Cuando la democracia se fatiga
Seguiremos habitando los mil y un espacios que la vida nos da y hasta donde no puede llegar la autocrática mano de un dirigente que vive de espaldas a la sociedad que pretende gobernar
Me irrita especialmente que cada día que me pongo frente al ordenador para escribir el astrolabio me sale prácticamente el mismo artículo con diferentes versiones o formas. Mi llanto por mi patria, la que quiere destruir Sánchez. Me duele reconocerlo, pero es así. Por eso no quiero dejar de escribir sobre Sánchez ni resignarme, y menos llorar, aunque la situación es para que nos caigan las lágrimas sin cesar. Nunca España ha estado en una situación más difícil que esta, desde la muerte de Franco a nuestros días.
Hay razones más que suficientes para acudir hoy a la plaza de Cibeles en Madrid. Nos quieren robar la democracia y debemos impedirlo. Lo haremos con las herramientas que poseemos: nuestra pacífica presencia en las calles, nuestra civilizada y educada oposición, nuestra demanda de democracia y libertad, que ahora nos quieren usurpar, y la inquebrantable fe en el imperio de la ley que es la democracia.
Savater, Boadella, Trapiello y Ovejero hablarán hoy. Nos dirán palabras viejas, pero necesarias. Repetirán ideas que hemos escrito y escuchado mil veces, pero como no prestamos atención, salvo cuando vemos el peligro inminente, es probable que hoy todos, lo que estén allí y los que lo sigan en la distancia, tomemos conciencia del momento que vive España. Algo impensable hace unos años. Algo que, si no le ponemos freno, si no lo paramos, puede empeorar.
Y a partir de ahí, seguiremos habitando los mil y un espacios que la vida nos da y hasta donde no puede llegar la autocrática mano de un dirigente que vive de espaldas a la sociedad que pretende gobernar. La vida es mucho más, está llena de historias de todo tipo. Seguirá saliendo el sol cada mañana, como seguirá lloviendo en Galicia mientras sufren la sequía en el otro lado del mapa, allí donde España se llama Cataluña. Seguiremos poniendo en valor la dignidad de quienes creemos en la convivencia en paz. Continuaremos derribando muros, físicos o artificiales, incluidos los que la nueva izquierda extrema quiere levantar. Porque nosotros entendemos la democracia como el respeto a la opinión del oponente, al que tengo que garantizarle que podrá discrepar sin que le ocurra nada.
Es increíble la involución que hemos vivido en los últimos años en España bajo el mandato de Sánchez. Ahora no se puede disentir ni criticar al Gobierno. A ver cómo va a ser esta legislatura en su relación con los medios. El chavismo es, otra vez, el modelo a imitar. No podemos manifestarnos sin que no nos caiga una ensalada de golpes.
¡Qué ganas tengo de dejar de escribir estos artículos y hablar de otro tiempo, de otras cuestiones, de otra gente!