
El Papa Francisco y su prima Carla Rabezzana se sientan a comer en su casa de Portacomaro
La prima de Francisco que espera su llamada y reza por él: «Si no lo hubieran hecho Papa, habría sido más feliz»
Carla Rabezzana expresa la nostalgia de perder la cercanía con su familiar, ahora convertido en una figura pública: «Ya no es nuestro, es de todos»
En el corazón de las colinas del Piamonte, en el pintoresco pueblo de Portacomaro, Carla Rabezzana, de 93 años, sigue con mirada atenta las noticias que llegan sobre la salud de su primo, el Papa Francisco. Desde su hogar, rodeada de tranquilidad, escucha cada informe proveniente del Hospital Gemelli de Roma, donde el Pontífice continua recibiendo tratamiento.
En una entrevista telefónica con el National Catholic Reporter, Carla expresó que la situación ha mejorado ligeramente desde los días más difíciles. «Esperábamos que el Papa no tuviera más recaídas, pero, por desgracia, siempre pasan cosas. Estas cosas probablemente ocurren a medida que la enfermedad avanza. Tenemos que esperar a que se recupere. Por ahora, aún no ha pasado», comentó para el medio, aunque ahora, con una sensación de esperanza contenida, tras las primeras muestras de evolución positiva del Pontífice.
Los últimos informes médicos indican que, después de episodios críticos en las primeras semanas de convalecencia, el Papa comienza a lograr dormir sin necesidad de ventilación mecánica y usa menos dosis de oxigenación a alto flujo, indicios optimistas que confirman que su situación ha mejorado, aunque los médicos no estiman aún una fecha de alta.
Francisco, ingresado en el hospital desde el 14 de febrero debido a una infección que derivó en una neumonía bilateral, ha experimentado una lenta mejoría que parecía no llegar después de que sufriera varias crisis respiratorias y episodios con vómito. Aunque ha superado el «peligro inminente», la prudencia sigue siendo clave en su tratamiento.En medio de esos altibajos, la falta de contacto directo con el Papa ha sido una de las mayores preocupaciones para su prima. Antes, las llamadas mensuales de Francisco le daban consuelo y cercanía, pero esas se han hecho más escasas desde que asumió el papado. La familia, ahora, debe depender de los medios de comunicación para recibir noticias, y aunque el contacto telefónico con el Papa en ocasiones especiales nunca desapareció, hoy la situación es completamente distinta.

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Informa el National Catholic Reporter que al único de su familia que le permitieron una breve visita en el policlínico fue a su sobrino, sacerdote jesuita e hijo de su hermana. Tras la visita, Francisco le pidió que transmitiera un mensaje a Carla y a los demás miembros de la familia, asegurándoles que estaba bien atendido y que, una vez regresara a Casa Santa Marta, los llamaría. Sin embargo, el silencio ha perdurado desde entonces.
En sus recuerdos, Carla revive con cariño las primeras épocas del papado de Francisco, cuando este aún podía mantener más frecuentemente el contacto con sus familiares. A pesar de todo, en las 'fechas importantes' no falla. «Nunca olvida mi cumpleaños, ni el mío, ni el de mis primos. Una vez le pregunté: «Giorgio,–como le llama ella, que sería la traducción de Jorge al italiano – ¿tienes un calendario donde anotas todos nuestros cumpleaños?», y me respondió: «No, no, los tengo todos aquí en la cabeza». Tiene una memoria fenomenal», recuerda con una sonrisa.
Las conversaciones entre ambos solían estar llenas de risas. «Ni te lo podría decir, porque por teléfono hablábamos de todo menos de actualidad. Nos lo pasábamos genial riéndonos. Siempre tenía un chiste nuevo. De vez en cuando se le ocurría uno nuevo y me lo contaba, y luego me contaba alguna rareza que había pasado en Casa Santa Marta», relató Carla, evocando la calidez de sus pláticas.
En su recuerdo más entrañable, el Papa la visitó en Portacomaro en noviembre de 2022. El día fue un torbellino de emociones, con el pueblo desbordado de alegría. Carla se encontraba en la cocina cuando Francisco, como de costumbre, la saludó con humor. «Escucha, ¡no irás al cielo!», le dijo. «¿Por qué no?», le respondió ella, y él, riendo, le contestó: «¡Porque eres pecadora!» El abrazo que siguió fue la muestra de un vínculo familiar profundamente querido.
«Si no fuera Papa, sería más feliz»
Su relación con Francisco se remonta a mucho antes de su papado. Carla lo conoció cuando él era un joven jesuita en Fráncfort, Alemania. A pesar de sus obligaciones, siempre encontraba tiempo para visitarla cuando viajaba por Europa. Los viajes a Turín y luego a Portacomaro le permitieron a ambos compartir momentos sencillos pero significativos, como explorar basílicas y compartir comidas familiares.
La noticia de que su primo había sido elegido Obispo de Roma, el 13 de marzo de 2013, sorprendió tanto a Carla que casi no lo creyó. «Estaba a mil kilómetros de ser Papa, ni siquiera lo pensaba. Así que le dije: 'Bueno, Giorgio, nos vemos cuando puedas'», recuerda. Sin embargo, cuando escuchó el anuncio del cardenal «Habemus Papam [...] Georgium Marium... », la emoción fue tan fuerte que estuvo a punto de caer mientras lavaba los platos. Al día siguiente Jorge Mario Bergoglio la llamaría por teléfono como Francisco.

El mundo le llama 'Santo Padre' pero ella le llama 'Giorgio'
«Puede que sea un honor ser pariente de un Papa, pero en el fondo, si no lo fuera, habría sido más feliz», confesó Carla con una melancólica dulzura. «Ahora está lejos y no podemos ir a verlo cuando queremos. ¡Ya no es nuestro, es de todos!», explica. Para ella, el papado significó una lejana distancia con el familiar cercano que solía visitarla y compartir su tiempo con la familia.
«Yo rezo, pero que se haga la voluntad de Dios»
Francisco, conocido por su carácter afable y su humor, desde que se convirtió en un personaje público que está lejos de su vida cotidiana. «Giorgio tiene una personalidad maravillosa. Cuando salía de mi casa, yo lloraba dos días seguidos. Era una compañía excepcional. Podía animarte con solo unas palabras», manifestó Carla, quien no deja de sentir la falta de su presencia.
La crisis respiratoria que sufrió el Papa el pasado 3 de marzo de 2025 generó en Carla nuevamente una gran preocupación. Sin embargo, su fe y su devoción la mantienen firme. «Rezo por él todas las noches, como siempre. Siempre me dice: '¡Reza por mí!'. Ahora he aumentado el número de oraciones, pero siempre le digo: 'Señor, hágase tu voluntad'».
Con cada actualización, Carla se aferra a la esperanza de la recuperación de su primo, mientras continúa esperando que las circunstancias mejoren y, sobre todo, que el silencio sea reemplazado por las voces familiares que tanto ansía.