Por derechoLuis Marín Sicilia

Asimetría es desigualdad

Se le niega a esta comunidad lo que se concede a otras

Actualizada 04:30

Algunos políticos, especialmente los socialistas catalanes, con el aplauso de sus conmilitones del resto del país, se empeñan en esconder con el término asimetría lo que no es sino una pretensión de jugar con ventaja a través de conseguir tratamientos desiguales para situaciones iguales. Cuando Zapatero dijo a Maragall que haría todo aquello que viniera de Cataluña, aceptando un estatuto que fue el origen de todas las desavenencias que han alterado la convivencia allí y han puesto en jaque a las instituciones democráticas, el tripartito catalán, con el que pactó el hoy reconvertido en lobby de Maduro, decía que la configuración del Estado debía ser la de un federalismo asimétrico. La semántica no consiguió ocultar que lo que se pretendía es un trato desigual entre españoles con ventajas para sus promotores.

Hoy, cuando nadie es capaz de desmentir argumentadamente que el pacto de socialistas y separatistas catalanes es un concierto económico de estructura confederal, los socialistas recurren al engaño y a embarrar el terreno montando todo tipo de cuestiones traídas a contrapelo para ocultar la traicion a su ideario y al interés general de los españoles para consumo de fieles y de ignorantes. Basta con recurrir a las hemerotecas y ver lo que decía Marisu Montero como consejera de Hacienda de Andalucía y las proclamas que nos ofrece hoy en defensa justamente de lo contrario que defendía entonces. Y además lo hace con una entrega y un fanatismo que sería aconsejable que alguien le hiciera ver la conveniencia de bajar los decibelios de la voz y subir la solidez de los argumentos.

Tan claro está que el precio de investir a Illa en la Generalitat y alargar la permanencia de Sánchez en la Moncloa ha sido darle a Cataluña un beneficioso concierto económico, como que las dificultades para llevarlo a cabo son tan notables como la vergüenza de explicarlo razonadamente. Tan es así que se pretende comprar silencios y voluntades tirando de chequera de forma arbitraria y perjudicial para la ciudadanía que será, en fin y como siempre, la que pague el pato del trato privilegiado. Por ello, hacen bien las comunidades regidas por el PP de no caer en el chantaje individual que el trilero que nos gobierna, es un decir, pretendía llevar a cabo.

Un PSOE andaluz, incapaz de enfrentarse a los privilegios a terceros que sirven para que puedan seguir unos meses más en el machito, aunque sea a costa de su descrédito, ha vuelto a instrumentalizar a la opinión pública con el tema de la red de escuelas infantiles. A diferencia de otras comunidades, Andalucía tiene un modelo que lo implantó justamente el PSOE cuando gobernaba y en el que participan las escuelas concertadas. La Junta de Juanma Moreno ha seguido con dicho modelo porque lo que es bueno hay que mantenerlo y alejarse de sectarismos. Hoy son varios miles de plazas de guardería que no se cubren porque la oferta es superior a la demanda.

A raíz de que los fondos europeos han librado unas cantidades para creación de plazas de guardería, y a la vista de que sería ridiculo erigir nuevas plazas cuando no se cubren las existentes, la Junta solicitó que el dinero destinado para erigir nuevos centros, fuera destinado para reconducir y mejorar las prestaciones actuales que, como se ha dicho, no se cubren en su totalidad. Lejos de aceptar una razonable decisión, el Gobierno, empeñado en desgastar a la Junta, ayudando así la labor de oposición de Espadas y su gente, ha decidido disponer del dinero destinado a Andalucía para darlo a otras comunidades que no tenían el modelo avanzado puesto en marcha en su día por el propio PSOE andaluz.

¿Saben que es lo más sangrante de esta decisión? Que, además de perder un dinero que legítimamente pertenecería a Andalucía para mejorar su avanzado sistema, se le niega a esta comunidad lo que se concede a otras. Así ha ocurrido con el País Vasco, al que se le ha permitido reconducir su dinero por otras vías distintas a las previstas. Pero, claro, Andalucía no merece el trato privilegiado que habitualmente los socialistas dispensan a Cataluña o al País Vasco. Eso se llama «federalismo asimétrico». Y luego presumen de que fueron ellos los que exigieron el café para todos. ¡Ay si Clavero Arévalo y otros muchos levantaran la cabeza!

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