Comisión del Congreso El líder islámico que contrató al imán cerebro del 17-A declara que fuera de la mezquita era «un lobo»
Fernando Reinares, especialista del Real Instituto Elcano, desmonta la teoría de la conspiración independentista
El presidente de la comunidad islámica Annour de Ripoll (Girona) Ali Yassine, que contrató como imán a Abdelbaki Es Satty, cerebro de los atentados yihadistas perpetrados en Cataluña en 2017, ha asegurado que «nunca dio un discurso radical» en la mezquita, pero que fuera de ella actuó como «el lobo» y, a escondidas, captó a jóvenes.
«Lo que hacía en la mezquita nos daba una cara, pero fuera era el lobo, hacía cosas de diablo, liaba a la gente, que iba a matar a gente...», ha asegurado el ya expresidente de la mezquita Anoour durante su comparecencia ante la comisión de investigación parlamentaria sobre los atentados de Las Ramblas de Barcelona y Cambrils (Tarragona) el 17 de agosto de 2017 que causaron 16 muertes.

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Antes que él, y durante dos horas y media, el investigador en radicalismos y en terrorismo yihadista, Fernando Reinares, ha ofrecido a los diputados un detallado retrato tanto de la célula como de su líder Es Satty, fallecido en la explosión del chalet de Alcanar donde los terroristas almacenaban el explosivo y preparaban un atentado.

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Un impostor que engañó a todos
A Es Satty, Reinares lo ha definido como un individuo paranoico con la seguridad, manipulador y «muy hábil y eficaz», que logró engañar a las fuerzas de seguridad y al entorno de Ripoll.Una persona «bien adiestrada en su cariz de impostor que no levantó sospechas» y que supo orientar con eficacia a los jóvenes que integraron la célula, especialmente desde mayo de 2017, el momento en el que se comienzó a planificar un atentado.
«Fue un hombre capaz de engañar» a las fuerzas de seguridad, ha llegado a decir, pues El Satty siempre se mostró dispuesto a colaborar en prisión -cumplió en 2014 condena por tráfico de drogas- y nunca mostró ningún atisbo de radicalidad ante los agentes con el objetivo «instrumental» de no ser expulsado cuando lo excarcelaran.

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Con menos detalle, el expresidente de la comunidad islámica Annour de Ripoll ha definido ante los diputados al imán como un hombre «un poco serio» que siempre «iba solo» y que captó a unos jóvenes integrados en la vida del municipio.
«Estos chicos no tenían ni conocimiento de árabe, ese fue el punto por donde les engañó», ha señalado Yassine, que le contrató como imán en Annour tras dejar la otra mezquita de Ripoll por cuestiones económicas.
Yassine ha dejado claro que nunca sospechó de Es Satty, que nadie se quejó nunca de nada y que, en los ocho o nueve meses que trabajó en la mezquita, «todo fue perfecto». «Lo que hacía mal era fuera, escondido», ha enfatizado, antes de apostillar que su acción trajo «la ruina al islam».

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Ante los diputados se ha quejado de que ni mossos ni policía le advirtieron de que Es Satty contaba con antecedentes penales por tráfico de drogas o de que había sido expulsado de Bélgica. De haberlo sabido no le hubieran contratado, ha dicho.
También ha lamentado que en sus visitas rutinarias a la mezquita ningún agente preguntó en concreto por este imán y que el entorno de los jóvenes integrantes de la célula tampoco alertó a la comunidad. «Yo no puedo estar detrás de lo que hacen los jóvenes, no es mi faena», ha dicho.
Reinares desmonta las conspiraciones
En una exposición rigurosa y en respuesta a los diputados, Reinares ha desmontado todo atisbo de conspiración en el 17A, como han deslizado desde algunos sectores del independentismo catalán, que atribuyen al CNI un papel en los atentados con el objetivo de dañar al procés.

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Ha dejado claro que la raíz de la radicalización de la célula y los planes de la misma fueron «una venganza» en respuesta a la colaboración de España en la lucha contra el Estado Islámico (EI) en Irak y Siria.
El experto en radicalismos violentos de corte terrorista ha asegurado que las comunicaciones de los aparatos de propaganda del EI tras los atentados, se pudo concluir que la célula de Ripoll no era una célula «independiente», sino que se trataba de una «célula enlazada» con ciertos vínculos con EI.
De ahí, su «asombrosa» eficacia para desarrollar su actividad, su financiación, la selección de los explosivos y el lugar elegido para pasar desapercibidos en el chalet de Alcanar.
Respecto a los errores que se pudieron cometer, Reinares ha apuntado a tres principalmente: los fallos en el intercambio de información internacional y que impidieron saber qué intenciones tenía El Satty, la falta de colaboración entre todas las fuerzas de seguridad con competencia antiterrorista, que «estuvo por debajo de lo óptimo».
Por ultimo, tampoco existió, a su juicio, la debida colaboración ciudadana en el ámbito local para alertar de la «deriva» en la casa de Alcanar. «Se dieron una serie de circunstancias de que haber ocurrido de otro modo podían haber ayudado a que lo ocurrido no ocurriese», ha zanjado.