Enmiendas a la Constitución
En nuestra sufrida patria no hay control ni corrección posible a un presidente que es un tirano camuflado, porque bajo un aparato político con dos cámaras legislativas, en la dura realidad existe una concentración de poder absoluta
La democracia es un sistema de gobierno que atiende a la opinión de los ciudadanos, ésa es su característica y también su virtud, mas como toda obra humana tiene fallos originados por la limitación de la naturaleza del hombre.
Últimamente esos fallos han sido clamorosos: en EE.UU. cabeza del mundo y paradigma de ese pensamiento, se ha elegido a un anciano decrépito, antes a un inane hombre espectáculo y hace más tiempo a quien sólo se recuerda por haber dado nombre a un portaviones atómico; en España a Zapatero y a Sánchez.
¿Esas sociedades no podían ofrecer nada mejor?
No existen mecanismos que sean eficaces para impedir el error humano en la institución suprema de un país. En el gigante americano el mecanismo corrector lo constituyen los dos grandes partidos políticos que son quienes en la práctica gobiernan, pero su constitución otorga un poder enorme al presidente, es todopoderoso.
En nuestra sufrida patria no hay control ni corrección posible a un presidente que es un tirano camuflado, porque bajo un aparato político con dos cámaras legislativas, en la dura realidad existe una concentración de poder absoluta.
El senado es inoperante, quien domina el congreso unifica el poder legislativo y el ejecutivo y la cabeza del judicial, clave para todos los controles, está constitucionalmente nombrada por el legislativo. Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como.
Al Rey la constitución le ha privado de todo poder; es como la bandera, respetado y querido, pero igualmente mudo y como el flamear sólo puede hacer gestos.
Las constituciones pueden retocarse –véase la americana con sus enmiendas– y en la española algo habría que hacer al respecto. Durante años se eludió afrontar esa situación por miedo a «abrir el melón» y que quienes desean destruirla aprovecharan la coyuntura para cumplir sus designios, pero el momento actual aconseja que no puede demorarse afrontar unos retoques.
La mayoría de edad de S.A.R. la Princesa de Asturias que pone en el horizonte su matrimonio, obliga con cierta urgencia a enfrentarse al hecho de estar la mujer postergada en la sucesión a la Corona.
La experiencia vivida estos años con el afán de permanencia del jefe del Gobierno, recomienda que se arbitre un mecanismo que no permita que quien manda en el país lo conduzca para su solo interés y beneficio. Sánchez ha llegado a esta situación con la fuerza que comunica la legalidad, exactamente igual que ocurrió con Adolfo Hitler en la Alemania de los años treinta, que no es el mejor ejemplo.
Dos circunstancias que no solo invitan, también exigen tomar medidas. En el primer caso basta con suprimir en el titulo II, art. 57 el párrafo siguiente: «en el mismo grado, el varón a la mujer» con lo que la enmienda se reduce al mínimo.
En el segundo podría encargarse en un tema tan delicado a la única institución que es plenamente independiente, la Corona. Podría consistir en algo similar a facultar al Rey, oído el Consejo de Estado en su comisión permanente debido a la urgencia o bien en un pleno específico, para que destituya al Gobierno traidor y, en el mismo acto, convoque elecciones generales para el gobierno de la nación.
A grandes males, grandes remedios, pero el daño que se conjura es muy superior y exige que la constitución prevea una enmienda a momentos tan graves.
- El marqués de Laserna es miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia