Seis tesis para una nueva política
La libertad se justifica en cuanto permite la realización del bien, y no como licencia para hacer cualquier cosa. Ser libre es asumir la responsabilidad de buscar y vivir el bien, no simplemente seguir los propios deseos
Occidente vive prisionero de crisis acumuladas que no encuentran respuestas. Es la permacrisis; esto es, una situación de crisis permanente, en la que los problemas sociales, económicos, políticos y medioambientales se agravan y se retroalimentan, generando un escenario de incertidumbre, inestabilidad y riesgo.

A su vez es evidente que existe una quiebra de la democracia liberal dañada por tres factores.
Su relativismo, sobre todo a partir de Rawls, una condición ajena a sus padres fundadores y en particular a Adam Smith que fue un moralista conspicuo.
Su transformación en una doctrina cosmopolita desvinculada de todo sentido de comunidad.
Su alianza con la progresía de género, que le ha conducido a la imposición de ideologías de Estado, caso de la perspectiva de género, un hecho contradictorio con la concepción liberal del pluralismo. El liberalismo vive las consecuencias de sus contradicciones inasimilables.
Pero hay una corriente liberal que se salva de esta destrucción, la del liberalismo perfeccionista cuyo mayor exponente es Joseph Raz y su obra mayor The Morality of Freedom (1986).
Unas frases suyas enmarcan bien la nueva perspectiva, que no es la del liberalismo al uso y en crisis terminal.
Mientras que Rawl afirma: «El liberalismo político se concibe como neutral respecto a las diferentes doctrinas comprehensivas del bien», criterio que el mismo liberalismo de la progresía ha demolido, Raz afirma: «La autonomía personal solo es valiosa si se ejerce en la búsqueda del bien y en condiciones que permitan la búsqueda de opciones moralmente valiosas» (The Morality of Freedom, p. 369). Y añade: «La libertad no es un espacio vacío, sino una condición moral estructurada por la disponibilidad de opciones valiosas» (p. 408). Y subraya: «El respeto por la autonomía no requiere respetar todas las elecciones de las personas, sino su capacidad para elegir entre bienes genuinos» (p. 412), señalando además que «el papel del gobierno no es solo prevenir el daño, sino proporcionar las condiciones en las que los agentes autónomos puedan florecer» (p. 417).
Todo esto y más cosas de la concepción perfeccionista nos acercan a la visión comunitarista de Sandel y de MacIntyre. Es a partir de la articulación de estos tres enfoques que puede surgir el camino superador de nuestra situación de permacrisis, proporcionando una nueva visión de la política; lo que podríamos calificar de tercera posición. Sin afán de agotar el tema y solo como un esquema inicial considero que estas seis tesis pueden contribuir a ello:
1ª Tesis: El bien humano no es una construcción subjetiva ni meramente convencional fruto de procedimientos parlamentarios, sino que existe objetivamente y puede conocerse mediante la razón y la experiencia humana. Los seres humanos florecen al realizar bienes que responden a su naturaleza racional, relacional y moral: amistad, conocimiento, amor, justicia, trabajo bien hecho, cuidado, comunidad, etc. No todas las elecciones humanas son igualmente valiosas: hay vidas mejores y peores según su relación con esos bienes objetivos.
2ª Tesis: La autonomía personal es un bien humano real, pero no se realiza en el vacío, sino dentro de marcos sociales, culturales y morales que le dan sentido y contenido. La libertad no consiste en elegir arbitrariamente, sino en elegir y vivir de acuerdo con bienes reales y valiosos. La persona solo puede ser verdaderamente autónoma si ha sido educada y formada dentro de comunidades que cultivan bienes y virtudes compartidas. Autonomía y comunidad no son opuestas, sino complementarias: la comunidad prepara y sostiene la capacidad autónoma del individuo.
3ª Tesis: Aunque existen bienes humanos objetivos, estos pueden realizarse de modos diversos según las tradiciones, culturas y comunidades, sin que todo valga lo mismo. El pluralismo no implica relativismo: existen diversas formas de vida buena, pero no todas las formas de vida son buenas. Las sociedades deben respetar y proteger la diversidad de formas valiosas de vida, mientras rechazan las prácticas que destruyen bienes humanos esenciales (violencia, explotación, degradación).
4ª Tesis: Las comunidades humanas (familia, asociaciones, instituciones educativas, Estado) son los lugares donde se cultivan, transmiten y encarnan los bienes humanos. No existe autonomía real sin comunidades sanas que transmitan virtudes, conocimientos y bienes. Las tradiciones morales encarnadas en prácticas sociales (trabajo, familia, educación, religión, ciudadanía) son esenciales para formar a las personas en el bien. Por eso, el cultivo de bienes y virtudes comunes es un deber político y social, no solo individual.
5ª Tesis: El Estado no debe ser neutral respecto del bien, sino promover las condiciones que permitan a las personas y comunidades realizar bienes objetivos y formar ciudadanos virtuosos. Debe asegurar:
–Educación moral, cívica e intelectual que prepare para la autonomía y la vida buena.
–Que existan opciones sociales y culturales valiosas, evitando la miseria, la ignorancia y la corrupción moral.
–La protección de las comunidades naturales (familia, asociaciones intermedias) que transmiten bienes.
–No imponer un único modelo de vida buena, pero sí delimitar lo que no puede aceptarse como vida digna.
–El Estado es garante del bien común, no solo del procedimiento formal de las elecciones individuales.
6ª Tesis: La libertad se justifica en cuanto permite la realización del bien, y no como licencia para hacer cualquier cosa. Ser libre es asumir la responsabilidad de buscar y vivir el bien, no simplemente seguir los propios deseos. El respeto por la autonomía no implica aceptar ni proteger elecciones inmorales o destructivas.
Corolario: La política que no trabaja en el sentido apuntado es mala y debe ser rechazada.
- Josep Miró i Ardèvol es presidente de e-Cristians