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TribunaIgnacio Crespí de Valldaura

El criterio de un católico ante el resultado electoral de EE.UU.

En palabras de Benedicto XVI, es imprescindible otorgar prioridad al «respeto y la defensa de la vida humana, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común

Actualizada 04:30

No voy a utilizar este espacio para hacer proselitismo de mis afinidades políticas, sino del criterio que creo que debe tener un católico antes de ir a votar. Dicho de otro modo, voy a hacer hincapié en el razonamiento que pienso que ha de haber detrás de su voto; porque es muy importante aquello a lo que votemos, pero me resulta más relevante todavía los móviles intelectuales que nos inclinan hacia un candidato u otro.

En primer lugar, es necesario que demos prioridad a aquellos principios no negociables desarrollados por Benedicto XVI en su exhortación Sacramentum caritatis, publicada en 2007.

En palabras de Benedicto XVI, es imprescindible otorgar prioridad al «respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas»; a lo que agrega que «estos valores no son negociables», y que «los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados».

Por consiguiente, estos puntos han de ser tenidos especialmente en cuenta, gozan de una prioridad mayúscula. En consecuencia, un católico —y no católico, ojo— no deberían hacer razonamientos del estilo de «estoy en contra del aborto y a favor de la familia natural, pero son batallas perdidas, la sociedad se encamina hacia otros derroteros»; etcétera.

¿Esto quiere decir que haya que votar obligatoriamente al candidato que mejor apoye estos principios? Es preciso dar prioridad a este asunto, suma importancia, pero esto tampoco quiere decir que haya otras materias que carezcan de importancia; por lo tanto, pienso que no hay que postularse forzosamente como favorable al partido que se encuentre más en sintonía con estos principios no negociables, pero sí han de ser tenidos muy, pero que muy, muy en cuenta.

Así pues, con estas pautas encima de la mesa, uno, en conciencia, tiene que hacer un balance honesto, sincero, mirando a Dios a la cara, de la opción por la que podría decantarse.

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