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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

«No hay nada de nada», fue de churro en Google

Ya está bien de cacería de la derecha y la ultraderecha, lo del Maestro Azagra es lo más normal del mundo, no hay caso

Actualizada 01:30

Supongo que les ocurre como a mí y como a los siempre ecuánimes Bolaños, Intxaurrondo y Fortes. Es decir, los imagino dolidos y saturados ante la execrable persecución de la derecha y la ultraderecha al hermano del presidente del Gobierno, que se suma a la odiosa cacería que han emprendido contra su mujer y a la que mantienen contra servidores públicos tan ejemplares como Ábalos, Koldo o Tito Berni.

David Sánchez, de 51 años, conocido en los círculos melómanos por el nombre artístico de Maestro Azagra, acudió ayer a declarar a un juzgado de Badajoz como investigado. Pero se trata de un falso caso, instigado por un pérfido «sindicado de ultraderechista», según se encargó de recordarnos durante todo el día TVE.

Bolaños, el ministro de Justicia, que como debe ser tiene a gala interferir en el trabajo de los jueces, salió también al momento a aclarar a los españoles –y a los vecinos de las dos regiones confederadas– que «no hay nada de nada» en el caso del Maestro Azagra.

Tiene toda la razón el bueno de Bolaños. Lo que ha ocurrido con David Sánchez es lo más natural del mundo, al igual que resulta de lo más normal que el rector de la Complutense acudiese en su día a la Moncloa ávido de cerrar la contratación como catedrática extraordinaria de una aficionada que no tenía ni título universitario.

David Sánchez se había licenciado en Icade, pero soñaba con ser director de orquesta. Así que se mudó a San Petersburgo para estudiar durante ocho años Composición y Dirección. Pese a su enorme talento natural y su magnífica formación, resultó que de vuelta a España estaba más tirado que una colilla. El maestro no encontraba curro. ¿Qué hizo? Pues según explicó ayer en el juzgado, se puso a googlear y –¡voilà!– se topó con la oferta de la Diputación de Badajoz. Lo típico, lo normal: un churro en Google. Estoy seguro que si yo, que soy periodista, me pongo ahora mismo a buscar empleos en los departamentos de Comunicación de las diputaciones, al momento me toparé con seis o siete ofertas a mi medida.

Se da la casualidad de que la oferta de la Diputación de Badajoz llegó solo once días después de que su hermano mayor, don Pedro, recuperase la secretaría general del PSOE. Se da la casualidad de que esa diputación estaba gobernada por el PSOE. Se da la casualidad que los cuatro miembros del comité de selección tenían carnet del PSOE y ninguno era experto en música (incumpliendo así las normas de los procesos de contratación pública). Se da la casualidad de que el Maestro Azagra obtuvo la máxima puntuación y barrió de tacón a los otros aspirantes. Pero todo eso son casualidades y anécdotas. No hay «nada de nada», como dice el gran Bolaños.

También parece de lo más normal que David Sánchez, el hermano del presidente del Gobierno de España, dé buen ejemplo pagando sus impuestos en Portugal, como supuesto residente fiscal allí, mientras en realidad vive en España –escondido en el piso de un jefe local del PSOE de Badajoz– y mientras cobra de un organismo público español. Lo típico. Lo normal. Solo la más cerril ultraderecha puede mosquearse.

También era de lo más normal que el Maestro Azagra no se pasase casi nunca por su puesto de trabajo, en un despacho que tenía en el edificio de la Diputación. Y resulta normalísimo que al surgir la denuncia, la Diputación socialista le montase de manera apresurada e improvisada otro despacho en un piso, para que cantase menos el hecho de que el Maestro Azagra no se presentaba a currar ni de coña. Vemos también absolutamente normal que el admirado músico respondiese ayer, a preguntas de la juez, que no sabe ni dónde está ubicada la sede de la Oficina de Artes Escénicas que en teoría dirige.

Siguiendo con la feliz normalidad, consideramos muy normal que en noviembre de 2023, el Maestro Azagra se puliese 128.000 euros de dinero público (en parte fondos europeos aportados por su hermano) para el «estreno mundial» (sic) de la ópera moderna La paz perpetua, que consistía –y no estoy de chufla– en un diálogo de perros de la lucha antiterrorista. Se logró el éxito previsto. La única y exclusiva función llenó la mitad del aforo del teatro pacense y recaudó dos mil euros.

En resumen, nada de nada. Así que me sumo con ardor a las quejas de Bolaños, Intxaurrondo, Fortes y de todo tertuliano que se precie de un mínimo de conciencia «progresista»: basta ya del horrible acoso de la derecha y la ultraderecha contra la ejemplar familia del presidente Sánchez Pérez, cuya luz de la Moncloa nunca se apaga mientras empuña el timón de la providencial coalición progresista.

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