Cómo será el final de Aldama
Aldama sabe muy bien de qué habla porque ya ha visto cómo se le ha puesto en el objetivo diciendo que ayudó a la Guardia Civil a señalar a yihadistas. Yo no sé si es cierto o no. Lo que sí sé es que Grande-Marlaska sigue sin darnos una justificación concreta para la medalla que la Guardia Civil otorgó a Aldama
La entrevista que ayer realizó Carlos Herrera a Víctor de Aldama creo que es muy indicativa por varias razones. Aldama denunció unas cuentas millonarias en el extranjero y habló de la denuncia ante la Fiscalía presentada el pasado 13 de enero en relación con las mismas. A mí lo de que Begoña Gómez tenga seis millones de euros en una cuenta corriente me suena bastante raro. Quien tiene cifras así no las suele depositar en una cuenta ni aunque fuese remunerada, sino que busca rentabilizarlas. Y ¡oh, sorpresa! Con toda presteza, la Fiscalía archivó ayer mismo la denuncia. Supongo que debía tener pocos elementos probatorios. Raro, raro.
Ahora parece ser que Aldama tiene «un sobre sensible». Mal asunto. Cuando anuncias que tienes eso sabes que te conviertes inmediatamente en un objetivo. Si es que no lo era ya, lo que con toda probabilidad era el caso. Miren, si me permiten la comparación, cómo les está yendo a los abogados de Alberto González Amador. Y Aldama sabe muy bien de qué habla porque ya ha visto cómo se le ha puesto en el objetivo diciendo que ayudó a la Guardia Civil a señalar a yihadistas. Yo no sé si es cierto o no. Lo que sí sé es que Grande-Marlaska sigue sin darnos una justificación concreta para la medalla que la Guardia Civil otorgó a Aldama. Y eso hace más verosímil que el comisionista pudiera ser un colaborador de la Benemérita en operaciones de ese tipo.
La entrevista de Aldama con Herrera mostró ayer un tono diferente en la forma de denunciar del comisionista. Cuando dijo que «este Gobierno es una auténtica mafia liderada por el capo Sánchez. Mi objetivo es sacarle de Moncloa», sabía muy bien de lo que hablaba porque él ha sido parte de esa mafia y sus negocios han girado en torno a ella desde el primer momento. Llamar «sinvergüenza» a Sánchez puede ser considerado tanto un insulto como una mera descripción de una realidad. Cada uno escoja la opción que prefiera. Pero en poco refuerza la posición de Víctor de Aldama. Quien ha tenido negocios con la Mafia sabe que su vida siempre correrá peligro. Que cualquier equivocación puede resultar muy cara. Hay infinidad de ejemplos en la filmografía universal de cómo proceden esas organizaciones. Y Aldama sabe cuál es su futuro previsible. Por eso dice que intentarán matarle. Y esa es una operación que de verdad puede ocurrir y que se puede hacer con un poco de habilidad de forma que no señale a Sánchez.
Haber mencionado a Víctor de Aldama como cooperador con las Fuerzas de Seguridad del Estado es una justificación perfecta para que, si un día le pegan un tiro o le ponen una bomba, el primer sospechoso vaya a ser el yihadismo. Porque «tendría razones para ello». Y ya comprenderán que si le «matan los yihadistas» o sufre un «accidente mortal» en un vehículo de muy alta gama —también esos «fallan»— se pasará página. Porque, como sostiene el dicho popular, «muerto el perro, se acabó la rabia».