El cirujano de cuernos
¿Qué demonios significa la «memoria democrática», y a qué diantres se dedica un ministro de tal ramo? En la teoría no hay respuesta porque es un sinsentido. Cirujano de cuernos, a ver dónde están los pacientes
Ser ministro de Memoria Democrática es como ser cirujano de cuernos: consiste en ocuparse de algo que no posee el ser humano, salvo en sentido figurado. Si un tipo pasa por tu lado y alguien dice «menuda memoria democrática tiene ese», le buscarás sentido, pero será un segundo sentido. Es como «ese tiene unos buenos cuernos». En el segundo caso está más claro, admitámoslo, pero el primero es más vergonzoso porque no te remite a los actos de una tercera (o tercero) sino a los propios. Sabes que hay algo que no encaja: nadie tiene memoria democrática. Tienes memoria, mucha o poca, de elefante o de pez, pero es imposible tener una memoria democrática, tanto como tener una memoria de sufragio censitario. Democrático es aquello que sigue una cierta línea metodológica. Su contenido varía con el tiempo, pero como no estamos en la época de Pericles, por desgracia, ni en la República Democrática Alemana, por fortuna, el adjetivo «democrático» remite al conjunto de características que un sistema político debe cumplir para ganarse el título. (No a las personas favorables a ese tipo de sistema, que serían demócratas).
Democrático es el régimen que celebra elecciones libres por periodos preestablecidos, cuyos poderes públicos están sometidos a la ley y a la Justicia, que cuenta con diversos mecanismos de control y equilibrio entre los tres poderes del Estado, que tiene jueces independientes, un sistema de opinión pública con escrupuloso respeto a la libertad de expresión, de opinión y de prensa, donde existe igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, y un catálogo de derechos y libertades clásico que gozan de especial protección jurisdiccional. Entonces, ¿qué demonios significa la «memoria democrática», y a qué diantres se dedica un ministro de tal ramo? En la teoría no hay respuesta porque es un sinsentido. Cirujano de cuernos, a ver dónde están los pacientes.
En la práctica, consiste en lanzar campañas dirigidas a difundir falsedades históricas en busca de rentabilidad política presente. Son campañas cuyo punto débil es presentar a los miembros del Frente Popular como demócratas. He ahí la labor del ministro Ángel Víctor Torres, mandilón anacrónico, trolero compulsivo relacionado con oscuras compraventas de material sanitario, y lo bastante temerario para indicar lo que el Rey desea («si por él fuese» iría al primer acto del Año de Franco «sin ninguna duda»). Se aprovecha de que don Felipe nunca contesta. Pero que no albergue ninguna duda significa que el Rey se lo ha dicho. O bien que el mandilón miente y utiliza la Corona. Me inclino por esto, ya mintió cuando negó cualquier contacto con Koldo.
Cada vez que vean a Torres, el cirujano de cuernos, recuérdenle que el Frente Popular dio en febrero del 36 un pucherazo y que casi no contaba con demócratas. Que su partido, el PSOE, golpista, prosoviético y revolucionario, asesinó a Calvo Sotelo precipitando un golpe que deseaban (salvo Besteiro), en la convicción de que aplastarían fácilmente a los sublevados y pintarían la República de rojo.