La dopamina está asociada a la recompensa y al placer

La dopamina está asociada a la recompensa y al placerGTRES

Dopamina y serotonina, el secreto de las hormonas que controlan el estado de ánimo

Revela otra faceta nueva de estas moléculas que moldean el comportamiento

Si ha oído hablar de dos de los neurotransmisores químicos del cerebro, probablemente sean la dopamina y la serotonina. La primera como la «sustancia química del placer» y la segunda como estabilizador del estado de ánimo lo que atrae todos los titulares.

Sin embargo, el papel de la dopamina en la configuración del comportamiento va mucho más allá de conceptos simples como «placer» o incluso «recompensa». Y el hecho de que los antidepresivos ISRS que aumentan la serotonina tarden semanas o meses en hacer efecto sugiere que en realidad no es el aumento inmediato de los niveles de serotonina lo que provoca el estancamiento de la depresión, sino algún cambio todavía misterioso en los circuitos cerebrales posteriores.

Un nuevo estudio del Instituto de Neurociencias Wu Tsai de Stanford revela otra faceta nueva de estas moléculas que controlan el estado de ánimo. La investigación, publicada en en Nature, demuestra por primera vez exactamente cómo la dopamina y la serotonina trabajan juntas, o, más bien en oposición, para moldear nuestro comportamiento.

El autor principal del estudio, Robert Malenka, profesor de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en Stanford explica que además de su participación en nuestro comportamiento cotidiano, «la dopamina y la serotonina están implicadas en una amplia variedad de trastornos neurológicos y psiquiátricos: adicción, autismo, depresión, esquizofrenia o Parkinson entre otros» y añade: «Es fundamental que comprendamos sus interacciones si queremos avanzar en el tratamiento de estos trastornos».

Así trabajan las hormonas

Los hallazgos del estudio sugieren que la dopamina y la serotonina trabajan juntas, pero de manera opuesta, para ayudar al cerebro a aprender de las recompensas, dicen los investigadores.

Basándose en sus resultados, proponen que los dos sistemas actúan un poco como el acelerador y los frenos de un coche. La dopamina fomenta la conducta de búsqueda de recompensas al señalar cuando las cosas van mejor de lo esperado, creando una señal de «adelante».

Por el contrario, la serotonina parece frenar este proceso, creando una señal de «parada» o «espera», que potencialmente nos ayuda a ser más pacientes y a considerar las consecuencias a largo plazo en lugar de solo las recompensas inmediatas.

El estudio sugiere que para que un aprendizaje eficaz sea eficaz se necesitan tanto la señal de «adelante» de la dopamina como la señal de «espera» de la serotonina para que un organismo evalúe y responda adecuadamente a las oportunidades gratificantes.

Los hallazgos también tienen implicaciones para los trastornos que involucran disfunción de la dopamina y la serotonina, como la adicción, donde la hipersensibilidad dopaminérgica y los déficits serotoninérgicos contribuyen a la búsqueda compulsiva de recompensas, y en los trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad, donde la disminución de la señalización de serotonina podría perjudicar la flexibilidad conductual y la planificación a largo plazo.

«A medida que se ha vuelto cada vez más claro el papel de la dopamina en el aprendizaje de la recompensa, el sistema de la dopamina se ha convertido en un punto de partida natural para los estudios que investigan enfermedades que implican un procesamiento alterado de la recompensa, como la adicción y la depresión», afirma Cardozo Pinto, estudiante de posgrado que dirigió el estudio.

Puesta en práctica

En el tratamiento de las adicciones, las terapias podrían apuntar a reducir la señalización hiperactiva de la dopamina y, al mismo tiempo, aumentar la actividad de la serotonina. En el caso de la depresión, el objetivo podría ser mejorar ambos sistemas para mejorar la motivación y la planificación a largo plazo.

Además, los avances técnicos que el equipo realizó para llevar a cabo este estudio pueden tener aplicaciones a largo plazo en la investigación neurocientífica, agregó Malenka. «Las nuevas metodologías que desarrollamos para este estudio ahora se pueden aplicar a una serie de preguntas fascinantes relacionadas con la forma en que el cerebro media las conductas adaptativas y qué falla en estos sistemas neuromoduladores durante trastornos cerebrales prevalentes como la adicción, la depresión y los trastornos del espectro autista».

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