Gente
Los otros problemas de salud de Raphael: trasplante de hígado tras superar una adicción al alcohol
El artista se ha enfrentado a distintos baches en sus 81 años de vida
Raphael, diagnosticado con un linfoma cerebral
Casi diez días después de su ingreso en el hospital por un episodio transitorio de confusión durante la grabación del programa La Revuelta de TVE, el cantante de Linares ya tiene diagnóstico: padece un linfoma cerebral con dos nódulos cerebrales en el hemisferio izquierdo del que ya está siendo tratado y que justifica los síntomas neurológicos que presentó entonces.
En aquel momento, el artista fue trasladado de inmediato en ambulancia al hospital Clínico de Madrid, donde se descartó que hubiese sufrido un ictus. Las fuentes cercanas al artista describieron el problema de salud como «un susto que ya ha pasado» y afirmaron que estaba «fuera de peligro». El artista de 81 años «ha estado en todo momento consciente y tranquilo. Salió caminando del teatro y su estado de salud no es grave, tal y como ha confirmado su familia. Fueron sus hijos los primeros en dirigirse al hospital para conocer cómo se encontraba su padre.
Por razones evidentes, Raphael ha tenido que cancelar los dos conciertos que tenía previstos para los 20 y 21 de diciembre en el WiZink Center de Madrid y no se prevé que los reagende próximamente, ya que, tal y como ha reconocido su propia agencia de representación los médicos le han recomendado reposo absoluto mientras se somete al tratamiento establecido.
Sin duda, un antes y después en la vida del artista que, a sus 81 años, se ve obligado a mantenerse alejado en el escenario, algo que había ocurrido con anterioridad en contadas ocasiones. Ni siquiera cuando se enfrentó al diagnóstico de hepatitis B, Raphael quiso soltar el micrófono. Fue en el año 1985 y a raíz de su adicción al alcohol.
No fue hasta 30 años después cuando se abrió en canal sobre ello en el programa de Mi Casa es la tuya, donde confesó su alcoholismo a Bertín Osborne asegurando que era «enfermedad tan traicionera que no da la cara nunca». En sus propias palabras, el cantante de Linares no había bebido ni fumado nunca. Sin embargo, su vida como uno de los artistas más importantes del panorama español cambió sus rutinas y empezó a beber «botellas de esas pequeñas de los hoteles por que me hacían dormir».
«Nunca pensé, cuando empecé a notar síntomas, en el dichoso botellín para dormir. Vaciaba el minibar hasta que caía», explicó al reconocer los problemas de salud que comenzó a tener como consecuencia de su adicción al alcohol. De hecho, decidió quedarse largas temporadas en Barcelona para evitar que su mujer, Natalia Figueroa lo descubriese. « Yo alargaba los viajes . Decía 'no voy esta semana a Madrid'».
Fue su amiga Rocío Jurado quien vio por primera vez que no se encontraba bien. Ocurrió durante la grabación de un especial de Navidad. «Terminé en Valencia y me fui corriendo al hospital y ahí salió todo. Y aún así, yo hice mi último programa de Navidad», explicó en una entrevista. La gravedad de su cirrosis hepática entonces era tal que solo se le planteó como solución un trasplante.
«No quería someterme a un trasplante. Finalmente lo tuve que hacer, porque sino iba a morir. El día de la operación fue de vida o muerte, o llegaba el hígado, o no podía continuar viviendo . Es curioso que fue Rocío Jurado la que me dijo que no estaba bien, y ahora es ella la que no está aquí con nosotros», explicó.
«Yo bebía para poder dormir y descansar. Pudo costarme la vida. Por suerte, no lo hizo y en 2003 empezó, entonces, «una segunda vida» que le permitió seguir subido al escenario durante 20 años más. Hace un año volvió a ser noticia debido a problemas respiratorios que le obligaron a cancelar varios conciertos. En un comunicado, el cantante explicó que sufría una inflamación de las vías respiratorias superiores provocada por un catarro persistente del que se recuperó poco después.