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Gonzalo Gómez de la Calle

El ejemplo para España del país 'pobre' que ahora es el segundo más rico de Europa

¿Cómo un país de menos de 5,4 millones de habitantes e históricamente rural ha logrado ser de los más ricos? La clave: la libertad

Actualizada 04:30

Tradicionalmente se ha enmarcado en el ideario popular que la expresión «cuando los cerdos vuelen» evoca a la imposibilidad de que un hecho ocurra. Sin embargo, a día de hoy, se puede afirmar que los «PIIGS» —cerdos en inglés— no solamente vuelan, sino que viajan a la velocidad de la luz.

El concepto PIIGS fue popularizado a partir de la crisis del 2008 a raíz de las publicaciones que The Economist, hizo sobre las debilidades económicas de Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España. Su concepción fue de naturaleza peyorativa, puesto que estas economías se situaron en el epicentro del terremoto de la crisis financiera, al igual que de la posterior crisis soberana de deuda, arrastrando consigo al euro. Por primera vez desde la creación del euro, aprobada en 1995 en Madrid, la unión monetaria podía encaminarse de forma inexorable a su desaparición. Sin embargo, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE) en ese momento, tuvo que afirmar que «el BCE está dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente».

Desde esos fatídicos momentos en los que se congregaban los famosos men in black —hombres de negro en inglés— conformados por la Troika, es decir, por el triunvirato de la Comisión Europea; el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el BCE, la realidad de estas economías rescatadas, salvo Italia que no fue auxiliada financieramente de forma directa, ha mudado de forma indiscutible. Tal es el punto de este nuevo momentum económico del sur europeo que se puede decir que PIIGS are back —los cerdos están de vuelta en inglés—. Gracias a ellos, Europa sigue expandiéndose, modestamente, pero lo suficiente para compensar el exiguo crecimiento de una locomotora gripada, como lo es Alemania, y una Francia paralizada, tanto por su abultado déficit como por su anquilosamiento político.

Cabe destacar que la periferia sureña no es la panacea económica de la Unión. A pesar de que su tejido sectorial centrado en los servicios le ha permitido crecer más que sus pares del núcleo europeo, presenta importantes desequilibrios. De hecho, España, quien a día de hoy lidera el crecimiento de los PIIGS, es también el estudiante aventajado de las economías desarrolladas, puesto que se le estima, según la Comisión Europea, un crecimiento del 3 % del PIB para 2024. No obstante, no todo lo que brilla es oro.

Durante los últimos años el secreto del crecimiento económico español se ha basado en el consumo público. De hecho, ha sido la variable que ha aportado más de la mitad de este avance desde el 2019. De esta forma, se puede afirmar la fugacidad y debilidad de un crecimiento que se ha apoyado en el continuo expolio a las rentas medias y altas, al igual que a las empresas. De una forma sibilina, el Gobierno, al no deflactar el IRPF por el efecto inflacionista, ha recaudado 38.000 millones de euros más. Es decir, el fisco ha pasado de sustraer 86.000 millones en 2019 a 124.000 millones en 2023 de los bolsillos de los españoles.

El consumo real actual de los hogares es inferior al de 2019, puesto que entre el expolio gubernamental y la inflación, las familias españoles se han visto obligadas a realizar continuos ajustes para la contención del gasto

El Gobierno también decidió aumentar las cotizaciones a la seguridad social, es decir, incrementó el coste del pago que permite a los españoles la posibilidad de trabajar. De esta forma, el Gobierno, a pesar de haber impulsado su capacidad recaudatoria, continúa endeudándose con deuda nueva para financiar el déficit público. La deuda sobre PIB a agosto del 2024 fue del 107,81 %, según datos de macro.com. El resultado: una factura estimada de 40 mil millones de pago por intereses de deuda. Un cóctel explosivo al que se le suma un aumento de los empleados públicos que ha pasado de los 2,56 millones en 2019 a más de 3 millones. Es decir, uno de cada cuatro nuevos empleos eran públicos y, además, estuvieron ligados a subidas salariales. La conclusión lógica ha sido que el consumo real actual de los hogares es inferior al de 2019, puesto que entre el expolio gubernamental, junto con la inflación, las familias españolas se han visto obligadas a realizar continuos ajustes para la contención del gasto.

Entonces, ¿realmente los PIIGS pueden volar? España es un lobo con piel de cordero, puesto que los datos arrojados distan mucho de ser idealistas. Sin embargo, la vecina Portugal sí que ha hecho sus deberes, dado que en el 2023 su PIB creció un 2,3 % tras un 6,8 % en el 2022. Por un lado, la tasa de paro se encuentra por debajo del 6,6 % muy lejos de Grecia, España y la propia Italia. Y, por el otro lado, su deuda es la única que está por debajo del 100 % del PIB gracias a la inflación y la consolidación fiscal del gasto público. De hecho, gracias a la determinación lusa, el país logró registrar un superávit presupuestario del 1,2 % del PIB en el 2023, es decir, Portugal se separa inexorablemente poco a poco de los cochinillos periféricos.

Si bien Italia sigue débil, a pesar de los intentos de Meloni, y a Grecia le queda mucho camino por recorrer, la gran duda que surge a día de hoy es si el antiguo Tigre Celta puede volver a rugir de nuevo y con más vigor. Un Tigre que poco o nada tiene que envidiar a un Toro español que parece más un ternero recién nacido.

Hubo una clara apuesta y determinación que supuso un compromiso social, pero también fiscal

En 1988, The Economist presentaba a Irlanda como el país más pobre de los ricos, por detrás incluso de España. Sin embargo, hoy Irlanda posee la segunda renta per cápita mayor de Europa, muy por delante incluso de sus vecinos los ingleses. Según el FMI, Irlanda posee una renta por persona de 70.000 € frente a los casi 31.000 € de España. Sin embargo, ¿cómo un país de menos de 5,4 millones de habitantes e históricamente rural ha logrado ser de los más ricos? La clave: la libertad. En más de 40 años, Irlanda ha abogado por reducir el impuesto de sociedades desde el 50 % en los años 80 al 12,5 % en la actualidad, al igual que aplicar generosas deducciones y bonificaciones fiscales. No obstante, los impuestos no son solo la respuesta.

Muchos analistas acusan a Irlanda de competencia desleal en términos fiscales, puesto que el país continuamente seduce a varias multinacionales estadounidenses, tales como Microsoft, Apple y Salesforce, entre otras para ser su sede regional en Europa y canalizar los dividendos a las matrices estadounidenses. Sin embargo, países de Europa del Este como Hungría tienen marcos más atractivos. Por tanto, no son solo los impuestos lo que atrajo a estas empresas. De hecho, el ser un país de habla inglesa, junto con la gran mejora educativa experimentada entre 1989 y 2003 —Irlanda es el segundo país en el informe PISA del 2023—, ha favorecido la formación de una masa laboral con unas competencias elevadas y de gran valor añadido, al igual que técnicas a través de la formación profesional. Por este motivo, los profesionales irlandeses aumentaron su competitividad y la empleabilidad tras reducir el paro del casi 16 % en 1994 a menos del 6,5 % en el 2003. La educación es un catalizador laboral, pues los perfiles más formados experimentan tasas de paro menores a la media.

Mejorar el rendimiento en matemáticas, lectura y ciencias, junto con impulso interno por la innovación, al igual que la atracción de inmigrantes cualificados y la creación de un ecosistema propicio de los negocios, son las herramientas que Irlanda utilizó para tener una tasa actual de paro del 4,3 %, una inflación del 1,7 % y una deuda sobre PIB del 42 %. En otras palabras, hubo una clara apuesta y determinación que supuso un compromiso social, pero también fiscal. Irlanda pasó del 11 % del PIB de 1986 al superávit del 1,70 % en el 2022 y el 1,5 % en el 2023. Un cóctel perfecto que le ha permitido el inicio de la creación de un Fondo soberano de 100 mil millones con los ingresos de las multinacionales.

La coyuntura internacional amenaza al Tigre Celta. Proteccionismo, regionalismos, riesgos para las cadenas de suministros, tensiones políticas y amenazas a su estatus como hub tecnológico en Europa. Sin embargo, el Tigre irlandés, en estos últimos años, no solo se ha alejado más que suficiente de los todavía PIIGS al presentar mejores indicadores económicos, sino que los ha sobrevolado, aunque ahora planee algo más bajo que ayer.

  • Gonzalo Gómez de la Calle. Consultor de NTTData y profesor de Economía y Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE
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