
El Papa Francisco se dirige a la multitud desde una ventana del hospital Gemelli
Quién es la 'mujer de las flores' a la que el Papa se dirigió en su primera aparición en el Gemelli
Lo que le llamó la atención de Carmina Mancuso fueron precisamente las rosas amarillas que llevaba en sus manos. Y fue ese mismo ramo el que más tarde terminaría ante la Virgen en Santa María la Mayor
El mundo esperaba ayer una imagen después de 38 días sin ver su rostro: la del Papa saludando y bendiciendo desde el balcón de la quinta planta del hospital Gemelli a los fieles reunidos en la pequeña plaza del centro médico. No se esperaban discursos ni grandes palabras. Francisco está débil y hablar le exige un esfuerzo inmenso.
Sin embargo, al final, con voz entrecortada dirigió dos frases a la multitud congregada: la primera, un sencillo «Gracias a todos»; la segunda, con un gesto de reconocimiento, «Veo una mujer con unas flores amarillas, ¡brava!».
Esa mujer se llama Carmela Mancuso, aunque todos la conocen como Carmelina. Y aunque para muchos su rostro pasó desapercibido hasta ayer, para el Papa no es una desconocida. Francisco la ha visto muchas veces, siempre con flores amarillas, siempre presente, discreta pero constante en audiencias y celebraciones.
Una mujer entregada a los demás
Recoge una noticia del diario Avvenire que a sus 79 años, Carmelina no es solo una fiel seguidora del Papa, es una mujer que ha hecho del cuidado a los demás su misión de vida. Natural de Calabria, al sur de Italia, fue maestra y directora de la Escuela Primaria Giovanni Pascoli, en el centro histórico de la ciudad. Pero, más allá de las aulas, ha sido una figura clave en su comunidad, entregada a su labor en la parroquia de Santa Caterina y al servicio de los más necesitados.Su vida ha estado marcada por la entrega total a su hermano Mimmo, discapacitado, a quien acompañó «hasta su último aliento», explica el periódico italiano. «Gracias, gracias, gracias al Señor y al Santo Padre», expresó emocionada Carmelina cuando la prensa la abordó tras el inesperado reconocimiento. «No pensé que me el Papa me 'viera tan bien' [desde el balcón]. Se suponía que debía dar la bendición y, en lugar de eso, vio mi ramo de rosas. Deseo que se mejore pronto y regrese con nosotros como antes».

El momento en que Carmelina saludó al Papa con sus míticas flores amarillas en el Gemelli
Un ramo para la Virgen
Carmelina no es una desconocida para el Papa. Su rostro y sus flores amarillas le son familiares desde hace años. No hay audiencia ni celebración en la que no esté, siempre en primera fila, esperando el momento de acercarse, de ofrecer un ramo, de estrechar la mano de Francisco y desearle un buen día. Tanto es así, que un día en que apareció sin flores, el Papa lo notó de inmediato: «Carmelina, ¿y las flores?», le preguntó con una sonrisa.
Antes de regresar a la Casa Santa Marta tras abandonar el hospital, el Papa Francisco hizo una última parada en su querida basílica de Santa María la Mayor, una visita 'obligada' que realiza antes y después de cada viaje apostólico.

Altar de la capilla de la Virgen de Santa María la Mayor, donde se aprecian las rosas amarillas de Carmelina al lado del sagrario
El Santo Padre no bajó del coche, pero fue allí donde entregó a Su Eminencia el cardenal Makrickas, arcipreste del templo, unas flores para que las colocara delante del icono de la Virgen, conocida como la Salus Populi Romani.
Lo que le llamó la atención de Carmelina en el Gemelli fueron precisamente esas flores: las rosas amarillas que llevaba en sus manos. Y fue ese mismo ramo el que más tarde terminaría ante la Virgen en Santa María la Mayor.