El suicidio ejemplar
Dadas las circunstancias, un cambio de Gobierno no debiera parecerle un suicidio político; al menos que quede escrito para los españoles como un suicidio ejemplar
En aquellos días de promesas se vendían encantos de serpientes; el nuevo PSOE de Sánchez prometía la panacea social, el aperturismo a un Gobierno de coalición y el rescate heroico de la libertad sexual encadenada al franquismo e incluso a la transición del 78. En honor a la verdad, no solo se forjaban nuevas virtudes.
Por ello, debo decir que no encuentro el sentido al gran ilusionismo del presidente cuando recientemente afirmó que «este es un Gobierno de lo social y ejemplar».
Esta afirmación en sí misma despertó estas líneas. Y esta afirmación es la grave cuestión: la destrucción del lenguaje y por extensión del valor de verdad en una simulación sostenida y, sirva como ejemplo, el adoctrinamiento educativo.
¿Será representación de la soberanía de España?
Pero fíjense que estos juegos de ilusionista calan en el sentimiento más profundo del ser humano: la dignidad. Porque siguiendo el rastro de esas palabras usadas y manoseadas por los estrategas de la propaganda, me detuve en el camino y entré en una oficina encabezada por un rótulo solemne: EJEMPLAR; despacho de parroquia donde se extienden títulos de ejemplaridad.
El uso partidista de la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros no es un comportamiento ejemplar.
La deslealtad constitucional no es un comportamiento ejemplar.
El uso retórico de sometimiento al Congreso en estos últimos años tampoco es ejemplar.
La especulación y uso de una guerra en Ucrania no deseada para avalar un plan nacional de recuperación económica, se aleja de la verdad y no es ejemplar.
Una EBAU no unificada, por su carácter discriminador, no es ejemplar.
Podría continuar la catalogación de la falta de ejemplaridad ya que, es usted el responsable del Gobierno, y el mal ejemplo de sus antecesores no le da carta blanca al falsario ejercicio de ejemplaridad. Su Gobierno se defiende de la corrupción del PP al mismo tiempo que no predica con el ejemplo. Atienda a una de las últimas: diputados del PSOE que intentan repetir la votación irregularmente, ministros que desconocen los sectores que pretenden dirigir...
No es ejemplaridad.
Por suerte, he resumido en estas breves líneas. Los ciudadanos le reclaman: la libertad de expresión efectiva, no la propagandística; la unidad de la Soberanía Nacional; el derecho a elegir y progresar, no el relato ideológico con el que sus Ministerios nos arengan.
Existen tintes de falta de ejemplaridad latente y no debe excusarse en las faltas de políticos anteriores a su mandato. Sería tanto como refugiarse en las «miserias de los otros».
A diferencia, si parece ejemplar el esfuerzo; el ejemplo que la Comunidad de Madrid está realizando, recuperando su economía y cultura, sin detrimento de otras autonomías.
Les recuerdo las palabras vertidas sobre el primer presidente de nuestra democracia: «Su ejemplaridad fue máxima cuando creyó que resistir en la Moncloa era un mal servicio a España. Su decisión no fue hija de la desgana de poder, porque en pocas personas se habrá dado tanta y tan noble ambición de Gobierno como en Adolfo Suárez».
Sus ambiciones de Gobierno, las del nuevo PSOE, se fundaron con la consagración de una pesadilla; pactar para ocupar «a toda costa» la Moncloa.
¿Mal servicio a España?
¿Será su ejemplaridad máxima?
Seguro que es el momento de abandonar la plática y abordar la práctica ejemplar con sentido de Estado.
El egoísmo no es ejemplar porque, tal como decía el aristotelismo, este «es una pasión desmedida por uno mismo». Dadas las circunstancias, un cambio de Gobierno no debiera parecerle un suicidio político; al menos que quede escrito para los españoles como un suicidio ejemplar.
- Pedro Fuentes es humanista y ensayista