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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El colombicida

Si el canto se acompaña de un «plash» sobre su camiseta no significa otra cosa que la paloma, ya sea torcaz, zurita o bravía, en nombre de millones de españoles, se han propuesto recordarle lo que a él le sucedió en Paiporta. Que se hizo caquita

Actualizada 01:30

Nos informa María Curiel, redactora de El Debate, que el ecologista Sánchez está hasta el gorro de las palomas que viven, vuelan y dejan caer sus excrementos sobre su camiseta cuando corre por los jardines de La Moncloa. Al lobo, besos, y a las palomas, matarile. La extinción de las palomas la inició Rajoy, pero se quedó a medias, a jueves, como acostumbra. Con Sánchez es diferente. Si Sánchez declara la guerra a las palomas de La Moncloa –ya no le dice a Begoña, «buenos días, palomita mía»–, acaba con ellas. Se trata de un titán cuando adopta decisiones que afectan a todos los españoles. Y lo que acaece a diario en La Moncloa nos importa, y mucho, a todos los españoles y a una buena parte de los inmigrantes. Entre los españoles, cabe destacar a los ganaderos arruinados por los lobos, pero los cánidos no han llegado a La Moncloa –es un decir–, y mientras no molesten a Sánchez durante sus correrías, son intocables.

En España vuelan tres variedades de palomas. La paloma torcaz (Columba palumbus), la paloma zurita (Columba oenas) y la paloma bravía (Columba livia). Se ignora, y resulta trágico, la variedad de paloma de la Paloma del poema de Alberti, la tonta que se equivocaba, que confundía el norte con el sur y lo pasó muy mal. En la «Guía de Campo de las Aves de España y de Europa» de Peterson, Mountfort y Hollom, editado por Omega, se ofrecen los sonidos onomatopéyicos de sus diferentes cantos. Así, cuando Sánchez oye que, sobre su cabeza, suena un «co-coguc- cu-guu», la paloma que le distrae del ejercicio atlético es una torcaz; si la voz o el canto son más monótonos «cuuh-cuuh,cuuh» proviene de una zurita, y si es un « uu-ruu-cuu», por eliminación ornitológica, es una bravía. Si el canto se acompaña de un «plash» sobre su camiseta no significa otra cosa que la paloma, ya sea torcaz, zurita o bravía, en nombre de millones de españoles, se han propuesto recordarle lo que a él le sucedió en Paiporta. Que se hizo caquita.

Coincido con Sánchez en deplorar el exceso de palomas en zonas ecológicas. De joven, en mi viaje de novios, fui brutalmente atacado por una paloma zurita en la plaza de San Marcos de Venecia, y aún me duele el picotazo cuando se avecina un cambio meteorológico. Para los cazadores de pluma, un buen paso de palomas en su emigración hacia el sur, es motivo de fiesta. Pero gastar más de 20.000 euros en matar palomas se me antoja un derroche. A muy poca distancia se halla el palacio de La Zarzuela, y el monte de El Pardo, hogar de miles de palomas, que más o menos, comparten el paisaje de las encinas con el de las miradas humanas.

Y hay palomas muy distinguidas, como la de la copla.

A un claro arroyo, a beber
Vi bajar a una paloma.
Por no mojarse la cola,
Levantó el vuelo, y se fue.
¡Qué paloma tan señora!

Fernando Villalón era muy caprichoso. Cabalgaba por la playa, con el Coto de Doñana a su alcance, cuando advirtió que una paloma se había adueñado de la copa de un pino marismeño.

Paloma, ¿Qué haces ahí
Posada en un pino verde?
¡Eso no te pega a ti!

Y Gonzalo de Berceo, que confundió las palomas con las almas camino de los brazos de Dios.

Vidieron palombiellas essir de so la mar,
Más blancas que las nieve contra el Cielo volar.
Credien que eran almas que Dios quería llevar
Al sancto paraíso, un glorioso logar.

Los poetas cantan al ruiseñor, a las garzas, a los jilgueros, a las golondrinas. Pero a las palomas le tienen mucha manía. Por eso abundan los cantos a las palomas en las coplas venatorias. La paloma muerta, la paloma herida, la paloma rota.

En el fondo, y muy a mi pesar, entiendo a Sánchez. Una paloma no tiene derecho ni libertad para incomodar el trote de un atleta. Necesita árboles sin canto y cielos sin ruidos. Bastante ruido va a tener que sufrir en los próximos meses. Pero no se me antoja correcto que la extinción de las palomas de La Moncloa se financie por los españoles. Si yo acudo a La Moncloa a correr, no me dejan pasar. Por eso ni lo intento. Sucede que Sánchez está obsesionado, y todo, hasta las palomas, le recuerda a Paiporta.

Lo cual es respetable, siempre que la solución la pague de su bolsillo.

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