
Imagen de recurso de garbanzos
La escasez acecha en la cuna del garbanzo: «La planta tendría que medir un palmo y sigue sin sembrar»
La acumulación de agua en los terrenos retrasa los planes y pone en jaque la oleaginosa en la provincia líder en producción
La ferocidad y la persistencia de las lluvias acumuladas en marzo han causado consecuencias dispares en el campo.
El agua ha beneficiado a cereales, viñedo y olivar, aunque los encharcamientos producidos —especialmente en Andalucía— han puesto en vilo las decisiones de siembra con la declaración de la Política Agraria Común (PAC), que ha de estar enviada el 30 de abril, a la vuelta de la esquina.
El cultivo que asoma como uno de los más perjudicados es el garbanzo, cuya superficie en producción se concentra en Sevilla (un 30,6 % sobre el total nacional), una de las provincias más afectadas por las precipitaciones del último mes.
Los productores afrontan unos días de dificultad extrema, ya que el agua continúa anegando las tierras en las que deberían haber sembrado el garbanzo hace un mes: «Lo que se plante ahora se hará, en el mejor de los casos, un mes y medio tarde. Eso no se recupera en la recogida. Además, tal y como están las cosas, quizá hasta dentro de 20 días no podamos entrar a tratar las tierras», explica en conversación con El Debate Ramón García, secretario general de COAG Sevilla.La decisión que ronda la cabeza de los agricultores sevillanos dedicados al garbanzo pasa por ir tarde u optar por alternativas como el girasol; sin embargo, la apuesta del garbanzo se mantiene en muchos casos por la obligatoriedad de la PAC de cultivar un porcentaje de leguminosas.
«Nuestra petición es que se dé una moratoria para que el que quiera opte por el girasol. El garbanzo no va a tener tiempo para crecer correctamente», apunta García, que señala que la siembra tardía expondrá al garbanzo a más horas de sol y a temperaturas excesivamente altas en un momento inadecuado que provocarán un envejecimiento anticipado.
El dirigente de COAG Sevilla destaca que de sembrar a finales de febrero a hacerlo a mediados de abril habrá un desequilibrio irrecuperable: «El garbanzo está en el campo más de 100 días y este año, con suerte, pasará 60. La climatología engaña a la planta, que crece sin desarrollarse como debe. A estas alturas la planta tendría que medir un palmo y el garbanzo sigue sin sembrar», lamenta García.
El agricultor sevillano descarta vaticinar el volumen del desplome en la producción, aunque indica que se va a sembrar mucho menos garbanzo de lo habitual: «Además, es evidente que los cultivos tendrán un rendimiento notablemente menor. Lo normal es que una planta dé por lo menos 12 simientes, pero con el poco tiempo que va a pasar en el campo y con el calor que se presume para la época del año se va a quedar en tres o cuatro simientes. Eso no es rentable», asevera el representante de COAG.
La más que posible escasez de garbanzo español llegará en julio. «Quizá este año, como la tierra está muy húmeda, se puede aguantar un poco la planta y se recoja 15 días más tarde, pero nunca se va a compensar no haber sembrado en el momento óptimo. El mes y medio de retraso solo deja recoger 15 días más tarde», explica García, que considera que la falta de producto nacional se sustituirá con más importaciones: «Esto se debería traducir en mejores precios para la poca producción, pero simplemente entrarán más garbanzos de Estados Unidos y México, nuestros grandes proveedores», concluye.