Toma de muestras de agua en Valencia

Toma de muestras de agua en ValenciaEFE

Salud

Qué sabemos de la hepatitis aguda de origen desconocido que está afectando a niños

Hace unas semanas, la Organización Mundial de Salud informó que varios niños habían sufrido casos de hepatitis aguda severa en Escocia. Apenas unos días después, ya se contabilizaban hasta 74 en todo Reino Unido.

En todos los casos, los pacientes eran niños menores de 10 años y el origen de esta hepatitis era desconocido, algo bastante común, por otra parte. Lo extraño del asunto es que estos casos se estén repitiendo tan rápidamente y en niños pequeños.

En Reino Unido, de momento, ya hay 108 afectados, mientras que en España se han registrado 13 casos, aunque podría ser muchos más ya que muchos están pendientes de confirmación. Irlanda también ha notificado varios casos, así como Francia, Dinamarca y Países Bajos. Fuera de Europa se han dado notificaciones en Israel y Estados Unidos.

La hepatitis es una inflamación en el hígado cuyos síntomas más comunes suelen ser los vómitos y la diarrea. En el caso de los niños, suele estar provocada por microorganismos –virus por lo general–, como explica la Asociación Española de Pediatría.

La hepatitis A ha sido durante años la hepatitis más frecuente en niños y adolescentes en España. La transmisión se produce por vía fecal-oral y, cuando produce síntomas –es frecuente pasar la infección sin dar ninguna señal, especialmente en los más pequeños–, provoca ictericia (coloración amarillenta de la piel), deposiciones pálidas, dolor de vientre en la zona del hígado y fiebre. Salvo algunos casos poco comunes, la enfermedad se cura completamente y no deja ninguna secuela.

La hepatitis B es fundamentalmente una enfermedad de transmisión sexual, aunque se puede transmitir de madre a hijo durante el embarazo o el parto y también por contacto sangre-sangre. Los síntomas que produce suelen ser menos evidentes que los de la enfermedad provocada por el virus A, pasando a veces desapercibida.

Sin embargo, el virus B tiene tendencia a permanecer dentro del organismo (en el 10 % de los casos), pudiendo ocasionar alteraciones del hígado persistentes (hepatitis crónica) y favoreciendo la aparición de cáncer de hígado. En los niños contagiados perinatalmente, la tendencia a la infección crónica es especialmente alta.

La hepatitis C, por su parte, se transmite principalmente por contacto sangre-sangre y raramente por vía sexual o por transmisión de madre al feto. No obstante, en la mayor parte de los casos de niños y adolescentes con hepatitis C no se puede identificar cuál ha sido la forma de contagio. Este tipo de hepatitis vírica se suele hacer crónica (en el 50 % de los casos), con brotes o reactivaciones sucesivas.

Otras menos habituales, especialmente en los niños, son la hepatitis D (o delta), de transmisión sanguínea y que sólo afecta a los que ya sufren una hepatitis por virus B, agravando su evolución, y la hepatitis E, que se contagia como la provocada por el virus A (vía fecal-oral) y que no suele cronificarse.

Falta de información

El problema es que ni la OMS ni el ECDC tienen idea de cuál es el origen. Todo apunta a que un agente infeccioso podría estar detrás de esta extraña hepatitis «basándose en las características clínicas y epidemiológicas de los casos», según apuntó el ECDC.

La OMS, por su parte, apunta que todavía hace falta más trabajo para identificar los casos tanto en Reino Unido como a nivel internacional. «La prioridad ahora es determinar la etiología de estos casos oriental futuras acciones clínicas y de salud pública. Cualquier vínculo epidemiológico entre los casos podría proporcionar indicaciones para rastrear la fuente de la enfermedad», añaden.

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