El rodadero de los lobosJesús Cabrera

La siesta, BIC por lo menos

¿Por qué es más fácil en verano recibir un whatsapp en la medianoche que a las cuatro de la tarde?

Actualizada 05:05

Mucho está tardando Juanma Moreno en empezar a mover los papeles para declarar la siesta como Bien de Interés Cultural. Razones no faltan para ello y sería una decisión totalmente transversal, de las que son aplaudidas por todo el arco geográfico y político andaluz.

La siesta es nuestra, una de nuestras instituciones más sólidas, exportada con éxito a otras latitudes y uno de los ritos estivales que oscilan entre la privacidad de los íntimo y la generalización colectiva. Si no se duerme la siesta, al menos se respeta.

¿Por qué, acaso, la ordenanza de ruidos del Ayuntamiento de Córdoba equipara el horario de la siesta al nocturno para evitar molestias al vecindario? ¿Por qué es más fácil en verano recibir un whatsapp en la medianoche que a las cuatro de la tarde? Nadie discute la sacralidad de la siesta.

Los andaluces hemos exportado este tiempo de descanso más allá de nuestras latitudes, incluso a Hispanoamérica. Un catalán como Salvador Dalí la dormía en mecedora o sillón, con una piedra en la mano que le despertaba al caer; un gallego como Camilo José Cela la practicaba con todos sus avíos: pijama, padrenuestro y orinal. De la brevedad de uno a la extralimitación de otro. La siesta no se ajusta a corsé alguno.

Sabido es que Winston Churchill con apenas 20 años fue testigo de la guerra de Cuba. Estuvo poco tiempo en las Antillas, lo suficiente para adquirir dos hábitos que le acompañaría toda su vida: fumar puros y dormir la siesta. «Me permite trabajar día y medio cada día», señaló el mandatario británico, que no perdió la costumbre ni en el búnker durante los bombardeo nazis.

'La siesta', de Julio Romero de Torres

'La siesta', de Julio Romero de TorresLa Voz

¿Qué me dicen de la siesta como fuente de inspiración artística? Algunos pasajes de Turina y de Falla parecen compuestos durante estas horas de la tarde. Y, por no hacer más larga la enumeración, nos quedamos con ‘La siesta’, ese lienzo de Julio Romero de Torres en el que la mujer vestida de vaporoso blanco, traspuesta en una mecedora thonet, pasa las horas de la siesta en un pasillo donde hay corriente, mientras una cortina intenta cerrar el reverbero insolente de la cal del jardín.

Son muchas las razones que Juanma Moreno tiene para declarar la siesta como BIC y una vez que lo consiga tendrá que pelear con la Unesco para que sea Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, como el flamenco, como la dieta mediterránea. Otro atractivo más que habrá que explotar.

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