Imágenes de los cultivos inundados la provincia de Sevilla

Imágenes de los cultivos inundados en la provincia de SevillaCOAG

Asfixia radicular, el gran temor para los agricultores tras tres semanas de lluvias

La abundancia de agua en muchos cultivos dificulta su viabilidad

Las fuertes lluvias de los últimos 25 días han empapado España. Las precipitaciones registradas en marzo calan las explotaciones agrícolas, víctimas de largos episodios de sequía recientemente; sin embargo, la concentración del líquido elemento acerca al colapso muchos cultivos.

La violencia, y sobre todo la continuidad de las lluvias, ha dejado anegadas producciones que no esperaban los volúmenes de agua que han protagonizado el fin del invierno y el principio de la primavera en España.

Las imágenes de ríos desbordados y de 'pantanos' de nueva formación en lugares destinados habitualmente a la actividad agraria han sido habituales. Para muchos, la pregunta más recurrente en el campo ha cambiado: la cuestión no es si iba a llover, sino, en numerosos casos, cuando dejaría de hacerlo.

Imágenes de las inundaciones en el Palmar de Troya

Imágenes de las inundaciones en el Palmar de TroyaEP

Este encharcamiento se torna especialmente dañino en las zonas cerealistas de Andalucía, una de las regiones con mayor producción del país en este aspecto. La acumulación de agua en este caso es más que visible, aunque una vez desaparece de la superficie, el terreno acoge buena parte de este líquido, lo que puede llegar a ser letal para el cultivo.

La prolongación en el tiempo del agua empapa las raíces y evita que estas tomen oxígeno del suelo. Las plantas sufren para alimentarse, ya que la tierra tiene tanta agua que no ofrece el oxígeno suficiente para la supervivencia y se produce la temida asfixia radicular.

«El riesgo de asfixia radicular varía considerablemente según el tipo de superficie. Si el suelo es arenoso, el agua desaloja mejor y hay menos probabilidades, pero con suelo arcilloso es fácil que la tierra se convierta en barro», explica en conversación con El Debate Ramón García, secretario general de COAG Sevilla (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos).

Imágenes de la presa del Corumbel desaguando

Imágenes de la presa del Corumbel desaguandoEP

La saturación de agua en la tierra hace incompatible la vida de las plantas, que son incapaces de absorber el oxígeno para mantenerse. Bajo este escenario, el tiempo es fundamental para la viabilidad del cultivo: «Las raíces no están sanas y con tanta humedad van a proliferar las enfermedades fúngicas. Además, es probable que se pase de este exceso de agua a un alza de las temperaturas, lo que prepara un entorno perfecto para los hongos. El problema es que con todo el suelo anegado no se puede hacer nada», lamenta García.

Los agricultores desconocen cuándo van a poder acceder a sus explotaciones: «No sabemos cuánto tardará en evacuarse esta agua porque nunca hemos visto caer tanto en un período tan continuado», expresa García, que señala la importancia de tener un clima suave en los próximos días. Los cerealistas que sufren inundaciones como las manifestadas en el Bajo Guadalquivir apunta que lo ideal es que no haga mucho calor y sí noches frescas, «de 7 u 8 grados, y luego por el día nunca por encima de 20 grados» para que se pueda filtrar la máxima agua posible sin que ataquen las enfermedades fúngicas.

Según indica García, las siembras de girasol, garbanzo o maíz dulce cuentan con las semillas pudriéndose bajo la tierra y los daños se extienden a las producciones por plantar. «Por un lado, hay que ver cómo avanzan las cosas en estos próximos 15 días para los cultivos anegados y aplicar tratamientos antifúngicos; por otro, cuándo se va a poder entrar a las tierras por sembrar», comenta el secretario general de COAG Andalucía.

La sensación a pie de cultivo es que es más que evidente que las zonas todavía empantanadas tendrán pérdidas y rendimientos más bajos. COAG ha valorado positivamente la mejora del balance hídrico nacional, aunque advierte de que el exceso de agua y los retrasos en las labores del campo podrían afectar a la planificación de cultivos y cosechas de primavera.

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