Las empresas estratégicas españolas: T.A.L.G.O.
No tenemos tantas constructoras de ferrocarriles capaces de aportar valor tecnológico propio de interés internacional, incluida la fabricación de unidades tractoras
1.–La acción internacional de España, nacida acaso con la fundación de Cádiz en 1.100 a. C, acumula técnica y saber desde que se formaliza con Fernando el Católico primero y Carlos V luego, por encima de disfunciones puntuales –bárbaras, incluso– en momentos concretos.
Consta de potentes motores específicos bien potenciados durante los siglos XX y XXI: el sobresaliente capital humano de nuestro país conformado durante tres milenios; un conocimiento profundo del planeta, de su historia y de su geografía; la economía abierta alentada por grandes escuelas de negocios; nuestra tradición jurídica deslumbrante; ese sistema financiero en proa de los mejores; escuelas técnicas punteras –no es casual la presencia intercontinental de nuestros arquitectos e ingenieros– ;o la patente expansión cultural y lingüística del español y lo hispánico en los cinco continentes. La Real Academia Española subraya que sólo las consultas anuales en línea al Diccionario en todo el globo superan los mil millones. La RAE guía a todos los hispanohablantes.
Todo sin perjuicio de la presencia activa del saber y la capacidad de iniciativa técnica y de gestión de nuestros hombres y mujeres en la Unión Europea, la Alianza Atlántica, Naciones Unidas o la OMC y tantas otras organizaciones internacionales.
Ahora bien, hoy por hoy necesitamos seguir fortaleciendo entre todos este sistema, articulado por la magnífica Constitución de 1978, que hoy se ve reforzada por el apoyo masivo de los españoles frente a tarascas: pocas, pero cerriles. Y pesadas.
Recordemos que nos ha llevado mucho tiempo y esfuerzo la recuperación de aquel siglo XIX, escuela de desastres establecida entre la invasión bonapartista, la pérdida de los queridísimos Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Carolinas, Marianas y Palaos, para acabar en el abismo de la guerra civil. Revisitemos lo ya olvidado, tan cercano: todavía en 1981 España figuraba en las listas del Banco Mundial como país en vías de desarrollo.
2.- «TALGO», que diseña, fabrica y vende ferrocarriles a medio mundo, además de prestar servicios de mantenimiento sofisticados, es una empresa privada española, a la que el grupo semi-público Magyar Vagon de la siempre apreciada Hungría ha presentado una OPA hostil, financiada con capital público de su país.
Pues bien, TALGO debe seguir siendo española, como empresa estratégica, de interés para todos los españoles.
En efecto, no tenemos tantas constructoras de ferrocarriles capaces de aportar valor tecnológico propio de interés internacional, incluida la fabricación de unidades tractoras. Es más, son muy pocas las firmas de nuestro país con suficiente crédito en los cinco continentes. Por otra parte, y no la menor, necesitamos compañías nacionales capaces de suministrar los medios imprescindibles para el funcionamiento ordinario de un servicio público fundamental como es el transporte y en el caso de España –con su amplio y quebrado territorio– el transporte ferroviario resulta irremplazable para soslayar indeseables retrocesos económicos y sociales. En otras palabras, las empresas españolas como TALGO contribuyen a resolver desde el sector privado obligaciones irreversibles del servicio público. Anotemos tres ámbitos específicos.
Con TALGO la colaboración público-privada despliega resultados clave en la generación de servicios públicos de interés económico general, como es la libre y eficaz circulación de bienes, personas y servicios. Es más contribuye a garantizar el acceso de los ciudadanos a servicios básicos en arias distantes menos favorecidas y, asimismo, a paliar el problema de la llamada España vaciada.
Es, sin duda, una empresa que, lo sabemos todos, garantiza también servicios no económicos o no fácilmente mensurables, aunque siempre patentes. En efecto, sin hacer una enumeración exhaustiva, la formación de grandes ingenieros españoles, de técnicos irremplazables o de operarios de nuestro país dotados de una cualificación profesional única forma parte del expediente empresarial de esta compañía a lo largo de su historia, también hoy y, esperamos, en el futuro globalizado de nuestra sociedad. Es un tipo de servicios que no está sometido a ninguna legislación europea específica.
En tercer lugar, TALGO, al utilizar distintos tipos de velocidad, incluida la alta, atiende necesidades de ciudadanos vulnerables, incluido el urgente traslado de órganos en el ámbito de la seguridad social, pero también la conmutación con abonos específicos de quienes viven en una ciudad pero han de trabajar en otra. No es una mera gestión comercial. Tenemos que seguir garantizando la calidad de los servicios sociales de este tipo.
Además TALGO funciona a través de numerosos decenios como modelo para otras empresa del sector, también en el ámbito de nuestras aún escasas grandes firmas.
Queda claro: en la Unión Europea España necesita urgentemente reducir su deuda, limitar su déficit, reducir su inflación, achicar el desempleo y promover todavía más su ya buena condición exportadora. No cabe duda de los actuales intereses españoles de TALGO favorecen el saneamiento de cada uno de estos puntos con tantos otros.
3.- En fin, la relación de los arts. 1.1, 38 y 128,2 de la Constitución española brinda al Ejecutivo la base legal necesaria para tomar las medidas oportunas. Los arts. 36 de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, 14, 59, 93,106,107,108 y 114 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea y el Protocolo (26) sobre servicios de interés general, suman interés agregado.
Lo último que necesitamos en un momento de cambio internacional epocal es que empresas creativas españolas pasen a otras manos o abandonen su sede en España.
En suma: la mayor parte de los ciudadanos entendemos que nuestro país ni quiere, ni puede, ni debe prescindir de TALGO como empresa española capaz de prestar servicios únicos a los ciudadanos españoles.
Al fin, se trata de valorar a los españoles como ciudadanos, no como meros consumidores.
José-Andrés Gallegos del Valle es embajador de España