siendo capaz de investigar y detener a miembros del Instituto Armado que se han corrompido. Como se decía en un célebre titular de ABC, «La Guardia Civil detiene a un guardia civil». Pero ahora hay algo más importante: en este proceso de toma de control político de todas las instituciones del Estado, hoy sabemos que no ha sido posible llegar hasta las entrañas de la Guardia Civil. El Instituto Armado está investigando la corrupción que asola a este Gobierno. Y aunque desde Moncloa se ningunee la trascendencia de este hilo de corrupción que captó a miembros de la Benemérita, lo cierto es que la trama que ha salpicado a la Guardia Civil se extiende y cada vez se acerca más al presidente del Gobierno del Reino de España.

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