El Conde de Teba
El Conde de Teba

La ineptocracia

¿Cómo es posible que dirijan el campo gentes que no saben conducir un tractor ? Gentes que no distinguen el trigo de la cebada. Que no han visto nunca parir una vaca. Sobran. Sobran. Pero queda un rayo de esperanza para recuperar la libertad.

Actualizada 15:46

Agentes Medioambientales

Agentes Medioambientales

Queridos Incautos: el campo está en guerra. El campo está mal gobernado. El campo está abandonado. Mi buen amigo Ramón, a quien vengo admirando, y a quien me unen desde ya ni quiero recordar cuando, los lazos de la amistad, ese sagrado parentesco elegido, nos alcanza un atril a los más olvidados. A aquellos que como yo, somos culpables por definición y odiarnos es un alivio de conciencia.

Nos prestan en El Debate una ventana al campo. Nunca mejor dicho. Para poder difundir nuestro mensaje.

Tomo la palabra por los parias digitales, y en su nombre, que es el mío, me dirijo a los pacientes lectores. Para difundir la verdad. Nuestra verdad. Pues ellos tendrán el poder. Pero nosotros la poesía.

Comienzo mis cuitas siempre dirigiéndome a los incautos. Que son aquellos que como yo mismo estamos dispuestos a recibir una información sin prejuicios, sin reservas, sin ideas preconcebidas. Es esto tomado en demasía el caer en la candidez. Aún así es mejor tal que el listillo descreído. Que en su soberbia por qué no le tomen por tonto cae en la incredulidad. Es el estado espiritual que debiera buscar quien aspire a dominarse por la justicia.

La Biblia nos habla del fin de los tiempos. Y si bien no hemos llegado a ellos estoy convencido que de camino vamos.

La profecía del falso profeta representa una autoridad espiritual falsa. Así como el Espíritu Santo realiza señales y maravillas para testificar la verdad de Cristo y empoderar a los creyentes, el falso profeta realiza señales y maravillas para testificar a la bestia y engañar a las naciones. Esta naturaleza falsa es crucial porque destaca la estrategia del enemigo de imitar la obra de Dios para desviar a la gente.

Y de esto estoy convencido: desviados están. Yo dirían aún más: perdidos. Y mucho. Solo así puedo entender el auge de la sinrazón. El cuestionamiento de cuanto es edificante, de lo moralmente elogiable. Y el triunfo de la idiocia. Y sobre todo, el mal gobierno. Del despilfarro. Y de las trabas.

Estamos sumidos en lo que Jean D’Ormesson llama «la ineptocracia»: el gobierno de los incompetentes.

Nada nuevo por otro lado.

Vienen a mí las palabras del conde de Villamediana, que allá por nuestro siglo lanzaba este dardo: «Llego a Madrid y no conozco el Prado, y no lo desconozco por olvido, sino porque me consta que es pisado por muchos que debiera ser pacido».

Desde los tiempos del añorado Icona, aquel, donde trabajara mi padre, que fue un organismo concebido para preservar y fomentar la Naturaleza, a medida que nos alejábamos de lo que ellos sienten como un vergonzante pasado agrícola y ganadero, y nos adentramos jubilosos en un mundo de progreso y libertad, la gestión del campo y la naturaleza recayó en manos de la comunidades autónomas, donde a todo ese negocio lo denominaron con un eufemismo que engloba todo y que llaman medioambiente. Premonitorio nombre. Pues acertadamente se llama así porque el otro medio nos lo han robado.

Y es que es lo que más nos han robado: la libertad. Vivimos en una cárcel de rejas digitales. Presos de un carnaval de dislates y excentricidades.

Viene a mí la anécdota que contaba mi llorado amigo José María Treviño, que nos dejó joven, pues decían los griegos que a los hombres brillantes los dioses se los llevan pronto. Y se la atribuía a un mítico y carismático escalador, polifacético y multidisciplinar muy en boga en los años 80.

Contaba que estaba intentado saltar en parapente desde un pico de los muchos que tantas veces recorrió.

Se presentaron los guardas:

- Buenos días. ¡Pero Que hace usted!

- Buenos días. Aquí intentado saltar. Hágame el favor desenganche aquella cuerda de esa Jara…

- ¡Pero que no! ¡Es que no se puede !

- ¿ Como que no se puede ? Si llevo haciendo esto desde hace años.

- Es que esto es ahora parque.

- Pues… Digo yo que lo desgastaré menos si voy volando que si voy andando…

- Pues no. No se puede. Lo sentimos.

Recogió de mala gana sus archiperres, y pronunció unas palabras que para mí son proféticas y puedo evidenciar:

- Hay que ver la cantidad de cosas que me han prohibido desde que se ha muerto Franco, en nombre de la libertad.

En adelante aspiro a denunciar la sinrazón. A demostrar porque no debiera ser tal. Y sobre todo, a plantear soluciones. Porque como nos decían en la escuela de arquitectura:

«Si no aportas soluciones eres parte del problema

¿Como es posible que dirijan el campo gentes que no saben conducir un tractor ? Gentes que no distinguen el trigo de la cebada. Que no han visto nunca parir una vaca. Sobran. Sobran. Pero queda un rayo de esperanza para recuperar la libertad.

Y lo estoy contemplando atentamente desde la distancia. Pues parafraseando a los chinos el aleteo de una mariposa en Argentina puede provocar un huracán.

¡Viva la libertad Carajo!

  • El conde de Teba, Jaime Patiño Mitjans, es arquitecto y ganadero
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