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Sánchez: triunfalismo con la nariz de Pinocho

El debate serio y sereno que necesita España será imposible. Sánchez cree que no puede vender más que triunfalismo, aunque la nariz de Pinocho se haga insoportablemente larga

Actualizada 01:20

Ahora a lo demás lo llama «ruido». Sánchez, en los primeros compases de la larga campaña electoral, pretende centrarse en la economía y lo hace de modo enfáticamente triunfalista, como sólo él sabe hacerlo. Pero cuando habla de «superar las tempestades», «doblegar la inflación», el «escudo social», el «crecimiento robusto», los «logros en economía y empleo», se me aparece –no puedo remediarlo– con una nariz de Pinocho que se va haciendo cada vez más grande.

¿Puede Sánchez, podemos los españoles, hablar de economía con triunfalismo? Desde que ingresamos en la Unión Europea, hace ya casi 40 años, uno de los termómetros que solíamos utilizar para tomar la temperatura de la marcha de nuestra economía es lo que se popularizó con el nombre de «convergencia». ¿Habíamos avanzado o retrocedido en convergencia en el seno de la Unión Europea?, nos preguntábamos. Como país nos habíamos trazado como meta alcanzar, al menos, la renta per capita de la media de la UE, que era su mejor medidor. En el examen de la labor de los gobiernos éste había de ser un criterio fundamental para su calificación. Curiosamente el termómetro de la convergencia ha desaparecido de nuestro debate público. Pero, ¿qué nos ha pasado?

Cuando ingresamos en la UE, 1986, nuestra renta per capita alcanzaba el 72 por 100 de la media europea. Claro, entonces la UE era la de 15 países, la mayoría de los cuales era un «club de ricos». Había mucho trecho que recorrer. España fue avanzando posiciones, aunque de modo zigzagueante y con algunos retrocesos. En 2004 y 2005, gracias a la entrada de los nuevos socios de la Europa del este, alcanzamos la ansiada convergencia, con casi el 100 por 100 de la renta media de la Europa ampliada. La mayoría de los nuevos miembros partían de una situación de gran desventaja: algunos por debajo del 50 por 100 de la renta europea.

Pero aquella relativamente confortable situación de España (una «clase media» que aspiraba a más) se torció con la Gran Crisis de 2008. No hace falta recordar los estragos que nos causó y los esfuerzos y sacrificios que hubo que hacer para remontarla.

ilustración: sanchez pinocho

Lu Tolstova

Cuando tomó el poder Sánchez en 2018, gracias a la moción de censura en que se fraguó «la mayoría Frankastein», la renta per capita española era el 91,2 por 100 de la renta europea y ocupaba el puesto 12 entre los 27 Estados de la UE. Según los datos de Eurostat la renta de los españoles era 27.763 euros anuales y la media europea ascendía a 30.445.

Pues bien, el balance de los tres primeros años de gobierno de Sánchez no puede ser más penoso y preocupante para España. Los datos de 2021 (los últimos de que dispone Eurostat) nos señalan: 1) que hemos retrocedido en convergencia hasta el 83,4 por 100 de la renta per capita media. En toda la serie estadística desde la ampliación a 27 no hay un dato peor. 2) Cuatro países (Chequia, Estonia, Lituania y Eslovenia) nos han superado en estos tres años. 3) Nuestra posición en ranking de los 27 Estados miembros ha retrocedido, por lo tanto, al puesto 17. Nos situamos ya en el pelotón de los rezagados, junto con Chipre, Portugal, Hungría, Polonia, Rumanía, Croacia, Eslovaquia, Letonia, Grecia y Bulgaria, que ostenta el farolillo rojo. Y algunos de estos países nos están pisando los talones. Es posible que este año se produzca el sorpasso de Chipre, si no ha acaecido ya. 4) En este período 2018-2021, el conjunto de la UE ha incrementado la renta per capita un 7,13 por 100, a pesar de la crisis. España, en cambio, la ha disminuido un 2,0 por 100. Es el único país de los 27 en el que en el trienio ha disminuido su renta per capita.

Pero, además de este indicador, hay otros datos muy inquietantes: 1) El peso del PIB de España en la UE ha disminuido significativamente, del 9,4 por 100 en 2018 al 8,3 por 100 en 2021. España cuenta menos en la economía de la Unión. 2) El más reciente dato de la tasa de paro (diciembre 2022) sitúa a España en la cola de la clasificación con un 12,5 de parados, frente a la media del 6,0 de la UE. 3) El mismo puesto de farolillo rojo ostenta España en paro juvenil, con la vergonzante cifra de 32,3 por 100 de parados, frente al 15,1 por 100 de la media de la UE, con la envidiable cifra de Alemania del 5,8 por 100. 4) Y en este período la deuda pública se ha incrementado en más de 300.000 millones de euros, alcanzando ya la escalofriante cifra de 1,5 billones de euros. Es la gran hipoteca que deja el gobierno de Sánchez al futuro de España.

¿Es posible ser triunfalista con estos datos? ¿Es moral? ¿No deberían suscitar en cualquier gobernante responsable otro discurso, en que se reconociera el declive de España desde la crisis de Lehman Brothers, los problemas que no hemos podido superar y que ineludiblemente deberemos afrontar para que España no siga por la senda del cangrejo? Por poner un solo ejemplo, ante la desmesura del paro juvenil, ¿no se nos exige un replanteamiento a fondo de las políticas educativas?

Soy pesimista. Sánchez –lo percibimos muchos– se ha instalado en una huida hacia adelante, con la obsesión de mantenerse en el poder. Y ha cruzado el Rubicón. El debate serio y sereno que necesita España será imposible. Sánchez cree que no puede vender más que triunfalismo, aunque la nariz de Pinocho se haga insoportablemente larga.

  • Eugenio Nasarre fue diputado a Cortes Generales
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