Quintillas de la alegría
Los amantes de Teruel. / Tonto ella y tonto él. / ¿Quién participó en la orgía / de Ábalos en el motel?
Los amantes de Teruel.
Tonto ella y tonto él.
¿Quién participó en la orgía
de Ábalos en el motel?
¡Qué alegría, que alegría!
El motel, un parador
moderno y encantador
que Óscar López presidía.
Y un grupo demoledor
que destrozó lo que había.
Ellos, puteros de fango,
ellas, putitas de rango,
pasiones y fechorías,
Koldo bailando un fandango
¡Qué alegría, qué alegría!
Los colchones desplumados,
los sillones destrozados,
almohadas en agonía.
Ellos y ellas, despeinados.
¡Qué alegría, qué alegría!
En recepción, los clientes
se reúnen impotentes
ante tanta algarabía.
Y más gemidos calientes
¡Qué alegría, qué alegría!
En el Parador estaba
aunque no participaba
una ministra falsía
porque Koldo le asustaba.
¡Qué alegría, qué alegría!
La habitación un volcán,
una riada, un huracán,
de alcohol y pornografía
(como las de Luis Roldán).
¡Qué alegría, que alegría!
Vasos rotos por el suelo
«ven, mi cariño, mi cielo,
mi rosa de Alejandría,
que tu Pepe está con celo».
¡Qué alegría, qué alegría!
Fuera ya mozas y mozos
¿quién abonó los destrozos
de la brutal grosería?
¿Alguien fue a los calabozos?
Nadie, nadie. ¡Qué alegría!
Los amantes de Teruel,
tonta ella y tonto él,
sí vieron lo que ocurría.
¿Alguien más en el burdel?
Pues… lo ignoro. ¡Qué alegría!
Tonto ella y tonto él.
¿Quién participó en la orgía
de Ábalos en el motel?
¡Qué alegría, que alegría!
El motel, un parador
moderno y encantador
que Óscar López presidía.
Y un grupo demoledor
que destrozó lo que había.
Ellos, puteros de fango,
ellas, putitas de rango,
pasiones y fechorías,
Koldo bailando un fandango
¡Qué alegría, qué alegría!
Los colchones desplumados,
los sillones destrozados,
almohadas en agonía.
Ellos y ellas, despeinados.
¡Qué alegría, qué alegría!
En recepción, los clientes
se reúnen impotentes
ante tanta algarabía.
Y más gemidos calientes
¡Qué alegría, qué alegría!
En el Parador estaba
aunque no participaba
una ministra falsía
porque Koldo le asustaba.
¡Qué alegría, qué alegría!
La habitación un volcán,
una riada, un huracán,
de alcohol y pornografía
(como las de Luis Roldán).
¡Qué alegría, que alegría!
Vasos rotos por el suelo
«ven, mi cariño, mi cielo,
mi rosa de Alejandría,
que tu Pepe está con celo».
¡Qué alegría, qué alegría!
Fuera ya mozas y mozos
¿quién abonó los destrozos
de la brutal grosería?
¿Alguien fue a los calabozos?
Nadie, nadie. ¡Qué alegría!
Los amantes de Teruel,
tonta ella y tonto él,
sí vieron lo que ocurría.
¿Alguien más en el burdel?
Pues… lo ignoro. ¡Qué alegría!
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