Es esencial defender la vida del más vulnerable
Todo el que tiene sentido común es consciente de que no puede ser una ideología la que determine quién es persona y quién no, y qué vidas merecen ser protegidas
Hay actos que parecen querer darte un bofetón en la cara. O algo peor. Y parece que quieren gritarte, a ti y a todos los que te rodean, que lo que estás haciendo no tiene sentido. Que lo que piensas, lo que dices, lo que defiendes y lo que quieres, debes dejar de hacerlo o de quererlo. Eso es así, debes dejar de hacerlo y quererlo, no porque no sea bueno, que no se cuestiona (eso da igual), sino porque esos actos que te abofetean, quieren gritarte a ti, y a todo el mundo, que da igual lo que hagas y lo que digas. Que eres ridículo, o trasnochado o débil. Y que tengas razón o no, no te la van a dar.
Pero, aunque además de otras cosas quieran producir ese efecto, en muchísimos casos no son capaces de lograrlo. Aunque ya les gustaría.
Sin embargo, depende tanto de la coherencia, del convencimiento personal, de la razón que asiste a lo que propones, de la argumentación también científica, que este es otro de esos casos en los que no les va a salir bien.
El Tribunal Constitucional ha rechazado la ponencia que declaraba inconstitucional la «Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo». Las consecuencias legales de eta decisión del nuevo Tribunal Constitucional sabemos por dónde irán. Hasta convertir el aborto en un derecho (al menos de nombre), y, en su afán demoledor, en reclamar que sea un derecho fundamental, como ya lo hacen otras voces igual de ideologizadas.
Y ya les gustaría que aquí se acabara la cuestión. Que ya tuvieran el campo libre para seguir avanzando como una apisonadora en la tarea de devaluar la vida. O de disponer, sin ningún obstáculo, de la vida de los más débiles.
Pero es que esa bofetada que dan, o que quieren dar, no produce esos efectos. Son muchas las voces que han reaccionado de manera inmediata a esta decisión del Constitucional. La multitud de movimientos que defienden la vida del hombre, la Asamblea de Asociaciones por la Vida, la Dignidad y la Libertad, la Conferencia Episcopal Española, son algunos de los que ya han manifestado que, sin ninguna duda, van a seguir defendiendo la vida humana. También la de las personas que están por nacer.
La Conferencia Episcopal Española ha advertido que la nueva ponencia avalará una ley ideológica –que permitirá la eliminación de los seres humanos en la primera etapa de su vida–, una ley acientífica, porque insiste que negar, de manera irracional, que hay una nueva vida en el seno de la mujer embarazada desde la concepción. Y una ley que promueve la desigualdad, porque permitirá atentar contra la vida humana, contra la igualdad de todos; contra la vida de los más débiles.
Todo el que tiene sentido común es consciente de que no puede ser una ideología la que determine quién es persona y quién no, y que vidas merecen ser protegidas. La historia y la razón nos enseñan los desastres para la humanidad cuando eso es así.
Ya les gustaría que no tuviéramos memoria, y que no aprendiéramos de la historia. Ya les gustaría que perdiéramos el sentido de la humanidad, que está, también, en cuidar al débil. Ya les gustaría que no pensáramos y que acatáramos y cumpliéramos cualquier sinrazón porque lo dice el poder.
Pero no es así. Porque somos personas y somos humanos sabemos que la vida importa. Y que es esencial defenderla, y en especial la de los más vulnerables. Y porque estamos convencidos de la bondad y de la necesidad de esto, vamos a seguir haciéndolo.
- Carmen Fernández de la Cigoña es directora del Instituto CEU de Estudios de la Familia.