Sánchez tiene toda la razón
La advertencia del presidente en el acto de inicio de la Francolimpiada estaba cargada de sentido, aunque quizá le faltó añadir un pequeño detalle
Descuiden, que no me he soplado una botella de pacharán, ni he estado experimentando con el peyote. Aunque, en efecto, jamás pensé que iba a escribir esto: Sánchez tiene toda la razón.
Me refiero a la advertencia que lanzó ayer en el acto de inicio de la Francolimpiada 2025 (también conocida como Operación a más Franco menos Bego). El presidente nos recordó, con gran acierto, que «la libertad nunca se conquista de forma permanente», sino que «se puede volver a perder». Jamás se puede dar la democracia por garantizada.
Por una vez –y sin que sirva de precedente– Sánchez dijo la verdad. Si no se preserva el oxígeno de las buenas prácticas, si no se respeta el juego limpio, si surge un poder proclive a los tics autoritarios y ávido de perpetuarse… entonces puede suceder que la libertad se vaya empequeñeciendo ante nuestra mirada abúlica, hasta que un día resulta que ha volado. El presidente señaló con acierto un riesgo que siempre está ahí. Pero le faltó añadir un pequeño detalle: el principal agente que amenaza ahora mismo nuestra democracia es él.
Y es que Sánchez va cumpliendo por el libro todos los pasos de los ensayos que estudian cómo se destruyen las democracias. Hoy en día ya no se hace de forma aparatosa, con un golpe de mano y prohibiciones drásticas. Todo es más sutil, hasta el extremo de que muchas veces el gran público ni se da cuenta al principio de que un Gobierno le está mordisqueando sus libertades. Se da además la paradoja orwelliana que muchos dirigentes autoritarios van depauperando la democracia al tiempo que proclaman de la manera más enfática que la están defendiendo. Los primeros síntomas que delatan a todo aprendiz de tirano son negar a la oposición su derecho a existir, cuestionar la labor de los jueces y arremeter contra la prensa.
Sánchez va por el libro, como muestra la siguiente prueba del algodón:
-Practica la guerra sucia desde la Moncloa contra sus adversarios políticos (el caso de García Ortiz y la pareja de Ayuso, que es un puro Watergate).
-Niega a la oposición su derecho a existir, proponiendo aislarla tras «un muro», insultado a quienes la apoyan («la fachosfera») y tachando histriónicamente de fascista a un partido, Vox, que está con la unidad de España y su Constitución, que tiene tres millones de votos y que formará parte de la alternativa. Lo hace solo porque se opone con contundencia al socialismo y al separatismo.
-Bolaños está preparando un destrozo enorme de la democracia sin que el público preste la menor atención. Para defender a los familiares y compañeros del presidente envueltos en casos de corrupción quiere cambiar la instrucción y ponerla en manos de una fiscalía al servicio del Gobierno. Patada al corazón de la democracia.
-El Gobierno acosa por su nombre y apellidos a los jueces que molestan al presidente y ha llegado a querellarse contra el magistrado que investiga a su mujer.
-Sánchez ha convertido el TC en un tribunal de casación del Supremo, a fin de que le haga trabajos sucios partidistas, como borrar las sentencias de los ERE o las condenas de su socio Otegui.
-Sánchez ha liquidado la igualdad de los españoles ante la ley con la amnistía y los indultos. También lo hará en lo referente a las normas contables, perdonando el grueso de la deuda catalana y concediendo un cupo privilegiado a esa región solo porque él es rehén de los diputados separatistas.
-Sánchez ha pervertido las instituciones públicas de todos, desde el CIS a TVE, pasando por el INE (contabilidad falseada de los parados). Ahora están al servicio absoluto de los intereses del Gobierno, al igual que las empresas públicas y los organismos reguladores.
-El PSOE amenaza con querellas a los periodistas y medios críticos. Sánchez se niega a concederles entrevistas y los ningunea en las ayudas públicas, primando a cabeceras residuales de su cuerda, que mantiene artificialmente. Además es el primer presidente de la democracia que ha anunciado reformas para embridar a la prensa y dificultar la crítica.
-Al modo más clásico de todos los sátrapas, Sánchez ha practicado el nepotismo y a la sombra de su poder han florecido corruptelas familiares.
-Por último, ha homologado la mentira como una herramienta aceptable en política. Lo hace además con un argumento inaudito por su pueril inmoralidad: «Ahora me conviene cambiar de opinión». Y listo.
En efecto, Pedro, nunca se debe dar la libertad y la democracia como garantizadas. Ahí estás tú como ejemplo supremo.