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TribunaGonzalo Ortiz

¿Qué pasó con el Tercer Mundo?

Constituía un numeroso grupo de países no abrazados ni al capitalismo de mercado ni a la planificación centralizada socialista. Contaba con políticos de envergadura como Zhou Enlai en China, Nehru en India, Sukarno en Indonesia…

Actualizada 01:30

Vijay Prashad acaba de publicar en España un libro, «Las naciones oscuras» que certifica el «fallecimiento» del concepto de lo que hasta hace poco se conocía como Tercer Mundo. El libro no decepciona las expectativas, aunque quizás el título es inadecuado y el análisis peca a menudo de conclusiones poco acertadas.

Hasta hace no mucho tiempo los sociólogos dividían el mundo en tres categorías: el mundo desarrollado capitalista, el comunista de economías de dirección centralizada y finalmente, el mundo en desarrollo, de naciones recientemente llegadas a la independencia, generalmente pobres y con una endeble arquitectura institucional.

El concepto de Tercer Mundo, recogido por Prashad, lo inventó, al parecer, el sociólogo francés Alfred Sauvy en 1952. Constituía un numeroso grupo de países no abrazados ni al capitalismo de mercado ni a la planificación centralizada socialista. Contaba con políticos de envergadura como Zhou Enlai en China, Nehru en India, Sukarno en Indonesia, Nasser en Egipto, Julius Nyerere en Tanzania o Nkrumah en Ghana. Casi todos ellos participaron en la Conferencia de Bandung en 1955. En cierto modo, como señala el profesor Tamames, el Tercer Mundo contribuyó a distensionar la Guerra Fría.

Se autoclasificaban como países no alineados y suscribían la declaración de Arusha, verdadera tabla de la ley que enunciaba los abusos de los países industrializados con una «relación real de intercambio» muy favorable. Salidos de la época colonial, basaban su economía, en muchos casos, en una única exportación de base y, de acuerdo con los postulados de David Ricardo, salían siempre perdedores en el comercio internacional.

No he mencionado a los líderes que se «pegaron» al movimiento de los no alineados hasta alcanzar considerable protagonismo. Me refiero a Fidel Castro, icono todavía de la revolución (cuyo lugar en la historia se oscurece con el paso de tiempo) y al mariscal Tito, que consiguió mantener a Yugoslavia unida y en paz (y cuya figura se engrandece con el paso de los años). Y digo que se «pegaron» porque tanto Cuba como Yugoslavia, en realidad, quedaban mejor encuadradas en el Segundo Mundo.

Desde el fin de la II Guerra Mundial hubo una serie de iniciativas muy notables: la creación del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas (Ecosoc), Bandung (1955); Conferencia de la Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina, La Habana (1966); la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD 1964) y la Conferencia de los Pueblos Afroasiáticos (El Cairo 1967), por no citar las sucesivas Cumbres de los No Alineados.

El Tercer Mundo fue un proyecto muy poderoso que se fue deshilachando. A estos países les unía, no solo su geografía, sino la búsqueda de dignidad con la recién conseguida independencia política. El proyecto se fue desmoronando al desaparecer los líderes carismáticos de primera generación. Y al abandonar el grupo, debido a su desarrollo, un grupo importante de países en Asia Oriental, que avanzó rápidamente hasta constituir hoy la región que ha crecido mas rápido en la escena internacional. Me refiero a Japón, Corea del Sur, Taiwán, los países del ASEAN, y por supuesto, China. Los valores confucianos y la economía capitalista crearon estabilidad y crecimiento.

La crisis petrolífera de los 70 dio origen a otro grupo de países, los del Golfo y Arabia Saudita, que vertiginosamente han transformado el petróleo en opulencia y prosperidad. El concepto de Tercer Mundo acabó víctima de la verborrea política y falta de resultados materiales. Como bien ha escrito, Lee Kuan Yew, «no se debe politizar la economía». Faltos de democracia y libertad, muchos países árabes y africanos, o las sociedades tribales en general, experimentaron fracasos económicos y sociales.

Los jóvenes de hoy no han oído hablar del Tercer Mundo, como no saben lo que significó la 'coexistencia pacífica' o el 'movimiento de no alineados'. Pero tienen una idea clara de la decadencia del llamado Primer Mundo y de la confirmación del siglo XXI como «el siglo del Pacífico» (Frank Gibney, 1992). Han vivido el fracaso de la Primavera Árabe y el surgimiento de autocracias militares o de izquierda con ropajes solo formalmente democráticos en Latinoamérica y África.

¿Qué queda de aquella idea del Tercer Mundo? ¿Y del movimiento encabezado por Raúl Prébisch o la UNCTAD que abogaba por el desarrollo económico con un marco diferente? Hace 50 años el comercio internacional estaba dominado por los Estados Unidos y hace cien por el Imperio Británico. Pero hoy, el comercio internacional está dominado por China, que extiende sus tentáculos en busca de materias primas por los países del Sur Global (Foro África-China en Pekín, septiembre 2024). Los recientes Juegos Olímpicos de París, como dice Julio Ceballos, han sido la constatación del dominio chino, que suministró la mayor parte de los equipamientos deportivos.

Fracasó la ampliación del Consejo de Seguridad o la reforma del Ecosoc. Se disolvió el grupo de los 77, y la Unctad y los no alineados se desvanecieron hasta hacerse insignificantes. Han venido el G20 o el llamado Grupo de los 15 (creado en 1989) para llenar un vacío de representatividad de los países del Sur. En política internacional, lo que prima es la rivalidad norteamericana con China y Rusia, la amenaza de una inmigración descontrolada hacia Europa y los Estados Unidos, y las «chispas» que puedan producir las guerras en curso, Ucrania y Palestina. El Tercer Mundo pervive sobre todo como amenaza migratoria, sin la lozanía y el empuje de los años 60. Se ha hecho realidad la profecía de Nehru «Asia es dinámica, pues está llena de vida». Este avance de Asia, el maná del petróleo y el fracaso estrepitoso de las economías de dirección centralizada han hecho que se desvanezca el Tercer Mundo.

  • Gonzalo Ortiz es embajador de España
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