El falso feminismo de Pablo, Monedero, Errejón y otros 'salidos' del montón
Es la gran impostura de una izquierda hipócrita que utiliza la causa del feminismo como estrategia ideológica y electoral contra la derecha con el objetivo de dividir a la sociedad y enfrentar a hombres y mujeres como si fueran enemigos
Suele ocurrir, como sentencia el manido refrán, que quienes presumen de algo, carecen de aquello que lo acredita. La izquierda presume de feminista y algunos de sus líderes y militantes han terminado «cantando la gallina» y evidenciando su doble moral y una hipocresía obscena. El supuestamente gobierno progresista y feminista de Sánchez está sostenido por partidos, PSOE y Sumar ahora, antes por Podemos, que acumulan diversos y escandalosos casos protagonizados por crápulas con carné que mientras utilizaban la causa del feminismo como arma política contra la derecha, acosaban a simpatizantes y compañeras de partido, intercambiaban catálogos de prostitutas o visitaban burdeles.
El ex-diputado socialista Fuentes Curbelo, conocido como Tito Berni, presumía de feminista en Whatsapp, exhibiendo el eslogan reivindicativo del 8-M: «Ni un paso atrás». Menos cuando había que darlo para franquear la puerta de un prostíbulo o del apartamento donde se citaban con «señoritas» de compañía, después de que su partido condenara la prostitución en el Congreso, coincidiendo con el Día Internacional Contra la Explotación Sexual de Mujeres y Niños.
El exministro Abalos alardeó en un vídeo del PSOE de «ser feminista por ser socialista y porque el compromiso por la igualdad entre hombres y mujeres forma parte del ADN de nuestro proyecto político en favor de un país sin desigualdades y de mujeres libres, vivas y seguras». Una mentirosa declaración de intenciones ética, moral y políticamente incompatible con su afición a tirar de catálogo de meretrices, donde fichó a su mantenida y acompañante en viajes oficiales, Jessica, cuyos servicios le pagamos todos con nuestros impuestos, tal y como señala la investigación judicial en curso. Por no recordar la querencia a lupanares, copas y «coca», financiada con el dinero detraído de los ERE y de la Faffe por algunos de los socialistas implicados en esos escándalos de corrupción en Andalucía.
Los casos que atentan contra la dignidad e integridad de las mujeres que vamos conociendo y que revelan la enorme hipocresía y cinismo de esa izquierda que se erige en baluarte y defensora de sus derechos frente a las desigualdades, no se remiten únicamente al PSOE tal y como evidencian los episodios de bragueta y manos largas que protagonizan los fundadores de Podemos, Iñigo Errejón, después en Sumar, y ahora Juan Carlos Monedero.
El visitador habitual de Miraflores que susurra al oído del sátrapa Maduro y justifica las torturas en el Helicoide y la miseria de los venezolanos, también afronta denuncias de acoso sexual por parte de compañeras de partido y alumnas de la Universidad Complutense, donde ejerce de profesor, que Podemos, como antes hizo Sumar con Errejón, había conocido pero silenció. Pablo e Irene callaron como difuntos.
Mientras Irene Montero sobreactuaba desde el ministerio de Igualdad «denunciando la violencia y el acoso que personas de la extrema derecha, negacionistas y machistas, ejercen sobre las mujeres», callaba, miraba para otro lado, y se desentendía de las voces de compañeras que en su casa pedían para Monedero, uno de los suyos, un MeToo. Monedero era un «machirulo», baboso y acosador sexual , según sus presuntas víctimas, y un «salido», en palabras de la exeurodiputada «podemita», Lola Sánchez Caldentey, a la que, según ella, empotró contra una pared para invitarla a su casa, con resultado negativo, y después repitió con otra fémina. Un diagnóstico el de «salido» aplicable a todos los «machos alfas» de Podemos, empezando por Pablo Iglesias, dada su forma de relacionarse con las compañeras aprovechando su auctoritas en el partido. Esa fama de tipos «calientes» y machistas con licencia para extralimitarse era «vox populi», según parece, entre las mujeres de la formación morada. La percepción transmitida en sus comentarios por algunas chicas «moradas» era la de unos tíos que, como decía el humorista Josele, «andaban más calientes que el cenicero de un bingo y más salidos que el pico de una plancha». Y así lo refieren los testimonios de políticas y exparlamentarias de Podemos y Sumar.
Humoradas aparte, paradójicamente, Monedero como antes Errejón, están siendo víctimas de las tesis populistas, intransigentes y totalitarias del partido que fundaron, probando la amarga medicina que tantas veces recetaron para sus adversarios políticos y para los demás, en general, negando el derecho a la presunción de inocencia de todos los hombres señalados, que por el hecho de serlo hay que considerarlos violadores y agresores sexuales en potencia. Excepto cuando forman parte de su misma familia política y entonces hay que silenciar sus desmanes y olvidar el «yo sí te creo, hermana».
Las mismas que se lanzaron a la yugular de Rubiales por un «piquito» en público, escondieron, sin embargo, en las conciencias de su podrida y cínica moral, los tocamientos, el baboseo y acoso sexual de algunos de sus «machos alfas», como el denunciado Monedero.
Es la gran impostura de una izquierda hipócrita que utiliza la causa del feminismo como estrategia ideológica y electoral contra la derecha con el objetivo de dividir a la sociedad y enfrentar a hombres y mujeres como si fueran enemigos, mientras ocultan las tropelías de cabeza caliente, corazón frío y manos largas de sus conmilitones. Sin olvidar que su causa feminista, en términos de producción legislativa, lejos de beneficiar a la mujer la ha perjudicado con la perpetración de leyes que favorecen a los agresores y violadores sexuales, como la « del sólo sí es sí» o que atentan contra la igualdad, como la aberrante «ley Trans». Nada de esto evitará que sigan alimentando su gran farsa todos los 8-M y que echemos de menos entre las mujeres agraviadas sus voces de protesta y dignidad contra tanta hipocresía.