
Plaza de Costa Sol
Ciudad Jardín: una parte de Córdoba envejecida, multicultural y con un comercio que resiste
El pleno del Ayuntamiento aprobó la pasada semana un plan - otro- para revitalizar al emblemático barrio
El Ayuntamiento de Córdoba aprobó por unanimidad la pasada semana una moción que recoge un plan integral para intervenir en Ciudad Jardín, uno de los barrios más señeros, heterogéneos y envejecidos de la ciudad. La propuesta, impulsada por el Grupo Municipal Socialista, contempla once medidas que abarcan desde la rehabilitación de viviendas y la instalación de ascensores hasta la mejora de la accesibilidad, la limpieza, el urbanismo comercial o la creación de un aparcamiento público en el entorno de la Plaza de Toros.
Ciudad Jardín es hoy un barrio atravesado por lo que los sociólogos definen como tensiones urbanas, y son diversas: una población envejecida —casi el 26 % tiene más de 65 años—, un notable deterioro del entorno construido y un tejido comercial en declive, a lo que se suma una creciente diversidad demográfica. Según el padrón municipal de 2023, residen en la zona 2.366 personas procedentes de 78 países distintos, lo que supone un 14,12 % de los 16.755 habitantes del barrio. Las comunidades más numerosas son las de Rumanía (276), Nicaragua (221), Georgia (219), Honduras (200), Colombia (162) y Marruecos (126). Este carácter multicultural se deja notar especialmente en el día a día del comercio, la convivencia vecinal y la actividad social.

Calle de Antonio Maura, en Ciudada Jardín
La sociología urbana también dice que Ciudad Jardín refleja procesos comunes a muchas áreas urbanas consolidadas: al envejecimiento residencial hay que sumar la presión inmobiliaria (al alza con los pisos turísticos), precarización comercial y cambio de usos.
Sin ascensores
La falta de ascensores en buena parte del parque de viviendas, construido en los años 60 y 70, se ha convertido en un factor de expulsión indirecta de personas mayores. «Mucha gente se ha ido porque no pueden subir escaleras. Las personas mayores necesitan viviendas accesibles», explica la comerciante Conchi Callejón, con más de dos décadas en el barrio.
Una señora y su cuidadora
La demanda de accesibilidad no solo es compartida por los residentes, sino también por quienes asisten religiosamente al vecindario. El párroco de la Inmaculada, Francisco Jesús Granados, lo resume con claridad: «Hay bloques donde no hay ascensor. Hay personas condenadas a vivir en un tercero sin poder salir. El barrio no está preparado para la población envejecida que tiene».
Sin aparcamientos
Otro de los ejes del debate vecinal es el estacionamiento. El plan aprobado prevé la construcción de un aparcamiento junto a la Plaza de Toros, una medida largamente esperada. «Eso es lo primero que hace falta: un aparcamiento de rotación, que permita a la gente venir a comprar y facilitar el comercio de proximidad», señala Ramón Luque, representante de los comerciantes del barrio. Su propuesta contempla además una zona azul gestionada para equilibrar necesidades vecinales y comerciales: «Hay miedo a la zona azul, pero en otros barrios convive perfectamente».
Un comercio que conoció tiempos mejores
La decadencia del comercio es una de las heridas más visibles. Las calles que antes bullían de actividad comercial —Antonio Maura, Alcalde Velasco Navarro, Infanta Doña María— hoy acumulan persianas bajadas. «Tenemos muchas calles comerciales que ahora están llenas de locales cerrados. Y eso se nota más que en otros barrios», lamenta Luque. A esta situación se suma la percepción de inseguridad asociada a la falta de iluminación: «Antes los negocios daban luz. Ahora, cerrados, hay calles por las que da miedo pasar».

Uno de los numerosos comercios cerrados
Frente a esta imagen de declive, otros testimonios señalan también una vida comunitaria resiliente, especialmente en torno a la parroquia, las pequeñas tiendas que resisten y el tejido vecinal. La presidenta de la asociación Nueva Ciudad Jardín, Pilar García, reclama que se pase del discurso a los hechos: «Llevamos años pidiendo lo mismo. Las calles necesitan reformas, al menos una por año, y que no se quede todo en papeles». García recuerda el plan municipal de 2018 específico para el barrio. «Lo tengo en mi mano. Todo esto parece una repetición», denuncia.
Los extranjeros
En cuanto a la inmigración, las opiniones son diversas. Algunos comerciantes, como Lorenzo Canales peluquero de caballeros con 30 años en el barrio, expresan malestar con determinadas conductas vinculadas al uso intensivo de viviendas: «En mi bloque hay un piso patera, con 14 personas. Con sus costumbres, música alta… eso no es convivencia». Otros, como Ana Lavirgen, apuntan también a «cierta inseguridad nocturna» en zonas como la Avenida del Parque. Sin embargo, la convivencia en clave positiva también está presente. «Yo veo que se integran bien. Compran en los negocios, participan, no hay problema», subraya Luque. Para el párroco de La Inmaculada, la migración «más que un problema, es una oportunidad», y destaca la participación activa de familias hispanoamericanas en la vida parroquial: «Muchos colaboran como catequistas, en Cáritas… han encontrado aquí su hogar».

Una pareja pasea por el parque Juan Carlos I
El nuevo plan municipal también contempla limitar nuevas licencias de pisos turísticos, reforzar la limpieza —con la creación de un equipo específico— y reforestar el barrio. Ramón Luque recuerda que «la suciedad es un problema más acusado que en otros barrios», y lo atribuye a una densidad urbana mal gestionada. Conchi Callejón, por su parte, pide que «se ponga más luz, que se alegre el barrio» y que se promuevan campañas comerciales más frecuentes y eficaces.

Contenedores en una de las calles del barrio
El reto de Ciudad Jardín no se limita a una cuestión de infraestructuras. Es, sobre todo, una cuestión de cohesión urbana: de cómo hacer que la diversidad no fracture, que el comercio no desaparezca, que la edad no excluya. Recuperar este barrio emblemático exige más que obras: requiere voluntad política, escucha vecinal y una mirada amplia que entienda la ciudad como un ecosistema social vivo.